Volkswagen: de alumno estrella a estafador
Con la presencia de nuevos competidores en el mercado, el actual escándalo de Volkswagen ha hecho algo más que tambalear la industria del automóvil alemán, ha acelerado su declive.
MÚNICH -- Hasta hace pocos días, Volkswagen era la envidia de la industria automovilística. En julio, la empresa alemana adelantó a Toyota para convertirse en el mayor fabricante de automóviles del mundo y la semana pasada, sin ir más lejos, decoraban el Salón Internacional del Automóvil de Fráncfort (IAA) con sus flamantes nuevos modelos.
Todo esto ya ha quedado atrás. Ahora los medios de comunicación están a rebosar de debates sobre los motores diésel trucados de Volkswagen. Manipulación. Fraude. Y lo que es peor aún, la posibilidad de que el Gobierno alemán haya estado al tanto de estas prácticas fraudulentas.
Estamos siendo testigos de nada menos que uno de los mayores escándalos económicos de la historia alemana.
Es una cuestión que no sólo ha hecho tambalear a la mayor industria de Alemania, sino que también ha mancillado la imagen de nuestra economía. La confianza, la credibilidad, unos atributos antes centrales de la industria del automóvil, ahora parecen inverosímiles con este escándalo de telón de fondo. Tan inverosímil como que el consejero delegado de Volkswagen, Martin Winterkorn, se aferre a su puesto.
Con razón, el mundo entero se mofa del que antes fuera el ejemplo de los fabricantes de motores con el hashtag #dieselgate. De buque insignia del automóvil a estafador... normalmente este tipo de engaños y miserias se los espera uno del sector bancario.
Examinamos con asombro los fragmentos de información que van saliendo a la luz. Se alteraron once millones de vehículos, lo que supone el establecimiento intencionado de un sistema preparado para el fraude a una escala enorme.
Sin embargo, las consecuencias de este atropello al sector automovilístico tan sólo refuerzan una tendencia que ha ido ganando impulso lentamente. Dentro de unos años, cuando volvamos la vista atrás, reconoceremos este escándalo como el momento en que la industria del automóvil alemán tocó techo.
Hay menos compradores de coches en los mercados occidentales, dado que muchos países emergentes están pasando por apuros económicos y el coche está perdiendo progresivamente su valor como símbolo de estatus social.
Al mismo tiempo que entran en el mercado del coche compañías como Apple y Google. De hecho, justo ayer Apple desveló sus intenciones de entrar en este mercado antes de lo previsto.
Por otro lado, los campeones de los motores híbridos y eléctricos son compañías bien asentadas en Asia; empresas como el fabricante chino BYD o el japonés Toyota.
Por supuesto, los productores y distribuidores tradicionales se mondan de risa con la emergente competición de Tesla Motors, Apple y Google. Aunque tal vez los directivos de Nokia se rieron de la misma forma cuando salió el primer iPhone de Apple, y míralos ahora, sin relevancia ninguna.
Apple ya ha demostrado tener la capacidad de cambiar por completo las tornas de una industria entera y la probabilidad de que lo hagan de nuevo es muy alta.
Tal vez dentro de unos años, al mirar atrás, nos demos cuenta de que el actual escándalo de VW ha hecho algo más que tambalear la industria del automóvil alemán: ha acelerado su declive.
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Este post fue publicado originalmente en la edición alemana de 'The Huffington Post' y ha sido traducido de The WorldPost por Diego Jurado Moruno