El biólogo español de fama mundial logra el mayor nacimiento de cocodrilos en peligro de extinción
Pablo Sinovas se encuentra en Camboya luchando por la conservación de cocodrilos siameses.
Su pasión por los animales llevó al vallisoletano Pablo Sinovas a estudiar Biología en la Universidad de Oviedo "Siempre he tenido bastante fascinación por los carnívoros, con lo cual Asturias me ofrecía una naturaleza abrumante con grandes animales de estas características, como el lobo o el oso", cuenta en La Nueva España.
Pero su carrera dio un gran giro hace seis años, cuando Sinovas se mudó a Camboya para trabajar en un proyecto de naturalismo desarrollado por la asociación Fauna y Flora. Allí ha trabajado en la conservación de diversos animales, como elefantes, gibones o cocodrilos. Aunque son quienes han ocupado la mayor parte de su tiempo.
El biólogo ha estado especialmente centrado en los llamados cocodrilos siameses (Crocodylus siamensis), un ejemplar que se creía extinta en medio silvestre a principios de siglo y que todavía se encuentra en peligro crítico de extinción debido a su caza masiva para la producción de pieles y el consumo de su carne.
Su aportación en el proyecto
La principal aportación de Pablo Sinovas al proyecto de la fundación ha sido introducir nuevas metodologías para mejorar el rastreo y la conservación de estos animales. "En las últimas décadas se había criado ejemplares en cautividad y puesto en libertad después. Pero era muy difícil saber qué pasaba con ellos después", cuenta en otra entrevista concedida a Río Verde.
Por ello, ha implantado el uso de satélites y tecnología de seguimiento mediante ultrasonidos. Esto último es lo que mejores resultados está dando y consisten en "insertar un transmisor pequeñito debajo de la piel del cocodrilo". "Este emite luego sonidos que son capturados por receptores que colocamos en diferentes partes del río. De esa forma podemos saber dónde están los cocodrilos y cómo se mueven", desarrolla.
"No encontramos muchos nidos en el medio silvestre, por lo que intentamos es ayudar a la especia a alcanzar unos niveles donde ya se reproduzca con naturalidad", añade. Una meta a la que los expertos se acercan poco a poco: "Al quedar pocas especies, la reproducción era muy difícil porque los cocodrilos en fase reproductiva no llegaban a encontrarse. Pero este año hemos hallado cinco nidos y finalmente son 60 los huevos fertilizados que eclosionaron".
No obstante, aclara que todavía queda mucho trabajo por hacer para conseguir que esta especie deje de estar en peligro: "El cocodrilo siamés llega a la madurez sexual a los 8 o 10 años. Lógicamente, no se puede esperar que en cinco años la especie se vaya a recuperar, necesitas que pasen algunas generaciones para que esa reproducción aumente de manera exponencial. Todavía estamos al comienzo de ese punto en el que se está empezando a reproducir de manera más natural".
Otra parte clave del proyecto para garantizar la seguridad de esta especie es la colaboración con las comunidades locales. Si bien en el resto del país, los cocodrilos siameses son masacrados, en regiones remotas del sudoeste de Camboya les mantienen a salvo.
"Es una especie sagrada para ellos, y por eso no la dañan, porque piensan que está relacionada con sus antepasados les puede dar mala suerte hacerle daño. Por eso trabajamos con estas comunidades para proteger su hábitat", concluye Sinovas.