Miguel Ángel Rodríguez, un 'triturador' acostumbrado a moverse en el fango
Alzó a Aznar hasta la Moncloa y después cayó en desgracia entre excesiva verborrea y un accidente por conducir ebrio. Ayuso le devolvió la ilusión cuando le confió su carrera política. Estos días, ha vuelto a mostrar todas sus artimañas y sus malos modales.
- Miguel Ángel Rodríguez. Buenas noches, noches.
- Buenas noches, cabrón. Para ir creando un ambiente distendido.
En el mítico programa de Las noticias del guiñol de Canal Plus, Miguel Ángel Rodríguez fue un personaje habitual. Entró a formar parte del selecto club de famosos caricaturizados en 1997, cuando era secretario de Estado de Comunicación, y siempre se le dibujaba de la misma manera: como alguien deslenguado, con tono faltón y algo agresivo. "Pico de oro", le llegaron a rotular.
Su guiñol coincidía con la imagen que públicamente se tenía de este periodista vallisoletano que creció a la sombra de José María Aznar. Un hombre astuto, de piel gruesa y una verborrea implacable. Su estilo incisivo y directo embaucó al futuro presidente del Gobierno cuando Rodríguez cubría para El Norte de Castilla su campaña de cara a las elecciones autonómicas de Castilla y León en 1987. “Dormí con él en la misma habitación de un hotel cuando no le daban cobijo sin reserva adelantada”, rememoró después el propio Miguel Ángel en su libro Y Aznar llegó a presidente.
De ahí que, por su confianza y trabajo, Aznar le acabara nombrando portavoz de la Junta de Castilla y León tras ganar por sorpresa aquellas elecciones y formar gobierno. Y así fue como el Miguel Ángel Rodríguez periodista que firmaba con sus iniciales - M.A.R, - algunos de sus artículos en prensa, se convirtió en el M.A.R. político que no dudaría en bajar al barro para cubrirse hasta el cuello de polémicas, salidas de tono y amenazas.
Y ha protagonizado muchas. Ya en Castilla y León se le acusó de ser el autor de una lista negra con los nombres de doce periodistas que cubrían la política regional. El informe de seis folios, con el sello de Presidencia de la Junta, contenía valoraciones profesionales, políticas y personales de los profesionales de la comunicación. "Los anti casa, anti PP y anti todo", se decía sobre algunos de ellos. El PSOE prometió estudiar a fondo el asunto cuando el documento salió a la luz, pero la investigación se cerró sin ningún resultado y Miguel Ángel Rodríguez nunca reconoció su autoría. Por lo que sí dimitió de su cargo fue por contar a un periodista que un diputado del CDS cobraba dietas irregulares.
Pero tras el nombramiento de José María Aznar como candidato del PP a las elecciones generales, pasó a ser director de comunicación del partido a nivel nacional con sólo 24 años. Y después, con Aznar ya en Moncloa, se convirtió en Secretario de Estado de Comunicación y portavoz del Gobierno de España.
Desde un principio, la relación con la prensa no fue nada fácil, puesto que Rodríguez no dudó en exhibir un tono bronco y especialmente duro. Las polémicas durante esta etapa fueron numerosas y variopintas, y siempre protagonizadas por quien acabó apodado como "el terror de Génova".
De ahí que no sorprenda que ahora, como 'mano derecha' de Ayuso en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, haya insultado a periodistas vía Whatsapp, haya amenazado con "triturar" a medios e, incluso, admitiera la fabricación de un bulo como el caso de los periodistas encapuchados que habrían intentado asaltar el domicilio de la presidenta madrileña. "Siempre ha sido de mandar mensajes duros sin pensar", señala una fuente de Génova cuando le preguntamos sobre esta difícil relación de M.A.R. con la prensa.
Especialmente sonado fue su enfrentamiento con Antonio Asensio, al que, según el testimonio del empresario, amenazó con la cárcel si mantenía un acuerdo al que había llegado con Canal+ por los derechos de retransmisión del fútbol. Más lejos llegó el periodista José Oneto al definir el modus operandi de Rodríguez durante una entrevista en televisión: "O plomo o plata".
En todo caso, muchas personas creen que Aznar llegó a la Moncloa gracias, en parte, a su eficaz estrategia de comunicación. Algunos incluso, dicen, que el célebre "váyase, señor González", que pronunció en el Congreso de los Diputados y que supuso todo un punto de inflexión en la carrera política de Aznar, tiene la rúbrica de Miguel Ángel.
Tal como recoge el periodista Manuel Viejo en El País, ya en Castilla León, Rodríguez "vendió sin tapujos a Aznar como un nuevo líder nacional y diseñaba políticas para España desde Valladolid". Una analogía muy precisa con respecto al trabajo que desempeña ahora con Díaz Ayuso desde el gobierno de Madrid. Y se le asocia también, muy oportunamente, con esta frase: “No hace falta comprar a un medio de comunicación, basta con ser su mejor cliente”.
Pero los ataques de Miguel Ángel Rodríguez contra todo y contra todos empezaron a pasarle factura. Cada viernes, en cada Consejo de Ministros, había "algún pollo". El 1 de julio de 1998 anunció, por sorpresa, su dimisión. “Es una decisión personal. No tiene que ver con la política. Vitalmente me ha llegado el momento de hacer otras cosas”, dijo al finalizar la rueda de prensa. Algunos dicen que estaba cansado de ser el “pararrayos del Gobierno”, pero otros creen que Aznar buscó más sensatez y discreción en el área comunicativa. Sobre todo porque a Jordi Pujol le gustaba poco o nada su perfil y había que entenderse como fuera con CiU. Por eso no sorprende que su sustituto fuera Josep Piqué.
La vida de Miguel Ángel Rodríguez cambió por completo desde entonces. Presidió la multinacional publicitaria Carat España, fundó la productora Splendens Ibérica, produjo programas para la televisión como El rival más débil y escribió novelas. Pero, sobre todo, se dedicó a ser colaborador y tertuliano en programas de televisión. Y sin el lastre de representar a un Ejecutivo (si es que alguna vez eso fue un problema), M.A.R. se dedicó a hablar sin filtro de plató en plató. “A saber por qué sigue ahí, a ver a quién le pasa cocaína”, dijo sobre El Gran Wyoming. Al doctor madrileño Luis Montes le llamó 'nazi', lo que le costó una condena de 30.000 euros por injurias. En 2013, también fue condenado por conducir borracho. Y no fue por dos copas de más: cuadruplicó la tasa de alcohol tras chocar con otros tres vehículos estacionados.
Si la televisión le sabía a poco, Miguel Ángel Rodríguez también comenzó a escribir polémicas publicaciones en Twitter y otras redes sociales. "He llamado a Garrido mierda. Lo siento. Quería decir tránsfuga de mierda", dijo sobre Ángel Garrido. "Es físicamente atractiva como hembra joven. Políticamente es inconsistente", dijo sobre Inés Arrimadas. A Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, le dedicó directamente un: "Jódete, imbécil".
En 2019, tras dos décadas apartado de la vida política activa, una desconocida Isabel Díaz Ayuso le llamó para pedirle ayuda de cara a su campaña electoral para las autonómicas en Madrid. Y el M.A.R. político, ese que nunca se había ido del todo, no dudó en prestarle su ayuda. Con un poco de suerte (y un pacto con Cs y Vox), Ayuso llegó a la Real Casa de Correos y decidió contar con Miguel Ángel Rodríguez como su jefe de gabinete. Fue entonces cuando el perfil de Ayuso se hizo más popular, confrontando directamente con Pedro Sánchez en la pandemia y convirtiéndose en la nueva figura revolucionaria de la derecha. Entre la oposición nadie duda de que el poder de Miguel Ángel Rodríguez en la Comunidad de Madrid es enorme y detrás de toda decisión de Ayuso, está él.
El auge de Ayuso hizo temblar al PP de Pablo Casado, que veía como amenaza la autonomía y fortaleza que exhibía la nueva 'lideresa'. Como por ejemplo, cuando decidió sin consultar con Génova el adelanto electoral de 2021 ante el peligro de una moción de censura pactada por PSOE y Cs. Pero la relación terminó por romperse en la noche electoral del 4 de mayo, cuando Casado impidió que Ayuso celebrara en solitario - "durante al menos 30 segundos", como había pedido - su victoria. De madrugada, tal como contó posteriormente El Mundo y pudo confirmar El HuffPost, Miguel Ángel le envió un Whatsapp a Casado en el que, entre insultos, le dijo: "Me has demostrado ser una mala persona".
Unos meses después, todo saltó por los aires con la comisión que Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta madrileña, había cobrado tras formalizarse un contrato de 1,5 millones para la compra de mascarillas durante los primeros compases de la pandemia. Casado consideró que Ayuso estaba condenado al ostracismo con esta información que manejaban, pero Miguel Ángel Rodríguez contraatacó - presuntamente - filtrando el presunto espionaje al que Génova habría sometido a Ayuso. Todos conocemos el final de esta historia.
Actualmente, con Feijóo la relación es más fluida que con Casado. De hecho, se han visto en varias ocasiones y fue Miguel Ángel Rodríguez quien le ayudó a preparar el cara cara con Sánchez en la campaña del 23-J. Y aunque ha ido capeando con más o menos éxito todos los envites como 'mano derecha' de Ayuso, el presunto fraude fiscal cometido por la actual pareja de la presidenta madrileña ha sacado a relucir de nuevo todas sus artimañas y sus malos modales.
Tal como publicó El HuffPost esta semana, la dirección nacional del PP cree que el círculo más próximo a la presidenta de la Comunidad de Madrid no está articulando una buena estrategia para responder a esta crisis y que se han cometido graves errores de comunicación. Algunos barones del partido han llegado a admitir que las declaraciones públicas y privadas de Miguel Ángel Rodríguez atacando a determinados periodistas por publicar estas informaciones "no tienen un pase" y manchan la gestión de esta polémica. "En circunstancias normales, lo normal sería que dimitiera", aseguraba uno de estos líderes.
Pero de Miguel Ángel Rodríguez nadie puede espera una disculpa, porque su ADN de guerrero combativo en permanente trinchera no se lo permite. Su obsesión es la resistencia y no es capaz de bajar los brazos hasta salirse con la suya. De una manera o de otra. "Me gusta cuando las cosas salen bien", escribió tras una de las victorias electorales de Ayuso. Y en la ficción relatada de M.A.R., las cosas siempre acaban saliendo bien.