Los bancos españoles sacan nota ante el BCE: ahora, a por el crédito
Ahora hace falta que el incremento en la oferta de crédito confluya con una demanda de crédito acompañada por un crecimiento sostenido en la economía española que permita a los deudores ser solventes y a las entidades prever que los impagos producidos en los últimos años no volverán a repetirse. No basta con aprobar hoy: habrá que aprobar también en el futuro.
Por fin llegó el día marcado en rojo por los bancos europeos: el día en que se harían públicos los resultados del examen global dirigido por el Banco Central Europeo (BCE) a la banca. Este examen no es el primero que se hace: algunos recordaréis el realizado en 2011 y los que tengáis mejor memoria el de 2009, por lo que, quien más quien menos puede ser escéptico en la relevancia de los mismos.
Pero no conviene olvidar que el examen actual tiene una característica esencial que lo distingue de los anteriores, y es que se realiza como medida previa al traspaso al BCE de las atribuciones en la supervisión de la mayor parte de los bancos europeos (los que superan 30.000 millones de activos gestionados, cuyos activos superan el 20% del PIB del país o son una de las 3 entidades más significativas de cada estado).
Dicho de otra forma, BCE quiere saber exactamente lo que hay dentro los bancos que va a examinar, que representan el 82% del sistema bancario europeo, y este examen es la prueba final que necesita.
Pese a la incertidumbre inherente a cualquier nota final, todas las entidades habían llevado a cabo una evaluación continua y no se esperaban sorpresas en los resultados. Y así ha sido, el menos en España: aprueban los 15 bancos sometidos a examen. Dicho de otro modo: las entidades españolas tienen un capital suficiente para prestar y realizar su actividad bancaria sin nuevas recapitalizaciones, al menos si se dan las hipótesis de resultados previstas en las pruebas de resistencia. Sin duda, el esfuerzo llevado a cabo por nuestros bancos en los últimos años comienza a dar sus frutos, con un capital fuerte y altos saneamientos de los activos realizados.
No ocurre así, sin embargo, en otros países europeos donde, en el conjunto del Sistema, existen unas necesidades de capital de 24.600 millones de euros, concentrados en 25 entidades de 11 países diferentes; o sería mejor utilizar el pasado: existían, porque algunas de las entidades ya han implementado acciones que harían reducir las necesidades de capital quedándose "sólo" en 9.500 millones repartidos en 13 entidades. Son nuestros primos hermanos en esto de la economía durante la crisis, Italia (que hasta tiene el mismo número de entidades evaluadas en este examen que nosotros, 15) los que obtienen una de las peores notas, con 9 entidades suspendidas. Sin olvidar otros tres países que ya habían recibido ayudas de la Unión Europea y eran favoritos para ir a recuperación: Grecia, Chipre y Portugal. Entre los cuatro acaparan el 89% de las necesidades detectadas.
El aprobado o suspenso no es la única conclusión que se puede sacar de estos resultados. De hecho, la información presentada por el BCE y la EBA (Autoridad Bancaria Europea según sus siglas en inglés) permitirá tanto a los analistas financieros como a los propios supervisores tener una información amplia, transparente y fidedigna de la situación de los bancos. Pero al margen del ejercicio de resistencia realizado, lo más relevante del examen, y así lo ha enfatizado también el propio BCE, es el proceso de revisión de la calidad de los activos bancarios, que conlleva la homogeneización de criterios de valoración entre países. Ya no valdrá por tanto aquello de que los bancos alemanes salen mejor en la foto porque su sistema de provisiones de riesgo es más laxo o que a los bancos españoles tienen criterios muy estrictos para medir la morosidad. Lo de comparar manzanas con manzanas y peras con peras es ya un hecho. De hecho, el 54% de las necesidades de capital detectadas se derivan de este ejercicio de armonización de balances.
Alguno os preguntaréis si el aprobado de la banca española servirá de alguna manera para reactivar el crédito. Ojalá la respuesta sea que sí, pero lo que está claro es que mal no va a venir. De hecho, para mantener el aprobado la banca española necesitará incrementar sus márgenes en los próximos años y, con el contexto de tipos de interés bajos que hay actualmente, sólo podrá hacerlo aumentando su volumen de crédito.
Al menos por fin parece que la banca española no necesitará recapitalizarse y que está preparada para competir de una forma eficiente, sin las limitaciones en el capital que ha arrastrado en los últimos años. Ahora hace falta que el incremento en la oferta de crédito confluya con una demanda de crédito que venga acompañada por un crecimiento sostenido en la economía española que permita a los deudores ser solventes y a las entidades prever que los impagos producidos en los últimos años no volverán a repetirse. Confiemos en que los tres factores se aúnen en los próximos meses; no basta con aprobar hoy sino que habrá que aprobar también en el futuro.