El río en Cataluña donde aún se puede encontrar oro

El río en Cataluña donde aún se puede encontrar oro

Un auténtico tesoro natural que presume de una herencia dorada.

Pepita de oroGetty Images

Durante la época romana, España fue un importante epicentro de la fiebre del oro, con yacimientos en montañas y ríos que abastecieron al imperio y sostuvieron su economía. Los romanos desarrollaron avanzadas técnicas de minería para encontrar cantidades masivas de oro, sin importar los posibles daños al paisaje. Aunque la explotación intensiva agotó gran parte de los recursos, aún hoy persisten pequeños rastros de oro en ciertos ríos del noreste español.

Este es el caso del río Segre, uno de los principales afluentes del Ebro y símbolo natural de la región de Cataluña. Numerosos aficionados se reúnen a su paso por Balaguer, un municipio de Lleida, para intentar encontrar pequeñas partículas de este metal precioso en su cauce. Este río fue considerado en su día como uno de los yacimientos auríferos más ricos del noreste, lo que llevó a su explotación por parte de los romanos.

No obstante, aunque la explotación fue intensa, una herencia dorada todavía permanece escondida en el suelo. Por ello, el río Segre ha sido conocido a lo largo de la historia como un verdadero tesoro natural. Esto ha ocasionado que cada verano se celebren en la localidad de Balaguer una serie de talleres de búsqueda de oro, en los que se enseñan diversas técnicas para encontrar este metal precioso. Eso sí, todas ellas son respetuosas con el medio ambiente.

El bateo del oro

Una de las técnicas más empleadas es la del bateo, un sistema artesanal de baja rentabilidad, pero que resulta un atractivo turístico sinigual. Esta consiste en la extracción del oro mediante el uso de una batea o un plato cóncavo que se sumerge en la corriente y que, al removerlo, filtra las posibles pepitas de oro entra la grava del río. Se trata de un método laborioso que requiere destreza y observación aguda para divisar las pequeñas partículas.

Con habilidad y paciencia, los buscadores observan cómo el agua arrastra las impurezas, dejando al descubierto los brillantes restos que permanecen en el fondo del plato debido a su peso. Esto se ha convertido en una práctica recreativa que no solo fomenta la conservación de este oficio artesanal, sino que también dinamiza el turismo de la región. Aunque la cantidad de oro recuperado suele ser mínima, el bateo ofrece una experiencia única que permite a los participantes conectarse con la historia y disfrutar del entorno natural.

La fiebre del oro en el Segre ha experimentado un resurgimiento en los últimos años, por lo que las autoridades locales han tenido que regular la actividad para evitar daños al ecosistema, ya que la extracción masiva puede alterar los sedimentos y afectar a la biodiversidad del río. Por ello, se han implementado algunas normativas que limitan las herramientas y técnicas permitidas, así como se organizan talleres para concienciar y educar sobre la historia de esta práctica y su impacto ambiental.