Los misterios de Atapuerca
Todavía hay tanto que descubrir en el corazón dinamitado de esa sierra que falta tiempo para revelar otros tiempos a golpe de martillo y cincel. Y los recortes han dejado la campaña en un mes raspado... Ni Atapuerca se salva del desaguisado económico.
Desde que comencé a divulgar ciencia, hace ya muchos años, la Paleoantropología se convirtió en una de mis pasiones y mucho tuvo que ver en ello conocer los yacimientos de la Sierra de Atapuerca de la mano de sus protagonistas, los más conocidos y los que lo son menos.
Yacimiento de la Gran Dolina. Foto: Rosa M. Tristán
Hace una semana escasa, en una cita que para mí es anual, volví a pasear por la Trinchera del Ferrocarril, me asomé a curiosear en el tremendo agujero que poco a poco, como hormiguitas, se ha excavado en la Sima del Elefante, subí hasta el nivel TD10 de la Gran Dolina, bajé a la cueva de El Portalón y paseé mi mirada hacia un horizonte, hoy cerealista, por el que en otro tiempo se movían grandes uros, leones y elefantes bajo el acecho de aquellos primitivos cazadores.
Eudald Carbonell presentaba esta semana una herramienta con un millón y medio de años, rescatada en la Sima del Elefante. La más antigua de Europa Occidental, 200.000 años anterior a los restos humanos hallados en campañas anteriores. Este cuchillo fue utilizado, seguramente, para cortar carne de los animales que conseguía la especie humana que se movía por los entresijos de la sierra, y que aún no tiene nombre. Ese es uno de los grandes misterios de Atapuerca, como recordaba Eudald, eufórico ante un yacimiento que cada día envejece más a los europeos... ¿Quiénes eran aquellos humanos, de dónde venían, qué fue de ellos....?
Unos metros más allá, en el yacimiento de la Galería, era evidente el vacío que va dejando la crisis española: la mitad de personal que otros años para sacar a la luz lo que era una trampa natural para los animales, el supermercado al que los Homo heidelbergensis, hace 300.000 años, iban a conseguir su comida.
Y ya en la Gran Dolina, un yacimiento que va saliendo en varias capas simultáneas, con nuevas incógnitas: Jordi Mestres me enseñaba una piedra tallada, de forma muy primitiva que también tiene un millón de años, más antigua que los fósiles de Homo antecessor que, con 800.000 años, son los huesos que lanzaron a la fama a Atapuerca.
Al final de la campaña, además, han presentado la escápula de un pequeño H. antecessor de seis años de edad, que han tardado 8 años en reconstruir un fósil que dará mucha información sobre aquellas gentes. Todo ello, como recordaban los expertos, nos habla de un lugar que el ser humano fue habitando desde hace más de un millón y medio de años, con continuidad. Un caso excepcional, como señalan en un reciente artículo en Quaternary Science Review.
La autora con José María Bermúdez de Castro en TD10 de la Gran Dolina de Atapuerca.
Pero es demasiado trabajo para un personal cada vez más exiguo, como me contaba José María Bermúdez de Castro, quien me explica que los tres codirectores han presentado un gran proyecto de investigación en Europa, por 15 millones de euros, a ver si consiguen fuera el dinero que necesitan para no parar el ritmo en la sierra, para poder seguir contando con gente joven que acabe lo que ellos empezaron hace dos décadas. Ni Atapuerca se salva del brutal desmantelamiento que está sufriendo la ciencia en este país.
Abandoné la Trinchera camino de la Cueva Mayor. Para ir hasta allí hay que subir una ladera escarpada que va dando vistas sobre la llanura que nos rodea. Desde este lugar, quizá algún punto en movimiento lejano fuera un peregrino a Santiago, pues el Camino pasa muy cerca. En la entrada de la cueva, bautizada como El Portalón, estaban adaptándose a la luz y al calorcito Juan Luis Arsuaga, Ignacio Martínez y el resto del equipo. Salían de la Sima de los Huesos, ese agujero donde quedaron sepultados 30 individuos hace medio millón de años entre restos de osos y otros animales.
LA SIMA EN 3D
Este año se han centrando en estudiar a fondo la geomorfología de la cueva, averiguar cómo era exactamente hace unos 400.000 años. "¿Cómo llegaron esos restos hasta ahí? No lo sabemos y es lo que tratamos de averiguar. Queremos tener la imagen de cómo era cuando esos humanos caminaban por aquí y eso nos ayudará a entender el origen de esa acumulación de restos", señalaba Arsuaga, empeñado en descifrar otro de los misterios de estas fascinantes cuevas.
Volcados en ese esfuerzo, en buscar certezas donde solo hay hipótesis, han puesto en marcha, con la Universidad Politécnica de Valencia, un proyecto para recrear la Sima en tres dimensiones. "Es un proyecto ambicioso que nos ayudará científicamente, pero que también tiene posibilidades turísticas, al permitir la visita virtual en 3D a un lugar emblemático que no se puede visitar", señalaba el paleontólogo.
Al fondo, un grupo de la Universidad de Burgos, dirigido por José Miguel Carretero, ha desenterrado una comunidad neolítica, de hace unos 5.000 años. Entre ellos, el esqueleto casi completo de un niño de seis años, al que han bautizado como Matojo, que murió por malnutrición, como publicarán en breve. "Le haremos todos los análisis químicos y genéticos posibles porque nos puede dar mucha información", comentaba Carretero.
Cuando salía de la Cueva Mayor con otros compañeros el Sol apretaba fuerte. Juan Luis Arsuaga volvía a las profundidades de la tierra. Carbonell andaba liado limpiando Fuente Mudarra, un asentamiento al aire libre con restos de hace 50.000 años. Bermúdez de Castro supervisaba los trabajos en TD10...
En sus mentes andan pergeñando ya el artículo de síntesis de todo el proyecto que quieren publicar en otoño en una revista científica de impacto. Y también el reto que supone la organización del XVII Congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas el año que viene, un evento en el que Eudald Carbonell está volcado y que reunirá a más de 2.000 expertos de todo el mundo. "Será un acontecimiento y aunque estamos en plena crisis, creo que es una oportunidad excepcional para Atapuerca, para Burgos y para España", me contaba el investigador.
Todavía hay tanto que descubrir en el corazón dinamitado de esa sierra que falta tiempo para revelar otros tiempos a golpe de martillo y cincel. Y los recortes han dejado la campaña en un mes raspado... Ni Atapuerca se salva del desaguisado económico.
Generaciones de científicos en el futuro seguirán encontrando repuestas. Pero para ello es necesario que existan, pese a los esfuerzos de los dirigentes políticos por acabar con ellas.
Por cierto, para los interesados: se hacen visitas guiadas a los yacimientos de Atapuerca (que se completan con una entrada al Museo de la Evolución Humana).
Este artículo se publicó originalmente en el blog de la autora, Laboratorio para Sapiens.