"No me puedo independizar porque no me da el sueldo": cuando la precariedad juvenil impide echar el vuelo

"No me puedo independizar porque no me da el sueldo": cuando la precariedad juvenil impide echar el vuelo

La subida del precio de la vivienda, la inflación y la precariedad juvenil impide al 70% de los menores de 30 años que trabajan poder independizarse.

Un cartel de 'se alquila', en Madrid.Burak Akbulut/Anadolu Agency/Getty Images

Más del 70 por ciento de los jóvenes que trabajan sigue viviendo con sus padres, según los últimos datos del Observatorio de la Emancipación a cierre de 2023, que muestra un aumento de la edad media en la que abandonan el hogar familiar hasta los 30,4 años.

El precio de la vivienda, la inflación y el coste de la vida ha provocado que la tasa de emancipación juvenil alcance el 17 %. Se trata de la mejor cifra desde mediados de 2020, pero aún está lejos de la que había antes de la pandemia (18,6 %) y del pico que alcanzó en 2007 (el 26,1 %).

"Cobro unos 1500 euros al mes y es muy difícil irme a vivir sola. Los pisos están en torno a 850 o 900 euros y es un suplicio, porque te quieres ir, vas a verlo y priorizan siempre a nóminas más altas o incluso gente que se lo queda sin ir a verlo. Es muy difícil", comenta Juan, de 26 años, y que lleva trabajando desde los 22.

"Si quieres una habitación, buena suerte. Si quieres algo barato empiezas a ver cosas a partir de los 400 euros y en zonas alejadas de Madrid, mal comunicadas y con pisos que no se reforman desde los años 70. He llegado a ver pisos en los que se podría haber grabado 'Cuéntame'. Y encima te encuentras con que es más barato porque viven cinco o seis personas. ¿Sabes lo que es compartir un baño con seis? ¿Que seis personas nos hagamos la cena o la comida? Cada uno tiene su horario y acaba siendo un caos. Me volví a casa el año pasado porque para estar en un piso así prefería buscar tranquilamente. Además, así ahorro algo, porque entre pagar el alquiler, la compra, los gastos de la casa y la gasolina porque trabajo lejos, cuesta mucho llegar", explica con pesar.

Marta contaba hace unos meses a este medio una situación parecida. Tiene 23 años. Tras acabar su carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid hizo un máster relacionado con la Unión Europea, pero al ver el horizonte laboral pasando por el trámite de ser becaria y viendo cómo muchos amigos han pasado años trabajando sin cobrar, decidió empezar a opositar.

"Como madrileña, que vivo con mis padres aquí en Madrid, pues tengo la facilidad de poder quedarme en su casa y no trabajar durante un tiempo intentando obtener mi plaza porque es lo único a lo que veo futuro y que tiene que ver con lo que yo he estudiado”, resumía.

“Me he tomado la primera convocatoria para estudiar a tope y no trabajar porque me lo puedo permitir, pero es probable que no la obtenga porque es muy complicado. Ya después tendré que buscarme algo. Eso sí, lo de la vivienda ahora mismo ni me lo planteo, lo veo a años luz”, insistía.

Si me busco un trabajo de media jornada o me meto en un sitio de prácticas que no me aseguran un trabajo por no tener la experiencia necesaria tampoco me da para alquilar una casa o una habitación. Me siento en una incertidumbre bastante grande”, añadía.

La situación de Marta es la que viven millones de personas en España. 1 de cada 4 españoles ha preparado o está preparando oposiciones, según un estudio de OpositaTest. Concretamente, 2.414.561 personas han opositado en 2023 y dos de cada diez españoles entre 18 y 55 años está pensando opositar en los próximos meses dada la inseguridad que ven en su futuro laboral en el sector privado y abocados por la estabilidad que da el sector público a la hora de, por ejemplo, acceder a una vivienda.

"Tengo suerte no todo el mundo con como esta el precio de la vida puede irse de casa. si te vas no te independizas porque acabas compartiendo piso", comienta Pablo, que prefiere dar este nombre ficticio porque trabaja en el ámbito del periodismo televisivo. "Cobro entre 26.000 y 30.000 euros y tengo 26 años, es un sueldo bastante aceptable para mi edad y para lo que cobran amigos que trabajan en otros campos", explica a la par que enumera el por qué cree que es un privilegiado: "Tengo la posibilidad de vivir solo porque puedo pagar un alquiler muy reducido a familiares y pago por debajo del precio de mercado y me he podido independizar".

"Si no tuviera esto estaría obligado a tener que compartir piso. No podría vivir solo porque con mi sueldo no podría permitírmelo ni a las afueras de Madrid", explica. "La mayoría de mis amigos de mi edad siguen con sus padres. Incluso tengo amigos que son pareja desde hace años y no se pueden permitir irse a vivir juntos y solos porque no les da con dos sueldos. No creo que sea lo que quieren después de tantos años. Los que viven solos comparten piso, en muchos casos con muchas personas. Al final no es independizarte. Es irte a vivir con otras personas para no vivir con tus padres. No hay intimidad", resume.

"Mi profesión es dura y está mal pagada. Tengo amigos que vinieron a Madrid a estudiar y se han vuelto. Por ejemplo, tengo una amiga en Murcia que se tuvo que volver porque con los sueldos de periodista no era viable vivir en Madrid y acabó encontrando algo en comunicación. Otra, de Aragón, acabó trabajando en un periódico local allí y no tiene unas condiciones económicas buenas", explica.

"Mis padres me han tenido que mantener porque hasta hace un mes no he trabajado al acabar la carrera. Yo cobro 1.800 como enfermero y se me van 500 en alquiler más gastos. En verano mis compañeros no estaban en casa así que pago los gastos. También soy celiaco y es más caro hacer la compra y trabajo en Alcorcón, incluye que me desplace en coche porque vivo en un pueblo a las afueras de Madrid", indica Damián, de 24 años.

"No podría irme a vivir solo. Un alquiler, incluso un estudio pequeño, sale por 700 u 800 euros fuera de Madrid, sin contar gastos. En realidad rondan los 1000, pero a veces te encuentras algo más barato. Los que son más asequibles es una sala con baño, salón, habitación y cocina y no tiene calidad de vida.", añade al respecto.

"Todos los que no somos de Madrid tenemos que compartir piso porque estamos desplazados para poder estudiar. Mi sector, que es la enfermería, no permite con el salario base irse solo. Incluso tengo la vida social limitada para poder ahorrar y sigo recibiendo la ayuda de 500 euros de mis padres para que ahorre mi sueldo y poderme independizar en algún momento, lamenta sin mucha esperanza. "Yo lo veo muy lejano. Los contratos de enfermería son muy precarios. No tenemos un escenario fijo. Mi contrato acaba el 31 de agosto. Tengo una prolongación y acabo el 23 de septiembre. No sé si voy a tener trabajo después en mi hospital o meterme en la bolsa de trabajo e ir tirando con contratos de horas", explica sin saber muy clara su nómina de septiembre o si la tendrá en octubre.