Antonio Maíllo (IU): "Por revertir a Aznar, que cada uno en su ámbito contribuya a combatir a la ola reaccionaria"

Antonio Maíllo (IU): "Por revertir a Aznar, que cada uno en su ámbito contribuya a combatir a la ola reaccionaria"

Entrevista con el actual coordinador de Izquierda Unida, que esta semana cerró su etapa como docente para incorporarse al 100% a la política.

Antonio Maíllo.

Cuando Antonio Maíllo decidió abandonar la política en 2019 y regresar a la docencia lo hizo, entre otras cosas, para huir del "nivel de estrés de la vida política actual, incompatible con una vida de calidad". Su intención era la de no regresar y jubilarse como docente, pero finalmente tomó la decisión de volver para tratar de implementar en la "hiperventilada política madrileña" algo de la tierra que le hizo pisar su alumnado estos últimos años. El nuevo coordinador de Izquierda Unida quiere traer "calma" a la política y sigue apostando por un espacio unitario de todas las fuerzas progresistas.

Esta semana terminaba el curso escolar como maestro y anunciaba que, “ahora sí”, iniciaba al 100% su etapa política. ¿Está convencido de regresar?

Sí, porque soy consciente de que vivimos una situación muy complicada, y aún con eso, tengo una convicción profunda de que toda esta ola reaccionaria, que penetra no solo en términos electorales sino sociales, no puede avanzar, debemos disputarle la cosmovisión del mundo. Estamos en una disputa civilizatoria, y lo primero que disputamos es una forma de defender la vida, incluso el amor, las relaciones. Me preocupa que no haya ese nivel de conciencia del peligro que supone la extrema derecha. Desde todo esto es desde donde surge mi convicción de regresar, desde mi compromiso vital y político, porque mi decisión era la de jubilarme como maestro. Me da mucha pena dejar a mis alumnos, que me han puesto muy en la tierra, y estaba viviendo una disintonía entre mi ritmo y el que ahora percibo en Madrid, con todo muy hiperventilado, con un susto o muerte permanente. Mi intención es la de incorporar calma en el método de afrontar los debates políticos difíciles.

¿De qué manera te han ayudado tus alumnos a cambiar esa perspectiva que a veces falta en primera línea política?

La política representativa tiene una tentación de nube aislada, y para evitarla tienes que tener un contacto permanente y consciente con nexos ajenos a la política. El gran valor que me ha dado el alumnado y las familias es que los parámetros en los que se mueven en su día a día están alejadísimos de los que se mueven en la política de dedicación exclusiva. Hay que cambiarlo con nexos ajenos a la política y te muestren una realidad más compleja, con más matices, con menos argumentario. Se trata de que en política nos parezcamos a la realidad. Hay una España periférica que tiene muchos matices, en los que hay un campo tolerancia y respeto que en lo que puede ser la corte o la almendra madrileña, con un lenguaje tóxico, peligroso, que no se corresponde con la realidad cotidiana pero sí puede envenenarla.

¿Cuál es la mayor diferencia que ves en política desde que te fuiste hasta ahora?

La gran diferencia ha sido la gran sacudida de la extrema derecha no solo electoralmente sino socialmente: xenofobia, racismo, homofobia, aporofobia como elemento transversal. Están impregnando esos discursos en muchos sectores. Y aunque se hable menos de eso también la penetración de esas ideas en la derecha clásica, que ha asumido tesis de la extrema derecha pensando que puede doblegarla. Es un error de bulto. Están legitimando en sectores conservadores posiciones ultra que rompen el juego democrático. Y empieza a verse en el barrio, en sectores profesionales... Donde el discurso está calando. Por eso yo apelo a una militancia de la democracia en todos los frentes. Esto no va una persona que estaba en sus clases y da el salto para tener representación y ya. Esto va de cada uno. Por revertir el mensaje de Aznar, que cada uno en su ámbito contribuya a combatir a la ola reaccionaria y a construir democracia. Frente al modelo autoritario, un modelo de gestión democrática en las relaciones. En esa militancia debe implicarse toda la sociedad que se considere demócrata. No va de esperar a que los políticos resuelvan sus problemas. Esto va de una militancia, de una corresponsabilidad social ingente.

¿Qué ha hecho mal la izquierda durante todo este auge de la ola reaccionaria?

Soy partidario de ser autocrítico, pero no de instalarnos en el derrotismo. Estamos jugando en un momento de disputa, pero la ola reaccionaria no viene de ahora. Tiene su germen a principios de los 80, intelectualmente fermentado a finales de los 70 frente a la hegemonía democrática. Con Thatcher y Reagan como arietes, pero con una visión a largo plazo. Y con una derivada que aceleran a partir de la crisis de 2007 las posiciones ultraliberales o neoliberales que derivan en posiciones fronterizas con el neofascismo. Hay un elemento estructural y es esa batalla cultural que viene desde hace cincuenta años. Objetivamente, cuando la Unión Soviética fue derribada, el capitalismo vio una oportunidad para ya no tener que pactar grandes consensos con la izquierda. Pero también hay un elemento subjetivo, y es que no hemos sido capaces de generar un proyecto estratégico de nivel que sí ha hecho la extrema derecha. Con todo, esto no sucede en España solo, sino que la izquierda no levanta cabeza en toda Europa. Y en España al menos existe una voluntad de alianzas progresistas. Por eso no debemos caer en el derrotismo y tener una mirada larga para construir ese instrumento que permita disputar intelectual, conceptual y socialmente la invasión de estos nuevos bárbaros.

Ha dicho que Sumar ya no sirve como proyecto aglutinador, pero sigue apostando por la unidad.

Es que mi pregunta es: ¿hay alternativa? ¿Es posible un espacio unitario desde el respeto a las tradiciones políticas de cada cual en las que cada carril incorpora un tipo de votante? ¿Hay alternativa a la fragmentación? ¿Hay alguna alternativa desde la división frente a quienes vienen a arrasarlo todo? Esas preguntas me las planteo para no perder perspectiva. Si la salida es qué hay de lo mío, hemos fracaso, hemos comprado el marco neoliberal del individualismo. La pregunta que debemos hacernos es qué hay de lo nuestro pero como sociedad, pasar del individualismo a lo colectivo, que es donde crece la sociedad con los valores que defendemos. Pero eso sí, yo no me quedo en el desierto predicando la unidad, reivindicaremos protagonismo como IU, se acabaron los silencios por responsabilidad. Expresaremos fraternalmente nuestra opinión, y si hay método asumiremos que nuestras tesis pueden ser mayoría en ocasiones y en otras, minoría. No se consigue un proyecto si alguien dice: no consigo lo que quiero, pues me voy. Hay que asumir que no siempre vas a conseguir los máximos. Vamos a seguir construyendo organización desde nuestro arraigo territorial. Queremos crear espacios amables de política dentro de IU pero también con los demás. Por eso hay que bajar el diapasón del lenguaje político.

¿Cómo valora el Gobierno de coalición?

Es un Gobierno que lleva solamente un año, obviamente queda mucho por hacer. Lo que sí digo, por mi experiencia de cogobierno en Andalucía, es que el segundo año de la legislatura es clave en términos de aplicación del programa. Porque todos aquellos proyectos de ley que no se hagan en el segundo año de legislatura, tienen muchas dificultades para que se conviertan en leyes antes de la finalización de la legislatura. Tiene que haber conciencia en las dos partes de gobierno, en Sumar la hay, de aceleración de reformas legislativas. Y desde el punto de vista de IU, hay dos prioritarias: afrontar de manera estratégica y global el tema de la vivienda y por otro lado la derogación de las leyes mordaza. Son dos boquetes que tenemos en estos momentos que hay que rellenar para que no cojee la acción de gobierno. Los logros en política laboral del gobierno, en términos de aumento de salario y derechos, tienen un agujero negro en los gastos de vivienda cuando les succionan esas mejoras. Eso es debido a que la audacia legislativa en lo laboral y trabajo no se está haciendo en la vivienda, o lo que se ha hecho es insuficiente. Y hay herramientas para tener audacia en esa apuesta. Tengo además confianza en torno al perfil de Isabel Rodríguez como ministra para afrontar el momento en el que nos encontramos, y creo que es fundamental para que esa cojera que tenemos en términos legislativos en consecuencias familiares no se produzca.

Desde Sumar, también desde IU, han visto con buenos ojos la reforma del CGPJ, aunque también con algo de descontento por las formas, mientras el resto de los partidos de izquierdas han criticado la gran coalición entre PP y PSOE.

Hay que situarse en el análisis real de las cosas, no en la melancolía. Normalizar un acuerdo que está obligado por la Constitución siempre es buena noticia, aunque el resultado no te guste. Lo del CGPJ ha sido un escándalo, ha sido una condena a la democracia no renovarlo. Eso hay que celebrarlo. A nosotros, eso sí, nos habría gustado incluir al bloque parlamentario progresista en el acuerdo, para representar la diversidad. Y esto que digo no es original. Se lo escuché a Pedro Sánchez antes de las europeas.

Hablando de las europeas, se han quedado sin eurodiputado. ¿Qué se ha hecho mal o qué se tendría que haber hecho para que no sucediera?

Nosotros no nos hemos sentido bien tratados al recibir el número cuatro. Nos parecía injusto políticamente y lo dijimos, pero también la sociedad no quiere más fragmentación. Por eso aceptamos. Y cuando hacemos esto lo hacemos desde una visión de altura y ha tenido unas consecuencias, que es que por primera vez no tenemos eurodiputados en nuestra historia. Evidentemente esto no se va a volver a repetir. El problema está en no puedes estresar más a la población, que cansada está en su vida diaria ya para que encima aquellos que queremos representarla la cansemos más. Pero ha sido un error. Tenemos que hablar con el resto de organizaciones para tener una representación digna desde nuestra tradición y espacio político.

Han anunciado que se reunirán todos los partidos que conformaban Sumar. ¿Para qué?

Hay que hacer debate de diagnóstico fraternal de lo que ha pasado en este último ciclo electoral. Hay que echarse a andar, y me da igual como se llame la nueva herramienta. Debemos introducir un método y un modelo de organización en el grupo parlamentario que lidere los retos de la aceleración legislativa, sin olvidar la interacción con los ministros de Sumar. Lograr un método democrático de toma de decisiones, con una hoja de ruta vinculada al pacto de investidura. En resumen, tenemos que ponernos todo el mundo a trabajar y menos publicar tuits. Son las prioridades fundamentales.

¿Ve esperanza de un proyecto unitario? Porque, como dice, a veces leyendo los tuits da la sensación de que no es posible.

Somos un país que tendemos a la tragedia, pero algo de comedia siempre hay. Y seremos pragmáticos cuando toque. Lo que sí diré, desde IU, es que queremos ser parte de ayuda y de colaboración. Si sabemos leer la realidad del país, hace falta un espacio. Sobre esa construcción contribuiremos, no contemplo otra cosa que no sea tener un proyecto amplio. Si desactivamos la hiperventilación lingüística, encontraremos espacios de encuentro para culminar un proceso que no puede ser antes de tres meses de las elecciones. Para construir un proyecto de país tiene que ser una cocción lenta.