Las buenas personas, hacer camino de Machado y la Navidad
Si la Navidad te evoca valores como la solidaridad, la comprensión, compartir, atender a los más necesitados,... y si además te sientes bien con este tipo de acciones, ¿por qué no estableces un plan para mantenerlas durante todo el año? Ser una buena persona genera una cadena de favores, es el inicio de algo que puede no tener fin, se contagia.
La Navidad es un momento de reflexión y hay personas que se transforman en estos días. Durante el año se olvidan de la solidaridad y la benevolencia, pero es llegar la Navidad, y parece que les echaran polvos mágicos. Se acuerdan de los que están enfermos, de los que necesitan que se les eche una mano, de la familia que llevan sin ver ni hablar en todo el año, acuden a la misa del Gallo, se dan la paz y dan propina a todo el que pide por la calle. Y con esto redimen el sentimiento de culpa por ser unos privilegiados... y hasta el año 2014.
Si nos quedamos en la parte positiva, por lo menos hacen algo al año, que no es poco en este mundo tan débilmente "orientado a las personas". Esta sociedad en la que se te acerca el africano de turno al cristal del coche a venderte un paquete de Kleenex, y miras para otro lado con tal de no encontrarte con su mirada necesitada. Claro, mirar para otro lado te convierte en invisible. Qué menos que devolverle la sonrisa y decirle que no quieres Kleenex, ¡si lo puedes hacer sin bajar la ventanilla!
Si la Navidad te evoca valores como la solidaridad, la comprensión, compartir, atender a los más necesitados,... y si además te sientes bien con este tipo de acciones, ¿por qué no estableces un plan para mantenerlas durante todo el año? Sería genial, que además de los propósitos centrados en ti, como aprender otro idioma, adelgazar y empezar a ir al gimnasio... ah, y dejar de fumar, también tuvieras un plan de objetivos que te permitiera y motivara para ser mejor persona o alguien más benevolente.
Te aconsejo ver este vídeo, es genial, maravilloso. Solo con dedicarle los cuatro minutos que dura, te va a motivar y te entrarán ganas de empezar a comportarte de la misma manera.
Ser una buena persona genera una cadena de favores, es el inicio de algo que puede no tener fin, se contagia. Fíjate qué sencillo y qué fácil es cambiar tu estado anímico y el de las personas que reciben tu bondad. Se trata sencillamente de establecer un plan, que dependa de ti, por escrito y ambicioso... y ACTUAR, tal y como lo redactan sus objetivos los deportistas, todo tipo de personas y las empresas. Pero esto es un plan orientado al bien, no solo te beneficias tú, sino que tú objetivo repercute en el bien social, en el bienestar de una persona o de un colectivo.
¡Vamos allá! Tú puedes:
Primero. Decides el objetivo:
Ser solidario, compasivo, empático.
Segundo. Eliges la causa:
A quién, a qué grupo va a ir dirigido.
Tercero. Planifica.
Qué días te vas a poner en contacto con ellos, ponlo en la agenda. Busca los teléfonos para contactar, la dirección, organízate. Organizarte te facilitará luego la tarea y evitará que la dejes para mañana.
Cuarto. Implica a tus hijos, amigos, empleados o familia en el proyecto.
Si empiezas a educar a los hijos en valores como compartir y ser solidario, terminarán por incorporarlos a su repertorio ético y moral. Además, les ayudará a valorar más lo que ellos tienen en su vida.
Quinto. Actúa.
Se trata solo de arrancar y ponerte en marcha, igual que lo haces para salir de compras y tomar un café con los amigos. Vamos, ahora, ya, NO POSTERGUES MÁS.
Sexto. Recréate en el placer de ayudar.
Cuando llegues a casa comenta con tus hijos, pregúntales cómo se han sentido, si piensan que han ayudado a que los demás sean más felices. Dales las gracias por ser generosos y diles que así se construye un mundo mejor.
La Navidad es un buen momento, sobre todo porque tenemos tiempo, actitud y espíritu, para cambiar nuestra escala de valores. Piensa en estas preguntas ¿de verdad necesitas comer tanto, de forma tan exagerada?, ¿necesitas gastar tanto en regalos a los niños que no van a valorar?, ¿no hay ningún regalo que puedas elaborar tú de forma creativa, que tenga más valor sentimental que el económico?
Y ahora estas últimas reflexiones...
- Los hijos valorarán más el tiempo que dediques a estar con ellos con unos buenos juegos de mesa y las risas y confidencias que compartas con ellos, que el gran regalo que apartan y olvidan después de romper el papel de regalo.
- Tus amigos se emocionarán más con la postal escrita a puño y letra, esa carta de agradecimiento por los años de amistad, por los momentos vividos, que la colonia que compras a veces sin saber si va a ser de su agrado o no.
- Y tu familia... esa llamada, un café tranquilo, tener paciencia con ellos. Recuerda que nuestros padres y abuelos ya son mayores, y más que un regalo necesitan una sonrisa, una conversación, un rato de tu tiempo en ese mundo en el que a ellos les queda tan poco por convivir contigo.
Recuerda tener mesura con todo lo que es superficial, material y ser un "derrochón y despilfarrador" en cariño, sentimientos, compartir, benevolencia. La Navidad es el momento para empezar con el cambio, pero el resto de tu vida es el lugar y momento para darle continuidad.
Como dice Machado, "Caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar". Si conseguimos hacer de este poema maravilloso de Machado nuestra filosofía de vida, el primer paso puedes darlo en Navidad y seguir haciendo camino y no parar. Ser mejor persona no tiene un final, solo un inicio y buena voluntad.