Cataluña afronta su Diada con la fuerza independentista más frágil desde el procés

Cataluña afronta su Diada con la fuerza independentista más frágil desde el procés

La ANC descentraliza las movilizaciones y los partidos independentistas aguardan la celebración de sus procesos congresuales en otoño.

Vista de la fachada del Palau de la Generalitat engalanada para la celebración de la Diada Nacional de Cataluña.EFE/Toni Albir

La Diada como ejemplo del contexto que atraviesa Cataluña. Este año, por primera vez desde el inicio del procés, Cataluña afronta su gran Día con un presidente no independentista y con los principales exponentes del independentismo, ya sean partidos o sociedad civil, en plena renovación, si no revitalización.

Desde 2014 y aquella Diada masiva en la que se llegó a estimar la participación en la manifestación de la Assamblea Nacional Catalana (ANC) en dos millones de personas, la movilización en el Día de Cataluña se ha convertido en una suerte de prueba para constatar la potencia independentista. Y la realidad es que esta fuerza no ha parado de caer en los últimos años, algo que se ha visto no solo en las elecciones autonómicas sino también en las encuestas. Según el último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO), el apoyo a la independencia está en la cifra más baja de la serie histórica, un 40%, mientras que el rechazo congrega el porcentaje más alto, un 53%.

Las expectativas no son muy halagüeñas. Es más, la ANC que ahora lidera el cantautor Lluís Llach ha optado por prescindir de la gran manifestación en Barcelona para apostar por diferentes movilizaciones en cinco ciudades (Barcelona, Tarragona, Girona, Lleida y Tortosa). El objetivo, profundizar en la división. Según un comunicado del organismo, “se denunciarán las consecuencias nefastas de la dependencia” y “cada localidad denunciará los agravios [...] por pertenecer al Estado español y que están estrechamente vinculados al expolio continuado que sufre Cataluña”. Más allá de eso, la descentralización evitará una fotografía peor respecto a la asistencia.

No obstante, las pretensiones de la ANC, resumidas en su lema “Hagamos más corto el camino [a la independencia]”, no ocultan los interrogantes del independentismo, más aún tras la investidura de Illa. Hace poco más de un mes, la Assamblea Nacional reconocía una “pérdida de la mayoría independentista” y un “escenario político inédito” tras la aprobación de la ley de Amnistía. La culpa de todo, según la entidad, la tendrían los partidos: “Los partidos independentistas han renunciado a hacer efectiva la independencia desde las instituciones y se han dedicado a gestionar la miserable autonomía de Cataluña y a dar apoyo al Gobierno español a cambio de medidas de gracia para paliar los efectos de la represión”.

En la ANC se asume la Diada como un trámite, teniendo en cuenta que han convocado una asamblea general extraordinaria para plantear una nueva hoja de ruta de cara al “nuevo escenario de la lucha por la independencia”.

Pero no solo los impulsores de las grandes movilizaciones de la Diada están inmersos en un periodo de renovación, también esos actores institucionales a quienes imputan la pérdida de la mayoría independentista. Junts, ERC y CUP celebrarán este otoño sus congresos, cada uno con sus peculiaridades, pero todos con el objetivo de reactivar la lucha por la independencia o al menos reavivar su fuerza particular.

Junts buscará reafirmar el liderazgo de Carles Puigdemont y reivindicarse como la fuerza hegemónica independentista en un escenario en el que la visita fugaz del expresident a Cataluña no fue tan espléndida como algunos vaticinaban. Por su parte, ERC está inmersa en una batalla fratricida entre Oriol Junqueras y Marta Rovira. Los republicanos parten de una posición de debilidad en lo que a la posición independentista se refiere debido al apoyo al PSC en la investidura, algo que los más ortodoxos, como el propio Lluís Llach, no perdonan. En una reciente entrevista en El Mundo, el presidente de la ANC tildaba la decisión de ERC de “desastre” y “además inexplicable”. “Ya no puede fracasar más”, decía Llach de ERC, una formación a la que ve “en caída libre”. Luego está la CUP, que busca refundarse ante las sucesivas derrotas electorales y la pérdida de influencia.

Y en el lado opuesto el presidente. Salvador Illa afronta esta Diada en una posición ventajosa. Con el independentismo buscando cerrar heridas, Illa ha aprovechado que el PSC está en el Govern para hacer un llamamiento a la unidad. "Cataluña es y tiene que ser un proyecto colectivo que nos vincule a todos y todas sin distinciones", ha dicho durante el discurso previo al Onze de septiembre que pronuncia por primera vez en catorce años un presidente no independentista: "Porque la Diada", ha dicho para alejarse del sentido de la manifestación de la ANC, "nos pertenece a todos los catalanes y a todas las catalanas".