Cumbre Marruecos-España: cómo reforzar la colaboración entre vecinos tras años de pelea
No había una cita así entre Rabat y Madrid desde 2015. En medio, la peor crisis bilateral en décadas, presiones y embajadores retirados. Toca rehacer lazos.
No hay una cita así desde 2015. Entre entonces y hoy, se ha vivido la peor crisis bilateral en décadas, presiones, reproches, embajadores retirados, cartas, cesiones. Marruecos y España retoman hoy su mejor vecindad con una reunión de alto nivel (RAN) en Rabat que debe enterrar el hacha de guerra y abrir una nueva etapa de colaboración en materias esenciales como la inmigración, la seguridad fronteriza, el terrorismo y la economía. El Sáhara Occidental, que fue la clave por la que se empezó a sanas la relación rota, se quedará en el tintero.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estará en Rabat este miércoles y este jueves con una delegación importante, 12 de sus 22 ministros: Exteriores, Interior, Justicia, Industria, Transportes, Inclusión Social, Agricultura, Educación, Cultura, Ciencia, Asuntos Económicos y Transición Ecológica. Entre ellos no habrá nadie de Unidas Podemos, socio de los socialistas en La Moncloa y detractores de la defensa que Sánchez hizo de que el plan de autonomía de Marruecos como el más “serio, realista y creíble” para acabar con el conflicto saharaui, una postura que contraviene el posicionamiento histórico de España.
Fue en marzo del año pasado cuando la gente del rey Mohamed VI filtró una carta enviada a Rabat por Sánchez en la que constataba este giro, en uno de los asuntos más inamovibles de la política exterior patria. El conflicto en el Sáhara Occidental lleva enquistado desde 1975, cuando las autoridades españolas, entonces potencia colonial y aún administradora del territorio, decidieron entregar la soberanía del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania, dejando al pueblo saharaui sin posibilidad de formar su propio Estado independiente. El 5 de agosto de 1979, Mauritania renunció también a su parte de soberanía en el llamado Acuerdo de Argel, y el reino alauita pasó a controlar todo el territorio.
Desde entonces, la situación de los civiles apenas ha cambiado por el fracaso de la mediación internacional liderada por la ONU en la búsqueda de una solución acordada que defienda la autodeterminación de ese pueblo y por la ocupación marroquí en las zonas pobladas, que ha obligado a miles de saharauis a desplazarse hasta el desierto de Argelia, donde viven en campamentos de refugiados. España se mantuvo en la “neutralidad activa”, hasta ahora, siguiendo posicionamientos como el de Estados Unidos: el expresidente Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre la zona en diciembre de 2010 y desde entonces no ha habido rectificación sobre el asunto por la nueva Administración Biden, sino intentos de que otros países se sumen a esa corriente que deja a los saharauis "abandonados y traicionados", dicen sus representantes.
“Había que pasar página tras la crisis diplomática que estalló en 2021. Nunca antes se había tenido una separación tan intensa y prolongada con un vecino al que necesitamos estratégicamente. Era fundamental”, sostenía un diplomático con más de una década de experiencia en la zona a El HuffPost. Se refería a la entrada de miles de personas desde Marruecos a Ceuta por la apertura de la frontera por parte de las autoridades marroquíes, un intento de presionar a Madrid que le salió bien, una queja por la atención médica en España de Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario. Tensionar con la inmigración, tan sensible, tuvo sus resultados. La anterior ministra de Exteriores, Arancha González Laya, tuvo que dimitir por las oleadas de la crisis, mientras que Rabat retiraba a su embajadora, que no regresó a Madrid hasta marzo del pasado año.
El aval a Rabat le ha valido a Madrid hasta una pelea con Argelia, donde se encuentran los campamentos saharauis, uno de los principales socios gasísticos de España y con el que han peligrado las relaciones comerciales.
El Sáhara en el cajón, pero los gestos con Marruecos se multiplican: antes de esta cumbre, fueron las visitas de Sánchez y el canciller José Manuel Albares al país vecino, y más recientemente, este enero, la votación de los eurodiputados socialistas en contra de una resolución de la Eurocámara pidiendo al país magrebí que respete la libertad de expresión. Todo, en el contexto de las sospechas de su implicación en el asunto de corrupción conocido como Qatargate, en el que se investigan presiones y regalos de Rabat para que sus intereses fueran mejor tratados en Bruselas.
La agenda
Ese es el espinoso contexto, pero los propósitos, ahora, son mucho más suaves. El presidente quiere "estrechar lazos con su estratégico vecino del sur", dice la Agencia EFE. Los ministros españoles mantendrán reuniones bilaterales el jueves con sus contrapartes marroquíes en sus respectivos ministerios y firmarán luego una veintena de acuerdos en un plenario que se celebrará en la sede de Exteriores marroquí. El presidente español se verá, por su parte, con su homólogo marroquí, Aziz Ajanuch, y aún está por concretar una posible audiencia con el rey de Marruecos.
La agenda lleva meses perfilándose, con reuniones sectoriales. La actividad comenzará el miércoles por la tarde, con un foro empresarial. Sánchez, acompañado de su homólogo marroquí, clausurará este foro clave, puesto que España es desde hace más de una década el principal socio comercial de Marruecos, con un flujo de 10.000 millones de euros en 2022. Se calcula que hay 17.000 empresas españolas que mantienen relaciones comerciales con Marruecos, de las que mil están establecidas en el país, directamente.
Quedan por perfilar en esta RAN algunos temas delicados, como la apertura de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla, enclaves del norte de África que Marruecos tilda de "presidios ocupados". Hace unos días se llevó a cabo una prueba piloto, pero está por ver si funcionarán a pleno rendimiento. Sobre la soberanía de los enclaves, Exteriores siempre mantiene el mismo discurso: "Son españolas y punto". "A mí no me tiene que certificar ningún país la españolidad de Ceuta y Melilla ni la de Valladolid, Barcelona o Santiago de Compostela, son españolas, y punto", ha señalado estos días Albares. "No pediremos a nadie que nos ratifique una cosa que es evidente", ha añadido.
También las fronteras marítimas atlánticas con Canarias, que en 2020 fueron delimitadas por Marruecos metiéndose en la zona exclusiva de las islas españolas, ante la sorpresa española y la falta de explicaciones de su contraparte.
En lo que sí ha notado España cambio es en el control fronterizo marroquí, ya que la entrada de migrantes desde Marruecos se redujo un 25 % en 2022 respecto al año anterior. El país magrebí lo ha reforzado desde abril, en unos meses en los que se ha producido una de las peores tragedias migratorias vividas en la valla de Melilla: la muerte en junio de al menos 23 migrantes al intentar saltarla. Un episodio criticado por la actuación policial de Marruecos, defendida en todo momento por Sánchez y la UE, recuerda la agencia.
Otro de los puntos a tratar será el terrorismo. La cumbre se produce pocos días después del asesinato en la ciudad de Algeciras (Cádiz) de un sacristán a manos de un joven inmigrante marroquí pendiente de expulsión, que ha reavivado el debate del yihadismo en España, un asunto en el que las autoridades de ambos países se jactan de colaborar de forma estrecha.
Esta será la cumbre número 12 desde que, en 1993, España y Marruecos comenzaron a aplicar el tratado de amistad que recoge la cita, supuestamente anual, de la que se celebró la última en 2015. Dos Reuniones de Alto Nivel (RAN) previstas en 2020 y 2021 fueron anuladas por Marruecos, que, animado por el apoyo de EEUU, mantiene una política más agresiva en el conflicto del Sáhara. Ahora era el momento de retomarlas, por lo doméstico, por lo bilateral y porque, además, España presidirá de forma temporal el Consejo de la Unión Europea desde julio y pondrá especial interés en tener en la agenda la vecindad sur (Mediterráneo occidental, el norte de África, el Sahel y la fachada atlántica del continente africano, sobre todo el tramo entre el golfo de Guinea y la península Ibérica).