Mujeres que renuncian a la baja maternal: sombras en la maternidad pública
Últimamente es frecuente encontrar titulares con mujeres conocidas que deciden incorporarse a su trabajo tras un par de semanas de baja maternal. ¿Dónde queda la ternura compartida del tiempo con la pareja y el hijo? ¿Dónde queda la lactancia materna exclusiva doblemente beneficiosa? ¿Dónde queda el afecto, el descanso, el gozo de poder cuidar a tu bebé, de estar con él?
Foto: ISTOCK
Hay renuncias y renuncias. No es lo mismo renunciar a la baja maternal por deseo que por necesidad. Paseando por la red he encontrado otra noticia más sobre lo mismo. Marissa Mayer, directora ejecutiva de Yahoo y embarazada de gemelos, ha contado que solo se tomará dos semanas de baja por maternidad.
Pienso en sus empleadas, pobres, mirándose unas a las otras con los ojos abiertos y los hombros caídos diciendo eso de, si la jefa se toma sólo dos semanas, y con gemelos, ¡qué vamos a hacer las demás!
Últimamente es frecuente encontrar titulares de este tipo. Políticas, actrices, empresarias, ministras, directivas, presidentas, arquitectas, periodistas... que deciden incorporarse a su trabajo tras un par de semanas de baja maternal.
Mujeres que tras un breve paréntesis regresan cual aves migratorias a la prensa coloreada lanzando un pobre mensaje. Podrían hacer campaña con su eslogan: Estamos en la cultura de la competencia, del poder y debemos mantener un alto nivel de productividad.
¿Dónde queda la ternura compartida del tiempo con la pareja y el hijo? ¿Dónde queda la lactancia materna exclusiva doblemente beneficiosa? ¿Dónde queda el afecto, el descanso, el gozo de poder cuidar a tu bebé, de estar con él?
La realidad la creamos nosotras. Somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos.
La sociedad invisibiliza a las madres. Y es que hay una gran diferencia entre ser mujer y ser madre. Entre lo visible y lo invisible, entre lo fuerte y lo frágil. Y por si esto fuera poco, las mujeres que pueden liderar un cambio, respetar lo logrado, auténticas privilegiadas, cruzan la acera y adiós.
Se llama derecho o baja maternal porque está demostrado que un bebé necesita biológica y emocionalmente a su madre. Una necesidad para el más frágil. Nos guste o no, es una evidencia científica incuestionable.
He encontrado a mujeres sencillas, humildes, con lágrimas en los ojos por no poder dar lactancia materna y tener que incorporarse a su trabajo en unas semanas e incluso días. Supervivencia pura y dura. Necesidades básicas. Si no lo hicieran y reclamaran sus derechos y el de su hijo a ser cuidado por su madre, serían despedidas, puestas en la calle con cualquier excusa. De hecho, esto es algo que muchos empresarios hacen con total impunidad.
El único y exclusivo poder, indiscutible, que tenemos las mujeres es el de dar la vida. Cierto. Y sin embargo, de qué forma tan pobre cuidamos este poder, tan imprescindible para el que mundo siga.
Lo curioso es que miles, millones de mujeres se miran a diario, en el espejo de estas féminas que han alcanzado lo que ellas solo pueden imaginar. Quizás no sepan que son un modelo. Un referente de mujeres privilegiadas que a pesar de contar con mayores recursos económicos, horarios flexibles, jornadas cómodas, respeto social y un largo etc., mantienen esta masculinización del poder. Poder que aplaude lo económico por encima incluso de lo más sagrado; cuidar a un recién nacido y a su madre.
Tantos años de lucha para casi nada. Para saber con certeza que en el siglo XXI los hombres que toman permisos por paternidad ganan en imagen social. Tierno y conmovedor. Sin embargo, las mujeres que disfrutan de toda la baja maternal son infravaloradas, vistas como sospechosamente flojitas. Qué triste e injusto es el mapa de los géneros.
Mientras, habrá que esperar o soñar que el mundo cambie y estos derechos sean de obligado cumplimiento. Confiar que algún día estas mujeres líderes, privilegiadas, serán la voz de las mujeres invisibles, los frágiles, los bebés y sus madres.