Con Macron, vivimos en un mundo donde han muerto los conceptos de izquierda y de derecha, de clase obrera y de socialismo
En definitiva, Macron ha conseguido convertir a Francia en un país similar a todos los países occidentales.
Tras la caída de los países comunistas y de los partidos comunistas, tenían que pasar 30 años para que los partidos socialistas cayeran también. Finalmente, Francia va a adaptarse, a transformarse, es decir, va a ponerse al servicio de la economía capitalista globalizada en la que nos han cogido como en las redes de un pescador.
Que queda claro: vivimos en este mundo, en este mundo en el que los conceptos de izquierda y de derecha, de clase obrera y de burguesía, de capitalismo y de socialismo... han muerto.
Una segunda constatación: existen personas muy pobres, son muchas y están en todo en mundo, pero el capitalismo moderno tiene corazón.
Lucha contra las dictaduras extranjeras, salvo si el comercio con ellas es fecundo; acuerda mínimos vitales en Francia y, como es muy riguroso, realiza evaluaciones muy a menudo sobre lo que es necesario para la supervivencia.
De todas formas, los pobres ya no votan... No sirven para conquistar el poder... Así que basta con tranquilizar a los pequeños burgueses, a la inmensa mayoría de los votantes, sobre el hecho de que los pobres no les van a quitar sus bienes por las buenas (política social) ni por las malas (delincuencia).
Y de que los ricos no van a abandonarlos para invertir en el extranjero.
La plebe inconsciente de sí misma seguirá votando tontamente al Frente Nacional.
La plebe consciente de sí misma, la mía, tiene que repensar todo de arriba abajo, sin tabús, en este nuevo marco contemporáneo.
Le toca inventar una concepción de otro mundo con Victor Hugo, donde el paraíso de los ricos, la mitad del pueblo, no estará construido sobre el infierno de los pobres, la otra mitad.
E inventar también la manera de conquistar el poder para poner en práctica esta concepción alternativa.
Esta plebe sólo está representada por la Francia Insumisa, a la que deberían adherirse con entusiasmo los verdaderos socialistas, los verdaderos ecologistas, los verdaderos comunistas, los verdaderos trotskistas... Y la Francia Insumisa debería acoger con el mismo entusiasmo estas posibilidades de crecimiento y de influencias que ofrecen los recién llegados.
Los pobres ya lo están esperando... creo.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano