Vox se desangra con la huida de Espinosa de los Monteros: "No tiene futuro"
La luchas internas y el intento de Abascal de resguardarse de las críticas revientan el partido tras perder 600.000 votos y 19 escaños el pasado 23-J
Vox entra en fase de liquidación. Después de perder 600.000 votos en las elecciones generales del pasado 23 de julio y pasar de 52 a 33 diputados, la formación dirigida por Santiago Abascal ha recibido este martes un nuevo duro golpe al conocer que su portavoz en el Congreso y uno de los fundadores del partido, Iván Espinosa de los Monteros, ha decidido abandonar su actividad política.
"Mis padres ya no son tan jóvenes y mis hijos aún no son tan mayores, pero aunque están bien he pasado suficientes noches de hospital con ellos como para meditar sobre el momento vital en el que me encuentro", ha señalado el dirigente madrileño en una intervención ante los medios para explicar los motivos que le han llevado a no recoger el acta de diputado para la siguiente legislatura.
En dicha comparecencia, lejos de soltar reproches y ahondar en la crisis política que sufre Vox, Espinosa de los Monteros ha vuelto a tirar de actitud elegante para dar la gracias al Comité Ejecutivo Nacional del partido y, sobre todo, a Santiago Abascal. "Tengo esperanza de ver, más pronto que tarde, a Abascal en la Moncloa", ha dicho.
Sin embargo, su renuncia agrava la hemorragia que arrastra un partido siempre bajo las críticas por su falta de democracia interna y la supuesta mano de hierro con la que Abascal ejerce su poder dentro de la formación. Desde el 'asalto a los cielos' de Vox en las andaluzas de 2018, el partido ha sufrido un goteo constante de bajas y expulsiones. Casi la mitad de los concejales que obtuvo en las municipales de 2019 acabaron fuera del partido antes de acabar su mandato y muchos han sido los testimonios de exmiembros que denuncian falta de transparencia, control férreo e incluso financiación oculta. "Vox es una secta para adorar al líder", explicaba, por ejemplo, un expresidente provincial en Toledo.
Pese a todo, el primer gran seísmo que desestabilizó al partido se produjo con la abrupta salida por la puerta de atrás de Macarena Olona tras las andaluzas de 2022. Una vez que la formación se quedó en la irrelevancia con la mayoría absoluta de Juanma Moreno, Olona esgrimió "razones médicas" para dejar el partido. Sin embargo, meses después en un programa de televisión, señaló que también se fue "porque tenía claro que iban a apagar mi voz", y porque se había convertido en un "obstáculo para la actual deriva".
En las diferentes entrevistas, Olona detalla que miembros de Vox inventaban "bulos" para atacarla y denunció a un asesor de Vox por denigrarla a través de un canal de Telegram. No contenta con eso, también dejó caer la sospecha de una supuesta financiación irregular y admitió que dentro de Vox había personas muy próximas al fascismo. "Vox no es un partido nazi, pero sí me he encontrado con personas del entorno de Vox que hacen loas a Hitler", aseguró ante Jordi Évole.
Para entonces, Olona ya explicaba que Vox se había dividido en dos bandos: el ala ultracatólico de Buxadé y la vertiente liberal de Espinosa de los Monteros. Un desgarro que se abría paso poco a poco en las entrañas del partido y que comenzaba a dinamitar el proyecto de Abascal. El líder intentó cerrar la hemorragia sacrificando a Javier Ortega Smith como secretario general y sustituyéndolo por Ignacio Garriga. Era octubre de 2022, Vox ya se desinflaba en las encuestas y España estaba abocada a un intenso año electoral.
Los juegos de poder de cada partido tienen su máxima escenificación en la configuración de las listas electorales. Y fue ahí donde Espinosa de los Monteros comenzó a perder la batalla. Algunas de las figuras más representativas del ala liberal de Vox, como Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso, se quedaron fuera mientras se reforzaba la influencia de corrientes religiosas dentro de la organización y de perfiles más extremistas. Sus máximos representantes serían el asesor Kiko Méndez-Monasterio, el vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé, y su mano derecha, Ignacio Hoces, quien - según subraya El País - "defienden políticas económicas proteccionistas muy alejadas de los postulados ultraliberales de Espinosa de los Monteros".
El mismo medio relata que fue el equipo de Buxadé quien creó dichas listas electorales y que resultó sorprendente el protagonismo en campaña que acogió el vicepresidente de Acción Política cuando él ni siquiera era candidato al 23-J. Tanto fue así, que hasta compartió protagonismo con todo un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales como es Espinosa de los Monteros para presentar el programa económico del partido.
Esta situación provocó un distanciamiento del portavoz con Abascal, con el que sólo ha mantenido conversaciones informales por WhatsApp durante los dos últimos meses. Un líder, a su vez, que descartó asumir responsabilidades tras el fracaso del 23-J y que aplacó cualquier discrepancia interna culpando a los medios, a la demoscopia y a todo lo que hiciera falta para explicar el retroceso de la formación.
Lo cierto es que la campaña de Vox, supuestamente bajo responsabilidad de Buxadé, se basó en marcar unas líneas identitarias radicales sobre la violencia de género, la okupación o la inmigración mientras algunos de sus gobiernos saltaban a los titulares de la prensa por vetar obras de teatro o películas infantiles como Lightyear.
Fruto de ese giro ideológico deriva la decisión de dejar fuera de las listas a 13 de los 52 diputados que obtuvieron su escaño en 2019. Algunos de ellos, este martes, han alzado la voz este martes tras el anuncio de Espinosa de los Monteros. Rubén Manso ha publicado un artículo en VozPópuli titulado directamente "Vox no tiene futuro". En él, alaba a Espinosa de los Monteros y acusa a Vox de haber caído en "la caricatura" que desde fuera hacían del partido. "Este partido del que muchos hacían una caricatura que, como toda caricatura era injusta e hiperbólica, ha decidido parecerse a ella y no al épico retrato que algunos, con Espinosa de los Monteros de maestro, iban pintando", avisa.
El exdiputado cree que Vox será "será el primer partido de la derecha no convencional que fracasará en Europa". "Como algunos adolescentes, ha decidido castigar a sus padres comportándose de manera irresponsable, porque Vox tenía una responsabilidad de la que ha dimitido", censura.
También otro de los purgados, Víctor Sánchez del Real, ha expresado su descontento compartiendo en su cuenta personal de Twitter comentarios críticos con la dirección. Y el expresidente de Vox Madrid, José Luis Sánchez, ha señalado: "Primero se terminó con la democracia interna. Luego se prescindió de gente que lo dio todo por Vox desde el inicio como Sánchez del Real o Mazaly Aguilar".
Javier Ortega Smith, todavía dentro de la organización, también ha dejado entrever cierto malestar al lamentar la salida de Espinosa "y mucho más las razones que la provocan". El diputado electo cree que algunos no han sabido reconocer al exportavoz parlamentario de Vox su "lealtad, generosidad y sacrificio".
Mientras Vox se desmiembra bajo la sombra del destino que ya recorrieron Ciudadanos y Podemos, la ultraderecha intenta capitalizar el bocado de poder que ha obtenido tras el 28-M en Aragón, Comunidad Valenciana y Extremadura, sumado al de Castilla y León el año pasado. Un breve paréntesis de regocijo para una formación que teme que la repetición electoral en ciernes se lleve por delante el sueño de dos hombres a quienes el destino unió hace ahora once años en la fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes). Estos hombres se llamaban Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros.