¡Y tú igual!
Un análisis de los casos de corrupción que hemos sufrido durante las últimas décadas indicaría que la variable que más predice qué partido los va a cometer no es su carácter liberal o socialdemócrata, sino la magnitud del poder que ostenta.
¿Son los políticos, como tantas veces oímos, todos iguales? Pues dependerá en qué. “Igual” es un término que los lingüístas llaman “sincategoremático”, es decir, que carece de significado a menos que se indique a qué se refiere. Usted, estimado lector, probablemente es igual a mí en nacionalidad, idioma, número de dedos o momento del día en el que dormimos. Y probablemente es diferente de mí en estatura, edad, películas favoritas o nombre de pila. ¿Usted y yo somos iguales? Pues dependerá en qué. Como la nacionalidad y la edad son independientes, se puede coincidir en una y diferenciarse en otra, coincidir en las dos o diferenciarse en las dos. Usted tiene el mismo número de orejas que Hitler. “Oiga, ¿qué insinúa? ¿Me está comparando con Hitler?”. Pues en el número de orejas, sí.
¿Y los políticos? Convendremos que en aspectos corporales —estatura, obesidad, enfermedades— no encontramos grandes diferencias entre los diputados del PSOE y del PP. Sí las encontramos en opiniones sobre el papel que ha de desempeñar el Estado en la sanidad, la educación, las relaciones laborales, los medios de comunicación y mil factores más. La derecha defiende la libertad —jajaja—. La izquierda defiende la igualdad —¡jajajajaja!—. ¿Y en corrupción? ¿Hay diferencias? O, preguntado de otra manera, ¿hay un nexo entre defender una mayor o menor participación del Estado en la sociedad y una mayor o menor tendencia a robar dinero público? Llegado el momento de decidir si se roba o no, ¿la opción política de un cargo público frena o acelera la mano que se está metiendo en la caja?
Tengo amigos que votan religiosamente al Partido Popular. Otros lo hacen con igual fervor al Partido Socialista Obrero Español. Explicaré por qué lo considero religioso. Opinan, como los panteístas, que todo tiene que ver con todo. De forma que estar acertado en la idea de Estado, implica no sólo estarlo también en economía, política exterior o cultural, sino además implica ser mejor gestor en las cuestiones rutinarias y apolíticas del día a día, ser más brillante en la oratoria, y, cómo no, ser más honrado. Unos son sabios, honestos e inteligentes. Los otros son ignorantes, corruptos y tontos. Todas las virtudes van juntas. Todos los defectos, también. Manejar más de un bit de información en un argumento no está al alcance de todo el mundo
Pero un análisis de los casos de corrupción que hemos sufrido durante las últimas décadas indicaría que la variable que más predice qué partido los va a cometer no es su carácter liberal o socialdemócrata, sino la magnitud del poder que ostenta. La semana que termina ha estado saturada de desacreditaciones cruzadas en nombre de la historia de cada partido. Necesitamos una photo finish. Se gritan “¡y tú más!”, como si la opción política implicara necesariamente un mayor índice de corrupción, cuando deberían estar gritándose “¡y tú igual!”, dado que ambos aspectos no están conectados lógicamente. Los políticos son todos iguales en unas cosas y diferentes en otras. Ojalá las consecuencias del caso Koldo-Ábalos-Armengol-… igualen las que tuvieron las corrupciones de gobiernos de otros partidos.
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