El pueblo español pionero del chocolate es considerado paraíso natural
Se encuentra en la provincia de Zaragoza y tiene un monasterio que recibe miles de visitantes cada año.
Hay un pueblo en España con 279 habitantes que, además de tener el privilegio de ser uno de los pioneros del chocolate, es considerado un auténtico paraíso natural. Se llama Nuévalos, se encuentra en la provincia de Zaragoza y es un destino ideal para disfrutar de un fin de semana de descanso.
Un auténtico paraíso natural
Ubicado en un entorno inigualable, este municipio cuenta con lagos, grutas y varias cascadas naturales. Las más destacadas son la del Vado o la del Iris, pero también está la Cola de Caballo. Se trata de un salto de agua con más de 50 metros de altura.
Además, en las proximidades se encuentra el embalse de la Tranquera, que fue construido a finales de la década de los 60 sobre el río Mesa. Se trata de un lugar ideal para que los amantes de la pesca y los aficionados a los deportes acuáticos disfruten de un día dedicado a su hobbie.
Pero también tiene un parque natural en el que habita una fauna muy especial, desde pavos reales y faisanes hasta aves rapaces y ciervos. Además, la vegetación del entorno cuenta con numerosas especies de árboles y plantas.
La joya de la corona: el Monasterio de Piedra
Nuévalos es conocido, además de por ser un paraíso natural, por albergar el conocido Monasterio de Piedra. Se fundó en el año 1194 por la Orden del Cister y su importancia fue aumentando con el paso de los siglos. Sin embargo, su punto álgido fue en 1835, cuando una familia pudiente decidió comprarlo para convertirlo en un gran atractivo turístico.
Desde entonces, miles de turistas se acercan cada año a esta localidad para contemplar la belleza del monasterio. Y no solo eso, sino también poder admirar la belleza del entorno en el que se encuentra.
Pioneros del chocolate
Precisamente, el Monasterio de Piedra es reconocido por ser el primer lugar en el que se elaboró chocolate en toda Europa. Fue Fray Jerónimo de Aguilar, un monje que acompañó a Hernán Cortés durante su viaje hasta México, quien envió al monasterio el primer cacao que llegó al continente viejo.
Lo recogió Antonio de Álvaro, el abad del monasterio, quien lo elaboró siguiendo la receta que su compañero le había enviado desde el nuevo mundo.