FairCoop y la ética hacker
Esta es la democracia real. Mientras el antiguo régimen se desmorona a nuestro alrededor, el postcapitalismo se abre camino rápidamente. Cae la vieja superpotencia mundial, que es el sistema financiero global, y nace la nueva, que eres tú.
Una tecnología disruptiva es aquella que deja obsoleta a la anterior de manera abrupta. Mejor dicho, deja obsoleta su red de soporte. Por ejemplo, el coche eléctrico hace inservible la red de distribución de gasolina. Hay muchos ejemplos: el cañón, la imprenta, el imbécil al que le dio por descubrir los combustibles fósiles, la tarjeta de crédito, el ordenador personal, el correo electrónico... Muchas de ellas, además de disruptivas son revolucionarias, y provocan a la larga la derogación del sistema político dominante y su sustitución por el siguiente.
En este caso el siguiente, el que a falta de nombre aún llamamos postcapitalismo, evoluciona al ritmo del latido de internet y de las tecnologías disruptivas que de ella (¿de él?) manan. Este nuevo sistema, en el que la comunidad hacker juega un papel central, tiene pinta de que va a ser más horizontal, menos arquista y más democrático, ya que las responsabilidades y la toma de decisiones están más distribuidas entre la población.
En 2008 Satoshi Nakamoto inventó dos tecnologías disruptivas simultáneamente: el blockchain (cadena de bloques, una especie de libro de contabilidad público, universal e infalsificable) y la proof-of-work (prueba de trabajo, un nuevo sistema de seguridad en red). Juntas, y gracias al poder de la criptografía, permiten descentralizar, y por tanto democratizar:
a) La economía. Las criptodivisas como el bitcoin o el faircoin nos permiten almacenar y mover nuestro propio dinero de manera segura y sin necesidad de intermediarios, por lo que hacen innecesario el sistema financiero actual.
b) La política. Si usamos bancos y pagamos impuestos, el Gobierno hará con ellos lo que le parezca, o lo que les parezca a los bancos. Si en vez de eso usamos nuestro dinero para apoyar proyectos que aporten beneficio al común, el Gobierno puede decir misa si quiere, pero se acabará haciendo lo que más apoyo popular tenga. Y esto es lo mejor: si te parece que lo correcto es darle tu dinero al Gobierno, también puedes.
opensource.com
Pero atención: un cambio no garantiza una mejoría. Para eso hay que ayudar un poco: es necesario que la nueva tecnología venga acompañada de un nuevo paradigma ético, de aceptación amplia y sincera. Un buen punto de partida para esto podría ser la llamada ética hacker, disruptiva respecto a la vieja cultura protestante del trabajo. Estos son algunos de sus postulados:
- Compartir es bueno. El copyright es un obstáculo para el progreso de la humanidad (hola, @PRISA).
- Acceso libre al conocimiento. La información debe ser libre.
- Desconfiar de la autoridad. Promover la descentralización.
- Un hacker será juzgado por sus hacks, no por su raza, género, edad o posición social.
- Trabajar por un mundo mejor es una responsabilidad de todo hacker.
- Ningun problema debería ser resuelto dos veces. Por ejemplo, en investigación biomédica: ¿por qué torturar cien ratas, cuando puedes torturar una y compartir los resultados?
La FairCoop, de la que ya me he hecho miembro y en la que procuro aportar en lo que puedo, se acoge explícitamente a estos principios, entre otros.
Introducción a FairCoop from Radi.ms on Vimeo.
Esta es la democracia real. Mientras el antiguo régimen se desmorona a nuestro alrededor, el postcapitalismo se abre camino rápidamente. Cae la vieja superpotencia mundial, que es el sistema financiero global, y nace la nueva, que eres tú.
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