Alertan del peligro oculto para animales y humanos detrás de estos hábitos de los gallineros de autoconsumo
Hay que implementar medidas sanitarias para evitar enfermedades entre las gallinas ponedoras.
Uno de los alimentos más accesibles y populares, el huevo, ha impulsado a muchas familias a criar sus propias gallinas en sus patios o jardines. Esta tendencia responde a la búsqueda de productos frescos y nutritivos a bajo costo, ya que las gallinas no solo ofrecen una fuente continua de huevos sino también un recurso asequible.
Sin embargo, la práctica de la avicultura de autoconsumo plantea desafíos importantes de bioseguridad. Según un estudio realizado en la Universidad de Guelph, en Australia, se han identificado diversas carencias en la gestión higiénico-sanitaria de estos gallineros domésticos, lo que representa riesgos tanto para los animales como para las personas.
Para el estudio, los investigadores examinaron 245 gallinas provenientes de 160 hogares distintos, en su mayoría gallineros con menos de 25 aves. Los resultados revelaron que el 62% de las muertes de los animales se debía a enfermedades infecciosas, entre las cuales las infecciones respiratorias –una combinación de virus, bacterias y hongos– encabezaron la lista. Asimismo, la enfermedad de Marek, una infección causada por el Herpesvirus y que genera tumores en todo el organismo, se detectó como una de las causas principales.
Los expertos también identificaron la bacteria zoonótica Campylobacter, responsable de gastroenteritis en humanos, como otro de los patógenos presentes en estos espacios. Las encuestas realizadas a los propietarios reflejaron una preocupante falta de protocolos de bioseguridad, incluyendo la falta de vestimenta exclusiva para el cuidado de las gallinas y la ausencia de limpieza en el calzado al entrar y salir de los gallineros. Además, se observó que muchos gallineros permitían la entrada de visitantes y el contacto de las gallinas con aves silvestres, las cuales suelen ser portadoras de enfermedades como la Influenza Aviar.
Para reducir los riesgos, el estudio sugiere adquirir las aves en establecimientos que aseguren la vacunación y desparasitación adecuada. En la Guía de Buenas Prácticas de la Asociación Española de Productores de Huevos se detallan medidas como el uso de vestimenta específica y el control del acceso a los gallineros, que resultan esenciales para mantener condiciones higiénico-sanitarias óptimas.
La correcta implementación de estas medidas de bioseguridad puede asegurar que los gallineros domésticos sigan siendo una fuente saludable de alimentos sin comprometer la seguridad de sus propietarios.
El lío legal
La legislación europea está trabajando en materia de criaderos de gallinas y de explotaciones de ponedoras de huevos. Todo parte de un informe que sacó el año pasado la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y que lleva por título Bienestar de las Gallinas ponedoras en las granjas.
Dicho documento sienta las bases de la hoja de ruta para adaptar este tipo de instalaciones a unas mejores condiciones de bienestar animal, con metas en la eliminación de jaulas y un mayor espacio para los animales en las siguientes proporciones: cinco gallinas por metro cuadrado en interior o siete gallinas por metro cuadrado con acceso exterior.
El informe de la EFSA ya ha tenido respuesta en España, por parte de una organización del ramo de productores de huevo. Se trata del trabajo encargado por la interprofesional Inprovo. En dicho informe se cifra en la friolera de 2.300 millones de euros lo que supondría implementar esta adaptación de los sistemas de cría de las gallinas en jaulas acondicionadas a los de suelo y camperas.
De forma más desglosada, en el documento se estima que el coste de convertir esas instalaciones en espacios sin jaulas costaría solo 1.521 millones de euros. Sus cálculos van más allá, contemplando cuánto tendrían que invertir para aumentar el espacio, cuestión que solo puede ocurrir ampliando las instalaciones.
Si esa adaptación contemplase mantener los índices de producción existentes actualmente, calculan que habría que construir 44% más de superficie destinada a gallineros. Ello supondría un desembolso de unos 800 millones de euros, si bien esta cuestión entraña más problemáticas, puesto que en la pasada legislatura se aprobaron medidas destinadas a luchar contra la proliferación de macrogranjas, poniendo coto a ampliaciones de explotaciones.