Efervescencia en la TV Digital
Este lunes se presenta en Madrid el largometraje 'El Cosmonauta', arropado por una campaña mediática diseñada por ser un proyecto crowdfunded, es decir, financiado por la comunidad de internautas que han creído en el proyecto y lo han apoyado con microaportaciones hasta hacer viable la financiación.
Múltiples propuestas de nuevos creadores irrumpen en la escena televisiva apadrinados por internet.
El lunes 13 de mayo se presenta en Madrid el largometraje El Cosmonauta, arropado por una campaña mediática diseñada alrededor de la percha de ser un proyecto crowdfunded, es decir, financiado por la comunidad de internautas que han creído en el proyecto y lo han apoyado con microaportaciones hasta hacer viable la financiación de esta película.
Este hito acompaña a otros que hemos visto nacer este año como #Littlesecretfilm o Nada que Celebrar, o la celebración de festivales como FastFilmFest.
¿Por qué esta efervescencia ahora?
Probablemente porque la industria televisiva le ha dado demasiado tiempo la espalda a una nueva manera de entender la televisión.
Supongo que el boom del desarrollo de la economía en los años 2000 también dejó su impronta en nuestra industria televisiva. Creímos que la publicidad era un maná inagotable. El dinero corría a raudales en un modelo de televisión con "tarta publicitaria" creciente. Todos acudieron a ese modelo sin prestar atención a los cambios y tendencias que se apuntaban en el consumo televisivo -la fragmentación, el desarrollo de nuevos formatos, el apunte de nuevas generaciones de talento que sin la atención debida malvivían en la sequía.
El sistema sufría miopía. La medición de audiencias que guía la atención de las inversiones (publicitarias o empresariales) apuntaba a lo grande porque ahí se repartían los intereses comerciales y le daba la espalda a los nuevos fenómenos de consumo. La comodidad de explicar lo sencillo evitaba el esfuerzo de entender lo importante. Y así, la tele como industria daba la espalda a formatos y audiencias que irrumpían aunque sólo fuera por puro relevo generacional. Hubo brotes en la televisión temática de pago -ahí está la factoría Paramount Comedy que propuso una nueva manera de hacer televisión-, nuevos formatos que conectaron con nuevas audiencias. Fenómeno Joaquín Reyes, para ser más explícito.
Pero lo que debería de haber sido norma, fue excepción. Resultado: la televisión envejecía tanto como se le daba la espalda a una nueva generación de espectadores, pero también de modelos televisivos. Pero como siempre pasa, una nueva generación estaba buscándose la vida.
Ahí es cuando llega internet. Como la libertad. Comienza la efervescencia.
Los focos que antes iluminaban la tele ahora se vuelcan sobre esta nueva pista del circo televisivo. En la otra, el panorama es desolador: muchos canales, muchas frecuencias, poco dinero. Pero en esta, en la nueva no. Es ilusionante, concentra mucha atención. Se multiplican las plataformas de distribución online, se generan nuevos fenómenos creativos que afloran con gran fuerza a la luz de la excitación. Se celebran muchas citas que hablan de lo nuevo y nos animamos por las esperanzas generadas.
Y esto es bueno. Es bueno si conseguimos encauzar con cierto rigor estos raudales de energía en una industria que nos permita apuntalar lo que ahora aflora.