7 razones por las que tu mujer siempre está estresada
1. Las mujeres no son juzgadas igual que los hombres. Por ejemplo, si una mamá lleva al niño al colegio hecho un desastre, los profesores, los demás padres y cualquiera en un kilómetro a la redonda pensarán: "Hmm... Debe ser alcohólica o algo así. Pobre niño".
Muchos hombres vienen a mi consulta quejándose de que su mujer siempre está estresada. A veces, las palabras que emplean no son muy agradables... Básicamente, muchos maridos me cuentan: "Los dos trabajamos, pero yo cuando llego a casa me tranquilizo. Para ella, en cambio, parece que se acaba el mundo si no seguimos unos horarios, si hay platos en el fregadero, si cenamos tarde o si los niños juegan unos minutos de más en vez de ir a lavarse los dientes. ¿Cuál es el problema? Si no estuviera tan estresada, nuestra vida en casa sería mucho más relajada".
Entiendo perfectamente esta perspectiva. No es difícil empatizar con un tío que, simplemente, quiere relajarse y disfrutar, sobre todo porque la mayoría de mamás que conozco se martirizan por no ser más reflexivas y calmadas con sus hijos. No obstante, si bastara con decir relájate, no tendría trabajo en mi consulta. (Nota: ¿Alguna vez a lo largo del matrimonio ha servido de algo decir "cálmate"? Ya.)
En cualquier caso, aquí tenéis una lista de siete motivos por los que a tu mujer le cuesta calmarse:
1. Las mujeres no son juzgadas igual que los hombres.
Si tu niño lleva ropa dispar y la cara pintada con bolígrafo y lo llevas así al colegio, todo el mundo soltará algo así como: "¡Ohh... Buen trabajo, Papá!". A algunos padres les parece insultante. En cambio, si una mamá lleva al niño al colegio hecho un desastre, los profesores, los demás padres y cualquiera en un kilómetro a la redonda pensarán: "Hmm... Debe ser alcohólica o algo así. Pobre niño".
2. Las opiniones importan.
Está bien decir "no me importa lo que la gente piense de mí" cuando vas enseñando escote en una fiesta a los 22. Está muy bien decirlo siempre que no seas padre. Pero la cosa es ésta: los niños no se merecen tener que soportar la carga de no encajar, de llegar siempre tarde, de comer mal y que los miren mal, de llevar ropa sucia, etc. Como suelo decir, estamos diseñados para ser mamíferos sociales. Los mamíferos necesitan encajar; si no, se quedan aislados y apartados hasta la muerte. Cualquiera que haya ido al instituto sabe que esto no es sólo aplicable a los animales. Por tanto, por muy independiente y creativa que consideres a la pequeña Madison, tu mujer sabe que si va al cole con un donut para la hora de comer y nudos en el pelo, los otros niños no querrán jugar con ella. Hay muchos factores latentes para que un niño alcance el nivel base de adaptación, que le dará la confianza necesaria para que un día decida que lo de encajar no le importa. Si de niño, no encajas, estarás obsesionado con encajar de adulto. Si encajas bien de pequeño, tendrás confianza para pensar de forma diferente al resto. Puede que tu mujer esté a cargo de todo lo que contribuye a que tu hijo tenga un aspecto, un comportamiento y unas sensaciones relativamente normales. Y todo eso resulta estresante.
3. Las mujeres suelen ser más intuitivas que los hombres.
Quizás tú piensas: "Ay, a mi madre no le importa que lleguemos 15 minutos tarde a comer". Y tu mujer, que es más observadora y sensible a los matices de la cara de desagrado de tu madre, dirá: "Meteos de una puñetera vez en el coche para que no tenga que aguantar la sensación de culpa en los siguientes cinco meses". ¿Sabes quién tiene razón? Tu mujer. A menos que quieras discutir con tu madre sobre sus remordimientos. Y no lo creo.
4. Las mujeres necesitan dormir más que los hombres.
Me encanta este descubrimiento. Las mujeres suelen ser las que se levantan cuando un niño se despierta en mitad de la noche. Así que tienen déficit de sueño y, por consiguiente, más facilidad para estresarse. Si quieres que tu mujer esté menos estresada, ocúpate de los niños.
5. Las mujeres saben que las labores de casa importan.
Esto tiene que ver con los puntos 1 y 2. Tu mujer sabe que si van niños a casa a jugar y la casa está hecha un desastre, llena de mugre y suciedad, a las demás madres les dará asco. Antes de decir que la gente no debería preocuparse por ir a una casa sucia, párate un segundo. En la vida hay variables importantes. Si tú, que eras un tipo guapo y viril antes de tener mujer e hijos, tuvieras una cita con una mujer muy divertida, espontánea, en forma, que le encantara bailar y divertirse, ¿qué significarían para ti estas variables? Probablemente, que también sería buena en la cama. Todos recurrimos a este tipo de estadísticas. En la sociedad hay unas expectativas base para que tu casa no parezca una calle de Calcuta cuando tienes invitados. Mantener la casa con una apariencia normal es una variable que implica la comprensión del funcionamiento de la sociedad. Así que, si tu mujer quiere que la casa esté limpia antes de que llegue la gente o, simplemente, por si acaso -por si se presenta alguien sin avisar-, es como si dijera: "Quiero que la gente vea a nuestra familia como un grupo de humanos razonables que encajan en la sociedad y con los que se podría mantener la amistad, no como una panda de marcianos sin conocimiento de este planeta ni de sus convenciones sociales". A mí me parece lógico.
6. Tu mujer quiere que la escuches.
Tu mujer quiere que empatices con ella, que la entiendas y que reconozcas su ansiedad o su estrés. Si empieza a agobiarse y tú minimizas sus sentimientos, se estresará más para transmitirte lo MAL que está, con la esperanza de que por fin entiendas la importancia de la situación y respondas con empatía, preocupación y amor. Por supuesto, tú estás en el otro extremo, intentando actuar con calma y minimizar los problemas para que se dé cuenta de la poca importancia que tiene el asunto. Los objetivos son contradictorios, algo que en psicología llamamos polarizados, y los dos acabáis actuando de forma más extrema a como en realidad os sentís. Ella, como una caricatura de bruja neurótica y tú, como un despreocupado James Dean o algo así:
En lugar de esta terrible dinámica, trata de entender el estrés y la ansiedad de tu mujer. Y, como por arte de magia, ¡se sentirá menos estresada! Lo digo en serio. Sería algo así:
7. Tu mujer es del tipo A. En parte, por esto te casaste con ella.
Ahórrame la historia de cómo ella te dejó boquiabierto en el probador de Victoria's Secret cuando la conociste y pensaste que era la espontaneidad personificada. Daba muchas señales de ser súper organizada, por ejemplo en el trabajo o cuando había que planear una fiesta de cumpleaños perfecta, y de tratar de dar lo mejor de sí (como en el probador de Victoria's Secret). A ti te gustaba que fuese tan detallista.
Los hombres que se casan con mujeres a las que luego critican por ser demasiado rígidas o perfeccionistas normalmente han tenido una infancia en la que nadie ha puesto el foco sobre nada (especialmente, sobre ellos). Al principio, y en muchos momentos a lo largo del matrimonio, la naturaleza detallista y atenta de tu mujer te ha hecho sentir querido y tranquilo de que los niños, la casa y vuestra vida en general estén bajo control. Te llevas lo bueno y lo malo. La misma mujer que quiere estar cinco minutos antes para todo te va a preparar una fiesta sorpresa increíble por tu 40 cumpleaños, te va a cuidar con esmero cuando estés enfermo y tus hijos nunca serán los últimos a los que recojan de clase ni los únicos que olviden llevar el dinero para la excursión.
Envía este artículo a tu pareja y utilízalo para entablar una conversación. ¿Cuáles de estos puntos os suenan más? ¿Cómo podéis trabajar juntos para aliviar el estrés? ¿Cómo podéis mejorar la comunicación y reaccionar ante el agobio con aceptación, amor y empatía? Esta es vuestra tarea para hoy, clientes virtuales. Hasta que nos volvamos a encontrar, la blogapeuta que odia llegar tarde queda a vuestra disposición.
La doctora Rodman escribe en Dr. Psych Mom. También la podéis encontrar en Facebook y Twitter @DrPsychMom.
Este artículo fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.