Al Yaber, el "sultán" del petróleo y de las renovables que preside la COP28
El presidente de la Cumbre del Clima COP28 y jefe de la petrolera estatal emiratí ADNOC, Sultán al Yaber, lidera el mayor evento climático del planeta rodeado de polémica por su vínculo con la industria petrolera y por haber invitado a las mayores compañías del sector de los hidrocarburos a participar en la búsqueda de soluciones contra el cambio climático.
Precisamente, su relación con el mundo de los combustibles fósiles llevó a que cerca de 450 organizaciones de la sociedad civil pidieran en enero su cese como presidente de la conferencia climática al secretario general de la ONU, António Guterres, al tiempo que Amnistía Internacional definió el desempeño de ambos roles (jerarca petrolero y zar climático) cómo "incompatibles".
A nada ha contribuido para mejorar esta visión un informe publicado esta semana por la BBC que revela que los Emiratos Árabes Unidos (EAU) emplearon su rol como presidentes de la COP28 para buscar acuerdos petroleros y gasísticos con 15 países mientras trataba con ellos temas propios de la agenda de la reunión climática.
La presidencia de la COP28 se ha limitado a responder a este informe indicando que es "impreciso" y "sin verificar".
Desde que asumió el liderazgo de la COP28, y consciente de las críticas de los activistas medioambientales, Al Yaber ha defendido su posición en diferentes foros internacionales donde ha estado presente como un perfil híbrido de consenso entre un sistema energético basado en combustibles fósiles y uno nuevo de energías limpias y renovables, para abordar una transición paulatina que combine ambos.
Para lograr el objetivo, Al Yaber sugiere que el mundo necesita una "mentalidad empresarial" y por eso da la mano al sector privado, concretamente a la industria fósil, hasta ahora marginada de la cita climática donde Estados, organizaciones medioambientales y diferentes grupos de presión han buscado un equilibrio en que todos ganen, pese a que muchos acuerdos de buenas intenciones han quedado a medias o abandonados.
Al Yaber, de 50 años, ha ido escalando en influencia y presencia en Emiratos Árabes Unidos (EAU) de la mano del crecimiento de ADNOC en beneficios y producción.
Y a su vez, la influencia de diplomática y económica del país árabe ha ido consolidándose gracias a sus cada vez mayores beneficios petroleros.
Relaciones públicas
Estudió Ingeniería Química en la Universidad del Sur de California y Administración de Empresas en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles, antes de completar un doctorado en Economía en la Universidad de Coventry en el Reino Unido, según su perfil de LinkedIn.
Procedente de una familia de Umm Al Quwain, uno de los más pequeños de los siete emiratos que forman los EAU, sus orígenes están lejos de la élite gobernante en Abu Dabi, si bien actualmente es ministro de Industria y Tecnología Avanzada del Gobierno federal emiratí.
Su currículum ha crecido en paralelo a la imagen de meritocracia que ha transmitido en cada uno de los puestos que ha desempeñado desde que se hiciera hace décadas con una beca de ADNOC para jóvenes brillantes.
Su poder y rango también ha crecido desde que en 2011 contrajera matrimonio con la hija de Mana Al Otaiba, uno de los ministros de Petróleo con más años de servicio en el país árabe.
En 2013 se convirtió en ministro de Estado y tres años más tarde ocupó la presidencia del Consejo Nacional de Medios, desde donde se controla qué se publica en la prensa emiratí.
Sin poder directo sobre los medios internacionales que analizarán su gestión de la COP28, Al Yaber ha contratado empresas internacionales de relaciones públicas para cuidar su imagen de especialista en medio ambiente y cambio climático, amparado en que desde 2006 ha ocupado diversos cargos en Masdar, la empresa estatal de energías renovables que fundó y de la que ahora es director ejecutivo.
Los retos en la COP
Más allá de lidiar con la sociedad civil crítica con su rol, Al Yaber tiene por delante la gestión de un evento internacional que recoge el testigo de la pasada edición celebrada en la ciudad egipcia de Sharm Sheij, donde los representantes de 192 naciones a duras penas alcanzaron para ponerse de acuerdo sobre las medidas para limitar el calentamiento global a 1,5ºC antes de 2050.
Tiene por delante el desafío de lidiar y encontrar un equilibrio entre lo público y lo privado y entre las organizaciones "verdes" y las volcadas al petróleo.
En especial, a que se llegue a pactos que se apliquen en serio y no queden en papel mojado.
En esta COP28, el propósito de alcanzar el hito de las emisiones cero está consagrado como una prioridad política que Al Yaber tiene que gestionar con todos los participantes en un evento cada vez más parecido a una feria comercial que a un foro para definir soluciones presentes y futuras para el devenir climático del planeta.