Muy deficiente de los bancos en educación financiera
Hay que empezar por lo básico: no se puede gastar más de lo que se ingresa, y para ello hay comenzar haciendo posible que los adolescentes conozcan tanto lo que ingresan como lo que gastan. Los jóvenes tienen que entender experimentando los riesgos de las decisiones financieras, antes de adentrarse en la contratación de productos reales.
En un país inmerso en una profunda crisis económica y financiera, como es España, sus jóvenes gastan anualmente, sin capacidad de poder gestionarlos adecuadamente, más de 11.000 millones de euros (¡más de 750.000 millones en todo el mundo!), fundamentalmente en estar con los amigos. Y lo hacen siendo absolutos analfabetos financieros, pues no conocen la diferencia entre una tarjeta de crédito y débito, entre una cuenta corriente y una de ahorro, entre un depósito o un fondo, entre un crédito o un préstamo.
Más aún, en esta inquietante situación son las entidades financieras, públicas y privadas, las que se han autoproclamado responsables de la educación financiera de los jóvenes, y han corrido a desarrollar programas de educación financiera cargados de teoría, de webs, de blogs y de visitas a los colegios para dar charlas sobre hipotecas, créditos, préstamos, etc.
El Banco de España, junto con la CNMV, gasta anualmente cifras millonarias en sus planes de educación financiera. También la inmensa mayoría de las entidades bancarias privadas, como BBVA, Santander, CaixaBank, ING o Ibercaja, tienen en marcha programas millonarios de educación financiera para jóvenes, programas que vuelven a utilizar las mismas herramientas: webs, blogs, charlas magistrales y cursos de vídeo online que se ofrecen de manera gratuita como si eso fuera lo importante, y no la calidad. Y ahora piden que se les permita dar un paso más: que se implante una asignatura de educación financiera en las aulas para estar presentes en ellas; y ¿qué profesores impartirán esta asignatura, los mismos que les venderán unas preferentes en el futuro?
Recientemente todos hemos podido comprobar los resultados de tantos millones de euros gastados o invertidos en educación financiera por estas entidades: el informe PISA presentado por la OCDE el pasado mes de julio sobre educación financiera sitúa a España por debajo de la media mundial, y sólo por delante de países como Croacia, Colombia o Israel.
Sin embargo, esta pobre educación no ha sido obstáculo paradójicamente para que la mayoría de nuestros jóvenes - el 59% - ya tenga una cuenta bancaria abierta desde los 15 años. Así que, tal vez, los bancos estén consiguiendo su objetivo con sus planes de educación financiera. Y, como queda patente, no es precisamente la educación.
Esta situación tiene que cambiar; necesita cambiar, por el bien de todos. ¿Acaso dejaríamos que McDonalds, Burger King y Taco Bell tomaran las riendas de la educación en dieta y alimentación saludable de nuestros niños y jóvenes? ¿Estaríamos de acuerdo con que fueran éstas las marcas que decidieran el menú escolar y que quisieran además ser las protagonistas de una nueva asignatura en las aulas?
Recientemente, el Santander ha lanzado una campaña de publicidad que se puede ver en todos los escaparates de sus oficinas bancarias que hace patente lo que los bancos tienen para ofrecer a los niños. Su lema: "Nuevo Plan Crédito Familiar POR. Por el presente y el futuro de Ana y Lucía. Tarjeta Light, Préstamo Auto e Hipoteca Santander", y junto a este estimulante mensaje podemos ver una foto de dos niñas que aparentan tener sólo seis años...
Keepunto tiene como ambición última que los jóvenes se forjen un futuro mejor, por sí mismos. Como primer pre-banco del mundo, somos una plataforma de educación financiera y promoción de cultura del esfuerzo que desafía la posición monolítica de las grandes entidades, utilizando técnicas de gamificación y conceptos propios del aprendizaje invisible. Los jóvenes acceden a nuestra plataforma, en la que sus cuentas se presentan como un simulador de banca online con su propia moneda virtual (una moneda que los jóvenes consiguen superando retos en la plataforma, con su esfuerzo).
En este entorno, los jóvenes experimentan de manera natural la contratación de una cuenta corriente virtual, comparan y deciden su inversión en productos financieros tales como depósitos o fondos, juegan a bolsa, y son capaces de hacer trazabilidad de su saldo, sus movimientos, sus ingresos o sus gastos en moneda virtual, y todo ello sin riesgo.
No creemos muy acertado, aunque es opinable e interpretable, que el futuro de nuestros niños pase por pedir un préstamo para comprarse un coche o hipotecar su futuro en la compra de una casa. La solución debe ser inculcar a los jóvenes la necesidad de forjarse un futuro mejor por sí mismos. Promover su educación financiera y la cultura del esfuerzo que desafía la posición monolítica de las grandes entidades.
Unos mensajes que pueden sonar teóricos, pero que utilizando técnicas de gamificación y conceptos propios del aprendizaje invisible es posible llevar a los jóvenes actuales. Ya existen opciones que les permiten a nuestros jóvenes utilizar un simulador de banca online con su propia moneda virtual, que consiguen superando retos con su esfuerzo.
Los adolescentes y jóvenes necesitan experimentar de manera natural la contratación de una cuenta corriente virtual, comparar y decidir si invierten o no sus ahorros en productos financieros tales como depósitos o fondos, jugar a bolsa, y ser capaces de hacer trazabilidad de su saldo, sus movimientos, sus ingresos o sus gastos en moneda virtual, y todo ello sin riesgo.
Hay que empezar por lo básico: no se puede gastar más de lo que se ingresa, y para ello hay comenzar haciendo posible que los adolescentes conozcan tanto lo que ingresan como lo que gastan. Los jóvenes tienen que entender experimentando los riesgos de las decisiones financieras, antes de adentrarse en la contratación de productos reales.
Por eso, el contexto en el que todos estamos inmersos está pidiendo a gritos una cura, un tratamiento de choque, al menos si queremos que la crisis no dure otros cien años, o no regrese de manera más virulenta en una década. Y sólo se puede conseguir si hacemos protagonistas de la educación financiera a los propios jóvenes y a jugadores ajenos y neutrales al mercado financiero.