Garoña: apaga y vámonos
Hace unas horas que Garoña ha dejado de producir electricidad, y a pesar de que todos los días se conectan y desconectan de la red muchas instalaciones de generación eléctrica y a nadie le importa, si hablamos de Garoña es otro cantar. La electricidad que produce es lo que menos importa, aunque sea su razón de ser.
Hace unas horas que Garoña ha dejado de producir electricidad, y a pesar de que todos los días se conectan y desconectan de la red muchas instalaciones de generación eléctrica y a nadie le importa, si hablamos de Garoña es otro cantar. Porque ya sabemos que la electricidad que produce es lo que menos importa, aunque sea su razón de ser.
El suministro eléctrico no ha percibido el detalle de este apagón, como se ve en la curva de demanda de Red Eléctrica de España, en la que, ya que estamos, vemos que la eólica duplica sin problemas el porcentaje de la nuclear. Y nuestra factura eléctrica tampoco lo percibirá ni para bien ni para mal. Dejó de funcionar y el sistema eléctrico ni se inmutó. Es lo que ya sabíamos que había de pasar, pero ahora ha quedado demostrado como prueba inequívoca de que esta central es absolutamente prescindible.
Aun así, un hecho tan poco relevante, es noticia y motivos no le faltan porque los protagonistas juegan en los dos bandos sin escrúpulos. El Gobierno de España ha emitido dos Órdenes Ministeriales contrarias, una que ampara su cierre y otra su apertura. Sus dueños, Iberdrola y Endesa, renuncian a la ampliación de su explotación, pero no renuncian a su prórroga.
El asunto es que el primero tiene una deuda con los segundos, de decenas de miles de millones que va en aumento, me refiero al déficit de tarifa. Esta deuda quiere pagarla haciendo ver que se la cobran a ellos, me refiero a la Ley de medidas fiscales para el sector energético que vuelve al Congreso el próximo jueves.
Los segundos, quienes repercutirán los impuestos de esta ley sin problema en sus precios, lo que no quieren es perder la multitud de compensaciones y desviaciones del mercado eléctrico a su favor, y mucho menos invertir ni un solo euro sin la seguridad de que sea amortizado, que para esto tienen el dominio del mercado falsamente liberalizado por ley.
Así las cosas, la pequeña Garoña tiene más peso como moneda de cambio que como central nuclear. Solo que en esta ocasión, el Consejo de Seguridad Nuclear o no ha podido apurar más los plazos, o teme realmente por la seguridad de esta instalación; el caso es que está procediendo a su cierre. De manera que salvar Garoña ahora también significaría hundir al CSN, y esto es una mala noticia por partida doble para los que pensamos que la seguridad es el asunto mas importante en materia nuclear.