El caso más famosos de la historia de la brujería Española fue una de las últimas quemas de Europa
Entre los detenidos se encontraban María de Jureteguía y su tía María Chipía de Barrenetxea, quienes, bajo presión, admitieron haber practicado la brujería desde su juventud.
En el corazón de los Pirineos navarros, la pequeña localidad de Zugarramurdi se convirtió en el epicentro de uno de los juicios de brujería más famosos de la historia española. Este proceso, llevado a cabo por el tribunal de la Inquisición de Logroño, culminó en el auto de fe de 1610, donde varias personas fueron condenadas a la hoguera. Este evento no solo marcó un hito en la historia de la brujería en España, sino que también fue una de las últimas quemas de brujas en Europa.
El contexto histórico de este caso se sitúa a principios del siglo XVII, una época en la que la superstición y el miedo a la brujería estaban profundamente arraigados en la sociedad europea. La Inquisición, encargada de mantener la ortodoxia católica, jugó un papel crucial en la persecución de aquellos considerados herejes o practicantes de artes oscuras. En Zugarramurdi, las acusaciones de brujería comenzaron a surgir en 1608, cuando María de Ximildegui, una joven que había trabajado como criada en el País Vasco francés, regresó a su pueblo natal y empezó a contar historias sobre aquelarres y rituales satánicos.
Las declaraciones de María de Ximildegui desencadenaron una serie de denuncias y confesiones forzadas. La joven afirmó haber visto a varias mujeres del pueblo participar en reuniones nocturnas donde se adoraba al diablo y se realizaban actos de magia negra. Estas acusaciones llevaron a la detención de varias personas, quienes fueron sometidas a interrogatorios y torturas para obtener confesiones. Entre los detenidos se encontraban María de Jureteguía y su tía María Chipía de Barrenetxea, quienes, bajo presión, admitieron haber practicado la brujería desde su juventud.
El tribunal de la Inquisición de Logroño, al recibir las noticias de Zugarramurdi, envió a un comisario para investigar las acusaciones. En enero de 1609, el comisario informó al tribunal sobre la situación, lo que llevó a la detención de cuatro mujeres que habían confesado ser brujas. Estas mujeres fueron trasladadas a la prisión secreta de la Inquisición en Logroño, donde fueron sometidas a duros interrogatorios. A pesar de las dudas sobre la veracidad de sus confesiones, los inquisidores estaban convencidos de la realidad de la brujería y continuaron con el proceso.
El auto de fe, celebrado los días 7 y 8 de noviembre de 1610 en Logroño, fue un evento público de gran magnitud. Durante este acto, dieciocho personas fueron reconciliadas con la Iglesia tras confesar sus culpas y pedir misericordia. Sin embargo, seis personas que se resistieron a confesar fueron condenadas a la hoguera y quemadas vivas. Además, cinco personas que ya habían fallecido fueron quemadas en efigie. Este auto de fe no solo buscaba castigar a los supuestos brujos y brujas, sino también servir como un escarmiento para la población y reafirmar el poder de la Inquisición.
El procedimiento seguido por la Inquisición en este caso fue meticuloso y riguroso. Los inquisidores enviaron un cuestionario detallado al Consejo de la Suprema Inquisición en Madrid, solicitando instrucciones sobre cómo proceder. La respuesta del Consejo, recibida en marzo de 1609, ordenó a los inquisidores que verificaran la veracidad de las confesiones mediante un cuestionario de catorce preguntas. A pesar de estas instrucciones, los inquisidores de Logroño continuaron con el proceso basándose en su firme creencia en la realidad de la brujería.
El caso de las brujas de Zugarramurdi es un ejemplo emblemático de la histeria colectiva y la persecución que caracterizaron la caza de brujas en Europa. Las acusaciones, basadas en supersticiones y miedos infundados, llevaron a la tortura y ejecución de personas inocentes. Este episodio, aunque trágico, nos recuerda la importancia de la justicia y la necesidad de cuestionar las creencias irracionales que pueden llevar a la persecución y el sufrimiento de individuos inocentes.