Siete cosas que todo niño tiene que escuchar
Los niños no son objetos, son personas pequeñas. Pueden ser sensibles, inocentes o curiosos y estar asustados o emocionados. Durante un largo periodo de tiempo, todo es nuevo para ellos y esto puede provocarles mucho miedo y poca autoestima.
Los niños no son objetos, son personas pequeñas. Pueden ser sensibles, inocentes o curiosos y estar asustados o emocionados. Durante un largo periodo de tiempo, todo es nuevo para ellos y eso puede provocar que tengan mucho miedo y poca autoestima. Es muy importante recordar eso. No están aquí para darte lo que necesitas ni son robots a los que puedas controlar y mandar para que se comporten bien. Son personas. Necesitan saber cosas básicas para aprender a ser resistentes, a quererse, a preocuparse por los demás y a valorar los errores para aprender a convertir los fracasos en triunfos. Tu responsabilidad como padre es que tengan autoestima.
1. "Te quiero".
A un niño se le pueden dar demasiadas cosas, pero nunca demasiado amor. Cuando le dices a menudo a tu hijo que le quieres, le haces saber que lo valoras. Eres su admirador. Si quieres a tu hijo, le estarás dando valor, alegría, tiempo para crecer y permiso para cometer errores. El amor les ayuda a desarrollar unas ideas que le importan y eso le da esperanza. Al decir "te quiero" le demuestras que tiene valor, que es agradable y que merece la pena. Además, aparta el miedo y le da la confianza y la seguridad que necesitará a lo largo de la vida.
Al decirle que le quieres, le enseñarás a quererse a sí mismo y a querer a los demás.
2. "Estoy orgulloso de ti".
Para desarrollar un buen sentido de la identidad, los niños necesitan más validación y aprobación. Los niños anhelan tener apoyo y aprobación, y su comportamiento se rige por la búsqueda de aprobación y cariño. Aunque a veces no estés de acuerdo con la manera de hacer las cosas que elija, tienes que elogiarlo porque está trabajando en la tarea más difícil de todas: el camino hacia su independencia. Enorgullécete de él.
Aunque muchos padres les dicen a sus hijos que están orgullosos de ellos, la diferencia está en la cantidad, la creatividad y la sinceridad.
3. "Me he equivocado, lo siento".
Si admites haberte equivocado, tus hijos aprenderán que eres humano y que te importa cómo se sienten los demás. Cuando te muestras tal y como eres, les enseñas que nadie es perfecto: ni tú ni ellos. Para aceptar tus imperfecciones necesitas sinceridad, y cuando se la demuestras a tus hijos, les ayudas a aceptar sus propias imperfecciones, lo que aumenta su autoestima. Gracias a ti sabrán que no ser perfecto no tiene nada de malo.
Al aceptar tus errores creas un entorno de tolerancia y de mente abierta entre tus hijos y tú. Este entorno será el pilar sobre el que aprenderán a construir relaciones.
4. "Te perdono".
Como padre, resulta fácil pensar que tu tiempo, tus necesidades y tus deseos valen más que los de tu hijo, por eso lo tratas como un objeto que está ahí para cumplir tus órdenes y necesidades cuando y como quieras. Es injusto. Nadie es perfecto. Los padres tenemos la culpa de decir cosas que en realidad no pensamos y de hacer cosas que no deberíamos hacer. Todo el mundo pierde el tiempo, incumple promesas, olvida cosas importantes y hace cosas mal. Nadie cumple al cien por cien las expectativas de los demás, ni siquiera las suyas propias. Nuestros hijos son igual de humanos que nosotros.
A nadie le gusta que le recuerden que ha elegido mal o que ha cometido un error, independientemente de la edad que tenga. Nadie quiere que le castiguen eternamente por eso, que le humillen delante de más personas o que metan el dedo en la llaga. Tienes que encontrar el equilibrio entre hacer que tus hijos se enfrenten a las consecuencias de sus acciones y recordar que tienen sentimientos. Es tu obligación enseñarles que, por muchas imperfecciones que tengan, tienen derecho a que les quieran. Perdónalos, no los condenes.
5. "Te estoy escuchando".
Escuchar a tus hijos es muy importante para que sepan que te interesa lo que dicen. Si les escuchas, sabrás cómo son. Conseguirás conectar con su mundo interior y crear una interacción satisfactoria para ambos que hará que os sintáis valorados mutuamente. Una buena manera de evitar malentendidos innecesarios es volver a repetirles lo que te han transmitido para confirmar que les has oído bien. Una vez que te aseguras de que ha habido entendimiento, puedes animar, guiar y felicitar a tus hijos.
Cuando nuestros hijos se sienten insignificantes, se crea un vínculo negativo. Tener a alguien que les escuche les hace sentirse valorados. ¿Cómo puedes conocer a tus hijos y tener una buena relación con ellos si nunca les escuchas de manera objetiva? Si te pones a discutir, lo más probable es que no estuvieras escuchando. Sois personas diferentes, por eso, en vez de decirles constantemente lo que tienen que hacer, puedes probar a escuchar lo que piensan y después ofrecer consejos (si los quieren) escuchando sus opiniones y aportaciones. Esto les ayudará a aprender a solucionar problemas, a tener sus propias ideas y a tomar sus propias decisiones.
6. "Es tu responsabilidad".
La responsabilidad individual forma parte del crecimiento. Cuando uno de tus hijos toma una decisión -acertada o no-, tiene que saber que también tiene que aceptar las consecuencias. Cuando los padres hacen responsables a sus hijos de sus propias decisiones y acciones, estos últimos aprenderán rápidamente cuáles son las acciones positivas y cuáles son las que tienen un resultado negativo. Estas experiencias enseñan a tener un comportamiento responsable y ayudan a guiar a tus hijos en el futuro. El hecho de responsabilizar a tus hijos de sus propias decisiones y acciones implica que sepan que los crees capaces de hacer lo que necesitan. Sin responsabilidad, los niños nunca aprenderán a tomar las riendas de su propia vida. Los errores, incluso los que se repiten, suponen una gran lección para nuestros hijos.
7. "Tienes lo que se necesita para conseguirlo".
La idea de que el éxito es consecuencia directa del esfuerzo y de la perseverancia tiene que estar presente desde el principio. Una autoestima sana es el mejor escudo contra los golpes de la vida. Educa a tus hijos para que sepan cuáles son sus puntos fuertes y sus debilidades y para que se sientan bien con ellos mismos. Si los educas así, tus hijos podrán lidiar mucho mejor con los conflictos y la presión. Sonreirán más y tendrán una actitud más alegre ante la vida. Serán realistas y generalmente optimistas porque creerán de verdad que tienen lo que se necesita para lograr lo que se propongan.
Anima a tus hijos demostrando que crees en ellos. Celebra sus esfuerzos y sus logros y apóyalos cuando algo les salga mal. Enséñales que el fracaso es una forma de éxito y que a través de sus fracasos se abrirán un camino que les lleve a una vida feliz y plena.
Que el amor y la disciplina sean las bases de la educación. Disciplina no significa castigo y humillación. Si destrozas la autoestima de tu hijo, los efectos negativos repercutirán a lo largo de toda su vida. Ten cuidado, resulta muy difícil cambiar la imagen que tienen tus hijos de sí mismos una vez que lleguen a la edad adulta. Por eso mismo, es mejor pensar en ayudar a desarrollar la autoestima cuanto antes con consistencia y autenticidad. A medida que tus hijos intentan conseguir un objetivo, fracasan, lo intentan de nuevo, fracasan otra vez y por fin lo consiguen, construyen nuevas nociones sobre ellos mismos basándose en sus interacciones con los demás. El amor y la disciplina ayudarán a que tus hijos se formen nociones sanas y acertadas de ellos mismos. Hay que querer bien a nuestros hijos.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.