Cuenta atrás para "el caos" en Gibraltar: "No sabemos qué va a pasar a partir de noviembre"

Cuenta atrás para "el caos" en Gibraltar: "No sabemos qué va a pasar a partir de noviembre"

España, Reino Unido y el gobierno del Peñón no avanzan en la negociación para regular las relaciones entre la colonia y la UE tras el Brexit. Si fracasa el diálogo, se endurecerían los controles en la Verja.

Paso fronterizo entre la Línea de la Concepción y GibraltarGetty Images

El próximo 10 de noviembre, la Unión Europea tiene previsto implementar en todas sus fronteras el denominado Sistema de Entradas y Salidas (EES), que registrará a todos los viajeros de países no pertenecientes a la UE que ingresen al espacio Schengen por periodos cortos de hasta 90 días. La EES, que reemplazará el actual sistema de sellado de pasaportes, permitirá un intercambio de información en tiempo real entre los países miembros, asegurando que las autoridades fronterizas dispongan de los datos adecuados en el momento necesario. 

Además, a partir del primer semestre de 2025, se sumará el Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes (Etias), que exigirá una autorización previa de viaje a ciudadanos de países exentos de visa. Algo muy similar al denominado ESTA que ya es obligatorio para viajar sin visado a Estados Unidos para ciudadanos de 38 países.

Los nuevos controles de la UE, a todas luces más sofisticados y eficaces, han encontrado sin embargo en Gibraltar una difícil implantación después del Brexit. Desde 2021, el Peñón es a todos los efectos territorio de un país tercero y la línea que separa la colonia británica de la Península: una frontera exterior. Por lo tanto, sobre el papel, los nuevos protocolos fronterizos de Schengen deberían aplicarse en La Verja desde este mismo mes de noviembre. Algo que, según denuncian los sectores industriales, comerciales y turísticos de la zona, provocará "un caos" en la frontera, con inmensas colas de espera y retenciones durante horas de mercancias. 

  Un mapa donde se señaliza GibraltarKajdi Szabolcs

Desde finales de 2020, España, Reino Unido y el Peñón discuten la forma de evitar esta situación anómala tras la salida de los británicos de la UE. De manera provisional, los gibraltareños han podido pasar hasta ahora al otro lado de la Verja sin más requisito que exhibir su tarjeta de identidad gibraltareña. Pero este proceso temporal acabará en noviembre con la implantación obligatoria de las nuevas medidas exigidas por Bruselas. 

Aunque las negociaciones cumplen ya más de tres años, el acuerdo no termina de cerrarse. Fuentes del Ministerio español de Asuntos Exteriores subrayaron hace dos semanas a El País que “el 80% del futuro tratado ya está acordado", aunque reconocían que faltaba “el 20% más sensible”. 

Ese porcentaje de desacuerdo procede, sobre todo, de la negativa de Gibraltar a permitir que policías españoles y de Frontex (Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas) puedan moverse libremente "por todo el recinto fronterizo” y prestar servicio “de uniforme” y “portando armas”. Unas palabras que el Gobierno puso negro sobre blanco en una respuesta al PP en el Senado y que enfadaron mucho a Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar. “No habrá botas españolas sobre el terreno”, dijo públicamente.

¿Quién controla a quién?

Aunque las negociaciones se llevan con total secretismo, el "principio de acuerdo" al que se llegó en 2021 señalaba que se 'derribaría' la Verja y que los controles se realizarán tanto en el puerto como en el aeródromo del Peñón. En estos espacios habría una 'doble llave': Gibraltar decidirá primero si autoriza o deniega la entrada al visitante, usando su propia base de datos. Después, sería España quien decididiría finalmente la entrada en el área Schengen, donde se incluiría Gibraltar. 

“Ambas decisiones serán acumulativas”, se señalaba en un documento que también recogía literalmente que “España y Gibraltar harán los controles de personas y equipajes en las instalaciones del puerto, además de otros controles sobre cruceros y puerto deportivo” o que “Oficiales españoles y gibraltareños compartirán oficinas en una instalación en el aeropuerto creada con este fin”. Es decir, se garantizaba la presencia de policías españoles para hacer las labores de vigilancia y control fronterizo, algo a lo que Picardo ahora se negaría. 

"España y la UE no pueden aceptar que un país externo controle quién entra al espacio Schengen, sobre todo porque esa persona, después, no se encontraría con ningún otro control hasta la frontera de Polonia con Bielorrusia", explica a El HuffPost Luis Romero, periodista y profesor honorario de la Universidad de Cádiz. 

El reportero, que ha estado más de 25 años cubriendo la información política en la zona, también ve difícil que Reino Unido deje que otros controlen la entrada y salida de sus soldados, puesto que no podemos olvidar que Gibraltar alberga una base militar y cuenta con amplia presencia de Defensa en todo su territorio. "Un avión militar británico que aterriza en Gibraltar ahora no está sometido a ningún control. Pero si España o Frontex asumen la vigilancia del tráfico de personas en el Peñón, ¿implicaría eso también la de los soldados? Al final todos somos miembros de la OTAN y podría arreglarse, pero es un problema", asegura el periodista.

A estos problemas de tráfico de personas, se suma otro sobre las mercancías. "Gibraltar tiene una tasa fiscal inferior a la española y la europea. Si tú levantas la verja, ¿qué impide que los productos con una tasa fiscal baja pasen a España y la UE? Haría falta un equilibrio fiscal que lo redujera, aunque no podemos olvidar que buena parte de Gibraltar vive precisamente de esa diferencia fiscal", sostiene Romero, recordando que una botella de whisky o la gasolina cuesta un 25% más barato que en España, y el tabaco un 15%.

Ciudadanos "en el limbo"

  Imagen aérea de GibraltarGetty Images

En caso de no alcanzarse un acuerdo in extremis, la situación en el Peñón bascularía hacia el lado completamente opuesto: un mayor control fronterizo y mayor carga burocrática en el control de acceso de personas y mercancías en la Verja. Según datos facilitados por el Gobierno de Gibraltar, ahora mismo hay más de 15.000 personas que viven en España pero que trabajan en el Peñón, cruzando a diario la frontera. La gran mayoría son españoles (10.406), pero también hay británicos (1.779) e incluso gibraltareños (137).

"Esas más de 15.000 personas son la única palanca que Gibraltar tiene para chantajear en el buen sentido de la palabra a España. Pero también es verdad que si esas personas no pasan, el sistema de vida de gibraltar desaparece, puesto que su economía la sostienen en buena parte estos trabajadores. Por ejemplo, el 80% de la plantilla del único hospital que hay en Gibraltar lo conforman profesionales españoles. ¿Quién cuidaría entonces de los enfermos?", se pregunta Luis.

Poner más trabas burocráticas en la frontera desataría irremediablemente "el caos", aunque se podría intentar paliar en parte con un acuerdo bilateral de tráfico fronterizo. "¿Alguien puede imaginarse las colas que se formarían a las ocho de la mañana con miles de personas intentando entrar a la vez?", se pregunta Luis. "Sobre todo, teniendo en cuenta que el gobierno gibraltareño ya ha dicho que pondrá a los españoles los mismos impedimentos que los españoles pongan a los gibraltareños para la entrada o salida de su territorio", añade.

Para Antonio Varela, presidente del Colegio Oficial de Agentes de Aduanas en el Campo de Gibraltar, la incertidumbre es todavía mayor para sus intereses y los de quienes defiende. Si no hay acuerdo, las mercancías quedarían paralizadas en los recintos aduaneros durante horas. "Sería un desastre bastante grande y supondría fuertes pérdidas para todos", asegura a El HuffPost. Pero si hay pacto y se elimina la Verja, muchas de las empresas a las que él da voz tendrían que cerrar. "No tendría sentido que haya agentes si las mercancías pueden circular libremente", asegura.

Pero lo que más lamenta Varela es la opacidad con la que se están llevando a cabo las negociaciones entre España, Reino Unido y Gibraltar. Y la falta de atención que, en su opinión, les está brindando el Ministerio de Exteriores. "Solicitamos una reunión en Madrid hace ya bastantes meses y todavía no hemos obtenido respuesta", asegura.

Tanto él como sus representados abogan por mantener con alguna mejora el estatus actual en la Verja. "Si algo funciona bien, ¿por qué cambiarlo? Hay buena sintonía y sentido de vecindad entre los dos lados de las aduanas y también entre los transportistas", señala.

Un sentimiento que, en parte, también comparte Luis después de muchos años viviendo en la zona. "Es muy diferente la visión que tenemos los de aquí con lo que escuchas o lees en el resto de España sobre Gibraltar. Aquí no existe ninguna confrontación. Las familias se entremezclan con total normalidad, los jóvenes gibraltareños salen de fiesta por La Línea los fines de semana... ¿Hay intereses que pueden ser contrapuestos? Sí, pero cada uno defiende lo suyo. Si yo fuera llanito también diría lo mismo que ellos. ¿Cómo voy a defender vivir peor? Ellos viven en el mejor mundo de los posibles, puesto que Gibraltar tiene la segunda mayor renta per cápita del mundo. Así que entiendo su planteamiento, aunque no lo comparta.", concluye Luis. 

Para la elaboración de este artículo, El HuffPost se ha puesto en contacto con el gobierno de Gibraltar a través de su Servicio de Información con el objetivo de conocer su opinión y buscar respuestas a algunas de las preguntas o cuestiones formuladas, sin que por el momento la petición haya sido satisfecha.

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es redactor de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es