Viaje a ninguna parte: el camino de Feijóo de la euforia triunfalista al fracaso de la investidura
El candidato popular a la investidura, tras la protesta de este fin de semana y sin apoyos, enfila el final de sus pretensiones para ser el presidente del Gobierno de la XV legislatura.
Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular y candidato a presidente del Gobierno en la investidura que se vota este miércoles en el Congreso de los diputados, enfila su derrota parlamentaria después de darse un baño de masas ante 40.000 fieles en Madrid el pasado domingo. En dicho acto se reivindicó como "defensor" del legado de los "demócratas" españoles, pero la realidad es que los resultados de las elecciones generales del 23J no le dan opciones para desempeñar dicha pretensión.
Parece que han pasado décadas desde que el líder gallego saliera al balcón de Génova 13 el 28 de mayo para festejar los buenos resultados del Partido Popular en las elecciones autonómicas y municipales. Un hito que les llevó a recuperar comunidades tan emblemáticas como aragonesa o la valenciana.
Entonces el PP ya se veía en La Moncloa, pero todo se torció apenas unas horas después. El entonces presidente del Gobierno, ahora en funciones, Pedro Sánchez, disolvía las Cortes y convocaba elecciones generales para el 23 de julio. El PP, aunque crecido, no pudo alargar la fiesta por su triunfo. Y las mieles de la victoria empezaron a amargarse rápidamente cuando empezaron a sucederse los pactos con la extrema derecha de Vox, aliados indispensables para consumar sus conquistas territoriales en Aragón, Comunidad Valenciana o Extremadura.
Esas alianzas, junto a una campaña electoral que se torció irremediablemente en la última semana entre mentiras y afirmaciones falsas, terminaron de aguarlo todo. El PP obtuvo 137 diputados que, si bien suponían 47 más que en 2019, tenía que enfrentarlos a los 121 del PSOE y 31 de Sumar. La izquierda salvaba los muebles, y el PP se quedaba, junto con los 33 diputados de la ultraderecha y el presumible apoyo de UPN y Coalición Canaria, a cuatro diputados de la mayoría necesaria para investir a Feijóo como presidente del Ejecutivo. El resto de partidos anticiparon su negativa a las pocas horas de finalizado el recuento.
Verano azul oscuro casi negro
El verano azul que promulgaba el PP como una enmienda a la totalidad de los cuatro años de la coalición se derrumbó el 23 de julio. Según la prensa, Feijóo sufrió un bajón anímico importante tras el batacazo, nadie quería apoyarle mientras sostuviera sus pretensiones presidenciales en la extrema derecha. El líder quedó solo, acorralado entre la ultraderecha y la pared.
Los populares estuvieron todo el verano intentando cortejar a los cinco diputados del Partido Nacionalista Vasco (PNV), apelando a cuando, en 1996, los jetzales apoyaron a Aznar para llegar a La Moncloa y desalojar a un Felipe González que llevaba desde 1982 en el palacio.
Pero no, no y mil veces no. La formación vasca, aunque enclavada en el espectro político del centro derecha, lo dejó claro desde el principio: mientras Vox esté en la ecuación, ni hablar de apoyos. La otra formación independentista a la que el PP trató de arrimar junto a sí fue nada menos que Junts, dirigida por Carles Puigdemont desde Bélgica, país en el que permanece huido desde el 1-O de 2017.
Ese coqueteo con Junts, sin embargo, fue el detonante de divisiones internas dentro del partido, especialmente de los cuadros populares catalanes, que no entendían por qué desde Madrid se abrían a negociar apoyos con una formación que hasta hace semanas tildaban de "golpista".
El ruido interno se apagó cuando, tras anunciar los de Puigdemont que la amnistía por el 1-O era condición indispensable para lograr su apoyo, Feijóo aprovechó para hacer borrón y cuenta nueva y descartar cualquier pacto con los independentistas catalanes. Con esa vía cerrada y el PNV firme en su negativa, también se definió el que será, a todas luces, el fracaso de su investidura del día 27.
Vox: un compañero de viaje traicionero
El único apoyo de envergadura para Feijóo, de 33 diputados, se encuentra en Vox, partido ultra liderado por Santiago Abascal, que se abrió a brindarle sus votos sin condiciones... Pero los de Abascal han demostrado en más de una ocasión que su lealtad no es rotunda.
Los extremistas, que entre otras cruzadas mantienen una posición negacionista sobre la violencia machista o el cambio climático, han forzado al PP a incluirles en Gobiernos autonómicos como el de Extremadura o Murcia para evitar nuevas elecciones. Pero en el plano de la política nacional, el último desencuentro sonado fue en la votación para la Mesa del Congreso.
Ocurrió el 17 de agosto. Los de Feijóo dieron por hecho que los diputados de Vox votarían a su candidata, Cuca Gamarra, pero ante la negativa de los de Génova 13 a cederles puestos en la Mesa, los 33 de Vox optaron por votar a su propio candidato, Ignacio Sánchez Lázaro. La socialista Francina Armengol salió elegida con una mayoría de 179 votos.
Menos grave, aunque también movido, fue el último desplante de los ultraderechistas. Ocurrió durante el debate para modificar el Reglamento del Congreso de los Diputados para permitir que se pudieran utilizar todas las lenguas cooficiales. Los de Abascal, primero, se fueron del hemiciclo cuando Besteiro, diputado socialista, comenzó a hablar en gallego.
Pero la segunda reacción llegó cuando intervino Borja Semper (PP), que se arrancó a hablar en euskera un día después de haber dicho que lo de las lenguas cooficiales en el Congreso era "hacer el canelo". La ultraderecha se puso en pie, se fue de nuevo y en el PP se reabrieron los resquemores. "No era el día de hablar en euskera", comentaron a El País fuentes populares.
Aun con todo, nada indica que el último desencuentro haga peligrar los apoyos de Vox al candidato popular, según ellos mismos. Aunque, a tenor del pasado, habrá que esperar a la votación para corroborarlo.
24S: Feijóo, autoinvestido líder de la oposición
Tras un veranus horribilis, Feijóo se invistió a sí mismo en la protesta de este domingo como líder de la oposición. Afirmando que seguiría adelante a pesar de la falta de apoyos, "cueste lo que cueste", aunque el precio sea su fracaso como presidenciable.
La secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra, afirmaba este lunes en rueda de prensa que Feijóo es el primer candidato que "pudiendo obtener los votos para ser presidente, renuncia a conseguirlos". Salvo transfuguismos de última hora de algunos diputados del PSOE, una baza que han jugado en las últimas semanas algunos dirigentes populares como Juan Manuel Moreno Bonilla o la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, las cuentas están claras.
Feijóo ha mostrado en sus redes que está preparándose para el discurso de este martes, cuya duración, según el Partido Popular, será de en torno a una hora y media. El Rubicón cruzado y la suerte echada, Feijóo se dirige, arropado por los suyos, hacia el final de un viaje que, vistos los apoyos y las pretensiones, va hacia ninguna parte.