La guerra del gas o la paz de las renovables
Que nadie utilice el gas para justificar enfrentamientos, para sacar beneficio del aumento del uso y de la dependencia de los combustibles fósiles. Que nadie nos obligue a sufrir los impactos del cambio climático. Revoluciones sí, gracias. Eficientes, renovables y de ahorro. Otra revolución energética es posible y es la única salida.
La crisis de Ucrania está destapando las debilidades de Europa, incluidas las energéticas. La industria ya se ha apresurado a afirmar que se confiaba en la energía rusa y que tendremos que dejar de hacerlo, así que habrá que confiar en nuestro petróleo, el carbón, el gas. Y problema resuelto. Pero hay una solución mejor: invertir en eficiencia y en una moderna red eléctrica que transporte energía limpia. Esto sí es verdadera seguridad energética y paz. Sobre todo paz.
Esta situación es una gran oportunidad para Europa. No solo para reducir drásticamente la dependencia sino también para proteger el clima, para reducir el coste de la energía, la contaminación del aire y hacer que todos estemos más seguros.
Los combustibles fósiles y la energía nuclear nos metieron en este lío, y no nos van a sacar de él. Actualmente Europa gasta más de 500.000 millones de euros en importaciones de energía y la mayor parte va a parar a Rusia. Sin embargo, con una red europea, podríamos aprovechar la gran cantidad de energía geotérmica de Islandia, el floreciente sector de la energía solar de Alemania o la increíble energía eólica de España. El año pasado, la energía eólica fue la mayor fuente de electricidad de España.
¿Pero cúal es el problema? A medida que las sanciones contra Rusia han aumentado en el últimas semanas por la crisis de Crimea, Rusia ha amenazado con detener el suministro de gas a Ucrania, lo que supone alrededor del 30 % del gas de la UE. Si el Kremlin cierra el grifo del gas, algunos países de Europa se verán más afectados que otros, como se puede observar en el gráfico.
Quizás lo hacen, quizás no. Desde el punto de vista ruso, no parece ventajoso detener el suministro de gas a Europa ya que el petróleo y el gas constituyen alrededor de la mitad de los ingresos del Estado en Rusia y alrededor del 70 % de sus exportaciones son petróleo y gas. Como dijo la canciller alemana, Angela Merkel, Rusia exportó gas a Europa, incluso durante el apogeo de la guerra fría.
Los políticos europeos están cegados por la industria (¿son conscientes de ello?) y Mariano Rajoy todavía más si ve el dorado pretendiendo convertir a España en un nudo de suministro internacional del gas.
Para él y para todos los que piensan así, es necesario aclarar que no hay solución con el gas. Por ejemplo, el suministro de Gas Natural Licuado (GNL) desde los Estados Unidos. Esto podría ser posible mediante las terminales de GNL de Europa que pueden importar 199.000 millones de metros cúbicos de gas al año (esto es más de lo que actualmente importamos de Rusia). Pero sustituir el gas ruso por gas de EEUU no solo sería caro sino que requeriría nuevas terminales e infraestructuras en ambos lados del Atlántico. Debido a esto, Qatar y el norte de África tienen más probabilidades en el corto plazo de ser suministradores de gas que los EEUU. Según Bloomberg, los precios del gas natural en Europa tendrían que duplicarse en el caso de reemplazar el gas ruso con GNL procedente de todo el mundo.
¿Y el carbón? Aumentar la dependencia de este combustible fósil no solucionaría la dependencia europea de Rusia puesto que también exporta carbón a la UE (alrededor del 27 % de la demanda de la UE). Los bajos precios del mercado de emisiones están permitiendo que se esté quemando carbón en los últimos años a expensas del gas. Pero incluso cometiendo el suicidio de ignorar el clima, las nuevas centrales de carbón no tienen sentido económico según dicen tanto un estudio realizado por el instituto alemán Frauhnhofer como un informe del gobierno del Reino Unido.
El fracking tampoco es una opción. Un estudio realizado por la consultoría Pöyry indica que el gas de esquisto no tendrá casi ningún impacto en las importaciones de gas ruso en la UE hasta 2030, incluso en un escenario en auge.
Las nucleares tampoco lo son. Actualmente, el 44 % de los reactores europeos tienen una antigüedad de más de 30 años y la ampliación de su vida representa un riesgo adicional en materia de seguridad. Al mismo tiempo hay muy pocos nuevos reactores en construcción en Europa, los tres proyectos existentes sufren un enorme aumento del presupuesto previsto, problemas técnicos y prolongados plazos de construcción.
Además, el uranio en Europa procede en un 27% de Rusia. Níger, Kazajstán, Australia, Canadá y Namibia son los otros exportadores más importantes. Los nuevos Estados miembros de la UE con reactores de diseño ruso son, como Ucrania, 100 % dependientes del combustible nuclear y fabricados con componentes rusos.
Ante este panorama, parece que no nos queda más remedio que resignarnos, depender de los combustibles fósiles, pagar más por el precio de la energía y vivir una guerra del gas. Pero no es así. Con solo tres argumentos se puede imaginar una Europa mejor:
Uno. La eficiencia ahorra mucho dinero de la reducción de las importaciones de combustibles fósiles. A nivel mundial, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirma que la eficiencia aporta 300.000 millones de dólares.
Dos. El coste de las energías renovables está disminuyendo. Atendiendo a cifras mundiales, el coste de la energía solar ha caído un 80 % desde 2008 y la eólica un 29 % (Bloomberg New Energy Finance). The Economist asegura que el coste de la tecnología solar ha caído un 99 % desde la década de los años 70. El mayor desarrollador eólico del Reino Unido -DONG- dice que la eólica marina será más barata que la energía nuclear y, posiblemente, que el gas para el año 2020.
Tres. Las renovables son una realidad. Portugal generó el 70 % con fuentes renovables en el primer trimestre de 2013. La eólica en Dinamarca, durante marzo de 2013, representó más del 80 % de la demanda de energía. En España se pueden consultar los récords uno tras otro en Red Eléctrica de España. España ha sido el primero en llegar a "la paridad de red" con los combustibles fósiles. La energía eólica, durante el año pasado, fue la mayor fuente de la electricidad de España: produce el 21,1 % de su electricidad y reduce las emisiones en un 23 %.
Que nadie nos engañe. Que nadie utilice el gas para justificar enfrentamientos, para sacar beneficio del aumento del uso y de la dependencia de los combustibles fósiles. Que nadie nos obligue a sufrir los impactos del cambio climático.
Revoluciones sí, gracias. Eficientes, renovables y de ahorro. Otra revolución energética es posible y es la única salida.