Por qué es importante viajar en tiempos de terrorismo
La gente no deja de pedir consejo sobre qué hacer en sus próximos viajes. ¿Deberían cambiar su viaje a Grecia y a Francia por una visita a Italia y a Suiza? ¿O cancelan todo el viaje y se quedan en casa? Es difícil afirmar qué países son seguros ahora mismo y durante cuánto tiempo.
Hace unos días me desperté con la noticia de que Bruselas había sufrido un atentado terrorista que se ha saldado con más de 30 muertes y 200 heridos. Sentí una punzada de tristeza, me horrorizó, pero no me sorprendió.
No me sorprendió porque estas desoladoras noticias llegan poco más de tres meses después de que el mundo se tambaleara por los horribles atentados terroristas de París, Beirut y Bagdad perpetrados por el ISIS el pasado noviembre, a los que les sucedieron otro ataque en San Bernardino (California) en diciembre, un atentado suicida en Yakarta en enero, y más ataques terroristas en Nigeria, Yemen, Turquía y Costa de Marfil este mismo mes. El mundo se encuentra en un estado de conmoción y tragedia y sus habitantes viven, comprensiblemente, con miedo constante.
Si hay algo claro es que el terrorismo puede hacer de las suyas en cualquier lugar: en una sala de conciertos de París, en una maratón en Boston, en una estación de trenes de Madrid, en el metro de Londres, en una fiesta de empresa de California, en un funeral en Bagdad, en un hotel de Bombay o en un barrio de Beirut.
Cada vez que nos enteramos de que ha habido otro atentado, nos embarga un sentimiento de pérdida y de preocupación por los familiares y amigos de las víctimas. Pero, cuando esa tristeza se apaga, empezamos a preocuparnos por nosotros y por nuestra seguridad... y cunde el pánico.
En los grupos de Facebook de viajes de los que formo parte, no paran de publicarse mensajes sobre la seguridad de los viajes. La gente no deja de pedir consejo sobre qué hacer en sus próximos viajes a Europa. ¿Deberían cambiar su viaje a Grecia y a Francia por una visita a Italia y a Suiza? ¿Pasan de Europa y, en su lugar, reservan otros vuelos a Latinoamérica o a Australia? ¿O cancelan todo el viaje y se quedan en casa?
No tengo respuestas para estas preguntas. No tengo la suficiente información como para decirle a nadie qué países son seguros ahora mismo y durante cuánto tiempo.
Pero sí sé que no podemos permitir que el miedo influya en nuestros viajes. Si tuviéramos en cuenta toda la violencia que ha tenido lugar en cualquier sitio, no saldríamos ni de nuestra habitación. Sabemos que el mundo no es un lugar seguro. La violencia policial generalizada y los tiroteos masivos son algo habitual en Estados Unidos y, aun así, la gente reserva vuelos a San Francisco y viaja por carretera a Nueva Orleans. Tanto turistas como lugareños sufren robos y atracos por todo el mundo y, aun así, la gente sigue paseando por las murallas de Dubrovnik y visitando el Coliseo de Roma.
Pero, para la cantidad de peligro y violencia sin sentido que existe, hay diez veces más de amor y de generosidad. En cada esquina podemos encontrarnos con desconocidos amables dispuestos a compartir su casa y su ciudad con nosotros, a darnos consejos sobre los mejores bares para desayunar o los lugares con mejores vistas, a ofrecer indicaciones a un turista perdido, a echarnos una mano cuando lo necesitamos, a demostrar -gracias a sus gestos, a sus palabras de ánimo y a su amabilidad- que los humanos somos buenos por naturaleza.
Por eso no podemos dejar de viajar y explorar. Como ciudadanos del mundo, es nuestra obligación conocer a las personas que nos enseñarán más cosas sobre su cultura y su estilo de vida y que harán las veces de embajadores de sus países.
Ahora más que nunca tenemos la obligación de conocer el mundo de manera íntima y de deshacernos de los obstáculos raciales, culturales y estereotípicos que se empeñan en dividirnos. Sólo podemos lograrlo viajando.
Seremos capaces de comprender de verdad otra cultura si estamos dispuestos a sumergirnos en ella, a preguntar y a observar pacientemente sin juzgar. Seremos capaces de construir relaciones con otras comunidades si tenemos la mente abierta y no dejamos que nos influyan nuestras suposiciones y opiniones. Seremos capaces de aunar fuerzas con los demás y de progresar unidos si sentimos compasión por los demás y confiamos en ellos.
Para confiar en alguien hay que conocerlo bien. Para conocer a una persona hay que entenderla. Para entender a una persona hay que trabajar para tener un vínculo con ella. La mejor manera -y la más gratificante- de conectar con gente de otros países es visitar esos países.
Viajar es esencial para eliminar el odio y el miedo que gobiernan nuestro planeta. Cuanto más aprendemos de los sufrimientos y los triunfos de los demás, más podemos ayudar y fortalecer a los demás. Cuanto más intentamos entender en vez de culpar, más conseguimos disipar el miedo, romper las las barreras y crear comunidades en vez de separarlas.
Por eso hay que ser inteligente y tener cuidado. Deshazte de tu ingenuidad y de tu despreocupación. Investiga y ten en cuenta las advertencias sobre el turismo mundial. Infórmate y toma decisiones prácticas a la hora de elegir destino.
Pero viaja. Súbete a ese avión, autobús o tren y sé consciente de que no es que vivas sin miedo, sino que vives a pesar de él. Llega a tu destino con la mente abierta y con algo de esperanza. Busca amabilidad, empatía y cariño allá donde vayas. Predica con el ejemplo. Sé amable sin esperar nada a cambio, sé compasivo y no juzgues tanto.
Viaja. Puede que sea la cosa más importante que hagas en esta época en la que el pánico, la desesperación y el miedo están siempre presentes.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.