¿Una mujer en la cima del mundo?

¿Una mujer en la cima del mundo?

"En las encuestas, se observa que más del 25 % de los hombres afroamericanos de menos de 50 años, un sector muy mayoritariamente demócrata, tiene la intención de votar a Donald Trump".

La candidata demócrata, Kamala Harris, saluda a sus seguidores antes de tomar un vuelo.Matt Rourke

«The Wall Street Journal», el periódico conservador norteamericano, acaba de publicar un alambicado artículo de una colaboradora habitual, Kimberley A. Strassel, «La nueva ropa de la emperatriz Kamala», en que la autora denigra primero al personaje, destaca su supuesta falta de ideas y de imaginación, quita mérito a su victoria en el debate frente a Trump (después de todo, no dijo nada nuevo, afirma) y describe a un electorado demócrata a punto de pulsar el “botón del pánico” ante lo que, a juicio de la escritora, es una derrota segura del partido que actualmente ocupa la Casa Blanca, tras una poco discutible ejecutoria meritoria de Biden en economía y muy apreciable en el marco de la agitada política internacional actual.

Tras esta agraz crítica subjetiva a la mujer que ha ocupado la vicepresidencia en el mandato que ahora concluye, Strassel rasga el velo y enuncia uno tras otro todos los mantras republicanos, la ristra reaccionaria de desacuerdos con el progresismo del partido demócrata, que ahora es enarbolado por una valiente mujer, que además tiene la osadía de no ser ni blanca ni de origen anglosajón. «La pregunta —escribe la periodista— es cuánto tiempo tardarán los demócratas y los medios de comunicación en reconocer finalmente que el problema no es un presidente vacilante, ni un mensaje erróneo, ni entrevistadores malintencionados, ni terceros partidos, ni votantes tontos [...] El problema son las malas políticas, diseñadas por Biden y la izquierda progresista, respaldadas por Harris y rechazadas por los votantes. Apenas el 28% de los estadounidenses cree que el país va por buen camino. Y las encuestas confirman lo que los hace infelices: un gasto desmesurado (inflación y deuda nacional), una política de fronteras abiertas (inmigración), un movimiento de desfinanciamiento de la policía (crimen), desorden global (seguridad nacional) y cambios culturales radicales (los hombres en los deportes femeninos)».

En definitiva, lo que la prensa de derechas norteamericana intenta es aprovechar la condición de mujer de la candidata demócrata para debilitar la odiada opción progresista y defender por tanto con artes machistas la candidatura de Trump, el energúmeno republicano que incluso encabezó un conato de golpe de Estado hace cuatro años. Como ya sucedió en 2016, cuando Trump se impuso con malas artes a Hillary Clinton después de una feroz campaña de desinformación y de intoxicación, la lucha política de los populistas explotará hasta donde le sea posible el hecho de que Kamala sea una mujer y por añadidura negra. El populismo hace trampas para debilitar al adversario.

Ante este tipo de ataques en que incurre la campaña republicana, el expresidente Obama, alarmado, ha tomado cartas en el asunto y ha salido a defender con gran energía la candidatura de Harris. En las encuestas, se observa que más del 25 % de los hombres afroamericanos de menos de 50 años, un sector muy mayoritariamente demócrata, tiene la intención de votar a Donald Trump, más que cuando este compitió hace cuatro años con Biden. Las palabras de Obama han sido rotundas: «todavía no hemos visto el mismo tipo de energía y participación en todos los barrios y comunidades que cuando yo me presenté». Y refiriéndose a su clientela negra, la ha interpelado con esta reconvención: «se os están ocurriendo todo tipo de razones y excusas para evitar votar a Harris, lo que me lleva a pensar que, simplemente, no estáis aceptando la idea de tener a una mujer como presidenta, y estáis buscando razones para evitarlo».

Obama, que abandonó la Casa Blanca hace ya 12 años, sigue siendo el líder demócrata más valorado por sus correligionarios, e incluso por muchos de sus adversarios teóricos (una encuesta ha revelado que si pudiera presentarse a las elecciones y lo hiciera efectivamente ganaría con holgura). Es muy probable que la contundencia del expresidente, quien ya se involucró a fondo en la victoria de Biden, sea de gran ayuda a los norteamericanos que tratan de evitar la degeneración que supondría el retorno de Trump al poder. No solo está en juego el futuro de América sino el destino de toda la complicada geopolítica mundial. Pero es inquietante que Harris, además de defender sus idas, tenga que luchar contra los prejuicios que le causa el hecho de ser mujer.