El calimocho barato que tomaban los griegos y romanos en fiestas
Hoy es impensable.
El día previo a Nochebuena es normal ultimar las compra de la comida para la cena. Langostinos, gulas o el clásico cordero ya están guardados en las neveras listos para cocinarse y disfrutar de esta celebración. Tampoco hay que olvidar las bebidas: ríos de champán, cerveza y vino corren por las mesas para conmemorar estas fechas tan señaladas en el calendario.
Y es que, ¿a quién no le gusta degustar una buena copa de vino? Rosado, tinto o blanco, esta bebida de dioses se encuentra en el mercado en múltiples variedades y son también varias las bebidas con las que se suele mezclar. La gaseosa o incluso la Coca-Cola para hacer el clásico calimocho son las más comunes.
El consumo de vino se retoma a la Prehistoria y fue en el Antiguo Egipto cuando este brebaje pase a ser un símbolo de lujo, siendo los faraones los que lo tomaban, reservando la cerveza para el pueblo llano.
La increíble mezcla con vino que realizaban romanos y griegos
El vino también era del gusto de los griegos y los romanos. En las fiestas dedicadas a los dioses -dedicadas a Dionisio en Grecia y a Venus o Vinalia en la Antigua Roma- su ingesta era más que habitual, pero mezclaban esa copa de vino con agua.
La razón de esta combinación tan chocante a día de hoy se debía a que, en aquella época, el vino era extremadamente ácido, dado que no se producía en barricas de madera si no en vasijas de cerámica. De esta forma, mezclarlo con agua e incluso aderezarlo con miel ayudaba a rebajar esa acidez y contribuía a que se pudiera beber una mayor cantidad.
Al igual que a más de uno le habrá pasado, esta ingesta masiva se traducía en las habituales resacas y efectos a largo plazo en la salud, como palidez o temblores en las manos si se tomaba muy habitualmente. Para solucionar esa horrible sensación de malestar, se recurría a típicos remedios como vomitar o darse un baño, además de tomar ciertos alimentos como la col hervida o las almendras.