Vox sufre otro revés electoral: sin representación en Galicia con sólo un 2,19% del voto
Gana 4.500 votos con respecto a hace cuatro años. Abascal, que adelantó la Asamblea Extraordinaria para evitar que este varapalo afectara a su liderazgo, ha preferido seguir el escrutinio desde Madrid.
Noche trágica para Vox en Galicia. El partido de Santiago Abascal ha sumado este domingo un nuevo descalabro electoral tras quedarse de nuevo sin representación en el parlamento gallego pese a mejorar levemente sus resultados con respecto a los de hace cuatro años. Con el 96,10% escrutado, la ultraderecha sólo ha conseguido 29.074 votos, lo que supone un 2,19% del total. Son algo más de 4.500 votos más que en los comicios de 2020, pero insuficientes para superar el umbral del 5% y obtener representación.
Ante la previsible noche aciaga, Abascal no ha viajado hasta Galicia y ha seguido el escrutinio desde la sede nacional del partido, ubicada en la madrileña calle de Bambú. El vicepresidente y secretario general de Vox, Ignacio Garriga, ha sido el dirigente más destacado de la formación que ha permanecido atento al recuento desde un hotel de Santiago de Compostela.
Los de Santiago Abascal veían posibilidades de rascar algún diputado autonómico en A Coruña y Pontevedra, las provincias gallegas donde lograron más votos en las elecciones autonómicas de 2020. Y han sido en estos dos territorios donde el líder de Vox más se ha volcado durante la campaña. En A Coruña, por ejemplo, celebraron la apertura y el cierre y ha visitado diversas localidades de la provincia.
En una breve intervención durante la noche electoral, Abascal ha reconocido que el resultado cosechado "no es bueno" al tiempo que ha lamentado el triunfo de "la estafa política" que representa el PP.
Miedo al resultado de las gallegas
Temiéndose esta catástrofe, Abascal decidió el pasado mes de enero adelantar la Asamblea General Extraordinaria de Vox para ser reelegido presidente sin la mácula de este nuevo desastre electoral. Uno más tras el duro golpe de las elecciones generales del 23 de julio, donde la formación perdió 19 escaños, 700.000 votos y fue incapaz de articular una mayoría absoluta con el PP que les facilitara entrar en el gobierno de la nación.
Por si fuera poco, la hemorragia de salidas de cargos importantes del partido no ha dejado de sucederse desde el mes de agosto, cuando Iván Espinosa de los Monteros anunció que abandonaba el partido que cofundó. Le siguieron todos los perfiles 'liberales' que integraban la formación, como Víctor Sánchez del Real, Mireia Borrás, Rubén Manso, Víctor González o Inés Cañizares. En paralelo, ganaba peso el sector más ultracatólico reconocido en las figuras de Ignacio Garriga y Jorge Buxadé. También están ya fuera todos los miembros de la mesa fundacional, a excepción de Ortega Lara, e importantes rostros como Macarena Olona, que en un libro publicado este año definía a Abascal como “un juguete” en manos del sector más ultracatólico del partido y alguien a quien no le gusta mucho trabajar.
La apatía generalizada entre los simpatizantes de Vox también es clara. El censo del partido para la Asamblea General revelaba que el partido cuenta actualmente con 33.000 afiliados al corriente de los pagos de su cuota, menos de la mitad que hace un año.
Con todo, Abascal consideró que era un deber de Vox presentarse a estas elecciones gallegas, aunque el PP advirtiera de que la división en el bloque de la derecha podría facilitar un gobierno de izquierdas en la región.
Manteniendo la línea dura contra los populares, el líder de Vox atizó a Feijóo por abrirse a un indulto a Puigdemont en plena campaña y rebautizó por ello al PP como "derechita estafadora". Y sí: los resultados de este 18-F dejan bien claro que Galicia es de derechas. Pero del PP y no de Vox.