Oso polar: ¿dónde vive, qué come y por qué está en peligro de extinción?
Se trata de una de las especies cuyo hábitat se encuentra más amenazado.
El oso polar puede considerarse como uno de los animales más enigmáticos que pueden encontrarse en el mundo animal. Tanto por sus hábitos de vida como por sus peculiares características físicas, se podría definir como una de las especies más llamativas que se conocen.
Pero, detrás de un aspecto 'adorable' se esconde un auténtico depredador, con una capacidad muy destacada a la hora de atrapar a sus presas. Con un físico verdaderamente potente -los machos pueden llegar a pesar 750 kg-, los osos polares son además, muy inteligentes para saber cómo y cuándo atacar para obtener el mayor beneficio posible.
Todo esto lo convierte en un animal muy letal que, debido a diversos factores -principalmente el humano-, se encuentra en una situación crítica, con serios problemas de supervivencia como consecuencia del cambio climático y considerado como "especie amenazada" por Estados Unidos bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción en mayo de 2008.
¿Dónde vive el oso polar?
En su gran mayoría, los osos polares pueden encontrarse al norte del Círculo Polar Ártico, llegando hasta el Polo Norte. Pero este no es el único lugar donde hay ejemplares, ya que también están presentes en la Bahía de Hudson, en Canadá, Alaska, Groenlandia, Rusia y zonas de Noruega, aunque la zona más apta para su supervivencia es el Polo Norte.
¿De qué se alimentan los osos polares?
Debido a su hábitat y características físicas, la dieta del oso polar debe contener enormes cantidades de grasa. Para conseguirlas, basa la mayor parte de su alimentación en las focas anilladas.
Se estima que su estómago puede digerir el equivalente en comida del 20% de su peso corporal, mientras que su sistema digestivo puede llegar a absorver alrededor del 84% de las proteínas y el 97% de la grasa que consume.
¿Cuáles son sus principales amenazas?
Fundamentalmente y como ocurre con numerosas especies, la pérdida de su hábitat constituye la principal amenaza para su supervivencia. Esta es la consecuencia directa del cambio climático aunque también hay otros factores que explican la situación actual del oso polar: el conflicto con los humanos y los impactos industriales son otras de las principales causas.
El cambio climático y el rápido calentamiento del planeta provocan que los oso se vean obligados a pasar más tiempo en tierra, por lo que aumenta el contacto con trabajadores que se encuentran en el Ártico.
Por otro lado, la proliferación de instalaciones petrolíferas en el Ártico tienen una incidencia directa en su hábitat que se puede manifestar de numerosas formas, todas ellas negativas, como por ejemplo el vertido de petróleo al mar, que podría generar un daño incalculable.