Hacemos la selectividad a los políticos
Les pedimos que hagan un mínimo esfuerzo matemático y ético. ¿Qué nota merece nuestra democracia y en base a qué conceptos se puede medir su calidad? "¡Hombre! Para eso necesito un tiempo de reflexión!", sueltan todos los entrevistados de entrada.
No les hemos preguntado ninguno de los temas que traían estudiados para el examen: Montoro y la infanta, el optimismo económico del Gobierno, la reforma de la Administración de Rajoy. Eso sería ponerlo demasiado fácil. Les pedimos que hagan un mínimo esfuerzo matemático y ético. ¿Qué nota merece nuestra democracia y en base a qué conceptos se puede medir su calidad? "¡Hombre! Para eso necesito un tiempo de reflexión!", sueltan todos los entrevistados de entrada. Unos acceden al examen, otros como Carlos Floriano se escaquean con un: "Hoy no voy a hacer declaraciones". No sabemos si no ha entendido el planteamiento o todavía se lo está pensando.
En el informe recién salido del horno sobre la calidad de la democracia en España, elaborado por la Fundación Alternativas, en el que un panel de expertos ponen nota a la democracia, justo cuando se inauguró oficialmente la crisis, la valoración ha caído un punto en estos años. Del 6,2 en 2008 al 5,2 en 2013. El último año ha sido demoledor. Según el estudio, "el 60% del deterioro del sistema político ocurrido desde 2008 se produce exclusivamente en 2013".
Al ministro Wert le interesa el resultado de la encuesta, no en vano la ciencia demoscópica ha sido su vida hasta que Rajoy le ató al tobillo la cartera de Educación y Cultura: "A nuestra democracia no la voy a puntuar, aunque le daría una nota alta. Una de las cosas que hay que intensificar es el vínculo con la gente y dejar de poner de relieve los aspectos más negativos de la democracia, a pesar de que existan". En el otro extremo del arco parlamentario, los diputados de Amaiur, Sabino Cuadra e Iker Urbina, tienen muy claro que el sistema merece un suspenso radical. Del 1,7 que le otorga Sabino al 2 de Urbina. Y en asuntos sociales, Cuadra no duda: "Los recortes en derechos y libertades son muy importantes, pero en el terreno sindical, sanitario o de educación son un cero patatero". Para Urbina, "uno de los componentes prioritarios que debe medir la democracia es la participación ciudadana que aquí no está garantizada". Momento en el cual Cuadra tira para casa y recuerda que "recientes informes de la UE hacen referencia a la indefensión de las personas detenidas y a las prácticas de torturas".
La percepción de los dos partidos mayoritarios es que el sistema aprueba, mientras que para el resto de partidos la democracia deja mucho que desear, sobre todo en cuanto a representatividad. Hay un déficit de identificación de los ciudadanos con sus representantes políticos. Mucho más positivos son los diputados del PP, que ven el vaso lleno. Para el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y mano derecha de la vicepresidenta, José Luis Ayllón: "Esta es una democracia de notable, de 7,5. Tenemos que sacar pecho de nuestra propia democracia en lugar de mitificar a otros países como si fueran el paraíso. Este es uno de los países con más asociaciones ciudadanas y donde más se les escucha permanentemente. En el Congreso hay subcomisiones donde vienen los de las hipotecas, las redes sociales, la sanidad o cualquier otro área con representación social. No hay abismo entre políticos y ciudadanos, otra cosa es que haya gente que grite más que otra. Me preocuparía un país en el que los ciudadanos calificaran de 10 a los políticos". El que no se consuela es porque no quiere.
Menos optimista se manifiesta el exministro de Trabajo, Valeriano Gómez, quien tras apuntar que el tema requiere una reflexión más profunda, establece cuatro criterios de entrada para valorar la calidad de la democracia: "La transparencia de las instituciones, la prensa, el funcionamiento de los partidos políticos y el nivel de participación electoral. Y de estos cuatro me preocupa especialmente el funcionamiento de los partidos y vosotros, la prensa. Por eso no puedo quedarme más que en el aprobado raspado". También Pedro Saura, portavoz económico del PSOE, se mantiene en el 5 raspado "porque nuestra democracia debería mejorar en una mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones y en la transparencia, desde la monarquía al Ayuntamiento más pequeño, todos deberían estar auditados". No puede estar menos de acuerdo el popularMartinez Pujalte: "La democracia española en su conjunto tiene una puntuación más elevada que un cinco. Hay cosas que tienen que mejorar, sobre todo las relacionadas con la inercia, y me parece esencial que no existan ingerencias entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial. También es básica la transparencia". ¡Ay, la transparencia! Parece mentira que se pongan tantas trabas con lo que desean los políticos desnudar a las instituciones.
Carles Campuzano, el diputado de corte más social de CiU, catea a la democracia: "Un 4,5 siendo generoso. El suspenso tiene que ver con la representitividad, con la capacidad que tiene la acción política para dar respuesta a los problemas de los ciudadanos. Está fallando el reparto equitativo de costes de la crisis, la reducción de la corrupción, en leyes más claras hechas para cumplirlas y en el reconocimiento de la pluralidad". Cayo Lara, líder de IU, coincide en que la democracia representativa está bajo mínimos: "Si hubiera más participación de los ciudadanos en la política y auténtica transparencia, no habría tantos casos de corrupción. La democracia está secuestrada por los poderes financieros, los gobiernos son meros gestores. Este Gobierno en lugar de apoyar a los jueces contra la corrupción, apoya a los acusados a través de la Fiscalía. Mi nota es un 2".
No sólo Cayo Lara piensa que la democracia está secuestrada por los mercados. Lo expertos que han elaborado el Informe de la Democracia destacan como causa de la erosión de la valoración "las fuertes ingerencias internacionales en el proceso de toma de decisión política, la corrupción y la rendición de cuentas del Gobierno".