Carta abierta de disculpa por mi hija de dos años
Hay días mejores que otros. Los hay que nos sentimos desamparadas y que nos preguntamos en qué punto lo hemos hecho mal. Pensamos en lo que podría haber pasado, en lo que deberíamos haber hecho de otra manera; y otras veces ponemos excusas y tiramos de verdades inamovibles como "es la edad" o "es una fase"...
Se me cayó el alma a los pies.
Cuando una amiga me llamó desde el otro lado del parque, su mirada lo decía todo.
Vi a mi hija de dos años sentada cabizbaja al lado de tu pequeño, que tenía las mejillas rojas y llenas de lágrimas.
El parque estaba bastante revuelto y tú no te habías dado cuenta de lo que le había hecho mi hija a tu hijo. Me latía el corazón a toda velocidad y mi reacción maternal fue coger a tu niño en brazos e ir a buscarte inmediatamente.
Intenté consolarlo mientras buscaba con la mirada en el mar de madres, con la esperanza de que, de alguna manera, la intensidad del rojo de las mejillas del niño, que acababan de ser pellizcadas y arañadas, bajara un poco antes de que te localizáramos.
Nuestras miradas se encontraron e inmediatamente viniste a cogerle y a reconfortarle entre tus brazos. No nos juzgaste. Ni a mí ni a mi hija y, si te soy sincera, no te habría culpado si lo hubieras hecho.
Se me cayó el alma a los pies cuando vi que tu pequeño estaba dolorido y asustado y estaba segura de que se le había arruinado la diversión de pasar una mañana en el parque..
No podía parar de pensar en que a mi hija, que normalmente es cariñosa y amable, se le pueden cruzar los cables en cuestión de un segundo; los abrazos se pueden transformar en arañazos, las caricias en pellizcos y el cogerse de la mano en un empujón.
Podría echarle la culpa a la fase por la que está pasando, porque acaba de cumplir los terribles dos años, pero eso no mejora las cosas. Podría pensar en qué me he equivocado, teniendo en cuenta que ya ha hecho estas cosas antes y que está claro que no ha aprendido la lección. Podría pensar en varias razones válidas por las que es una conducta normal o por las que está fuera de lugar; sinceramente, ojalá no hubiera pasado nunca.
Mis amigos acudieron inmediatamente a ayudarme y a decirme que sacara a mi hija para hablar con ella y que vigilarían a mi otra hija mientras tanto. Me senté durante unos minutos con mi hija y le dije lo triste que me había puesto y lo triste que había dejado a tu hijo. Le dije que nos teníamos que ir inmediatamente porque no podía hacer daño a nadie más.
Aunque todavía no es muy consciente de que muchas de sus acciones tienen consecuencias, es lo suficientemente mayor como para darse cuenta de que había hecho mal y de que debería haber parado.
Tener hijos no es para débiles. Una amiga me escribió un mensaje después de irme porque sabía que yo me sentía fatal y quería recordarme que es muy fácil ser mal padre. A veces, ser buena madre es mucho más difícil. En días como hoy me gustaría poder reescribir mi propia versión de qué esperar cuando los niños aún son pequeños.
Pero, mientras lloro, doy gracias por que lo entendieras, querida mamá.
Hay días mejores que otros. Los hay que nos sentimos desamparadas y que nos preguntamos en qué punto lo hemos hecho mal. Pensamos en lo que podría haber pasado, en lo que deberíamos haber hecho de otra manera; y otras veces ponemos excusas y tiramos de verdades inamovibles como "es la edad" o "es una fase"... siempre mientras cruzamos los dedos para que todo aquel con el que nos encontremos lo entienda.
Hoy tú lo has entendido. Has mantenido la calma. No me has juzgado ni has señalado a mi a veces indisciplinada niña de 25 meses.
Hoy has entendido que ninguna de nosotras quería estar en el lugar en el que estábamos, pero no nos lo has puesto difícil; ni a mí ni a mi hija, que ha tomado una mala decisión.
Hoy me has demostrado que se puede mantener la elegancia y el control de la situación. Gracias, querida mamá, por estar en mi equipo esta mañana, a pesar de lo difícil que debe de haber sido para ti.
Gracias por hacer que esta madre "veterana" de cuatro niños se dé cuenta de que sus hijos son humanos y de que cometen errores; espero que cada uno de ellos nos hagan más fuertes.
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Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.