Lo sabían, sinvergüenzas
Este no es un asunto de ‘progres’. Es la verdad científica. La extrema derecha y la derecha radical mundial y nacional, empecinadas en el error y engaño, ahora buscarán disculpa
Aún hoy quedan tontos, o cínicos, que niegan el cambio climático. Algunos idiotas, incluso, dicen con todo el descaro posible, con mucha ‘campechanía’ colegui, que todo esto es sencillamente una cuestión ideológica inventada por la izquierda mundial compinchada para atemorizar a la gente de bien y pescar sus votos.
No les basta con la que hay armada. Con ese calentamiento global que derrite los glaciares y los hielos del Polo, y también algunos cerebros poco preparados para la función de pensar.
Había datos desde hace décadas. El hombre, con la avaricia y la ignorancia o la mala fe de parte de sus élites, el sector depredador, estaba poniendo los cimientos a una catástrofe planetaria, alterando el ritmo natural de los acontecimientos naturales. La explosión del ecologismo, de los defensores del medioambiente, de los partidos ‘verdes’, desde los años 60, ya expresaban una seria preocupación por los efectos del desarrollismo en este campo. A pesar de las advertencias de la comunidad científica, lejos de frenar la cadena de atentados medioambientales se aumentó el ritmo y el daño.
Bolsonaro es un anormal engreído, nostálgico de la dictadura militar, que con chulería dañina dio vía libre para arrasar la Amazonia. Pero en España tiene admiradores que babean de gusto pensando en que se podría hacer lo mismo con las costas, las dunas, los bosques…. Naturalmente. en nombre de una libertad irrestricta y sacrosanta y del derecho a aprovechar estas riquezas. VOX es una de las sectas, perdón, partidos, que ridiculiza las ‘obsesiones’ ideológicas ‘progres’: les da lo mismo negar el cambio climático que negar la pandemia. Otros y otras prefieren las cañas y las litronas a las vacunas y mascarillas. El Madrid ‘popular’ apunta maneras.
La prensa seria mundial —El País entre los más destacados— se ha hecho eco de un estudio de la prestigiosa revista Science que, analizando a fondo los documentos internos de ‘Exxon Mobil’ divulgados por medios de comunicación norteamericanos en 2015 llega a la conclusión de que el gigante petrolero no solo sabía lo que estaba desatando con el abuso de los combustibles fósiles, sino que sus científicos habían predicho exactamente, al milímetro, sus consecuencias. No solo ocultaron estos datos, sino que negaron las evidencias. Engañaron conscientemente a la humanidad con informaciones de encargo falsas y engañosas.
Uno de los personajes, quizás el primero, que más temprano alertó sobre los indecentes manejos de ExxonMobil fue el exvicepresidente de Estados Unidos con Bill Clinton, Al Gore. Además de numerosísimos discursos y artículos, sus libros La Tierra en juego, publicado en 1992, y El ataque contra la razón, en 2007, son demoledores: todos sus pronósticos se han cumplido; como, asimismo, sus acusaciones se han comprobado. Por ejemplo, las relacionadas ex aequo con el presidente Bush (hijo) y con EXXON.
Convertido en paladín de la responsabilidad medioambiental, Al Gore, político, ambientalista, Premio Nobel de la Paz, entendía en 2007 que pese a la claridad de los datos existiera mucha gente incrédula que no viera que el calentamiento global sea un problema. “Son víctimas de una campaña gigantesca y bien orquestada de desinformación fomentada por la Administración Bush y sufragada sin reparar en gastos por una serie de contaminadores…”. Y revelaba que a principios de 2007 ExxonMobil ofrecía 10.000 dólares “por cada pseudoestudio o artículo que cuestionase los descubrimientos de la comunidad científica. Es una estrategia que los principales contaminadores siguen desde hace años”. Se trataba de mantener la duda. Aunque el 99% de la ciencia dijera que teníamos un problema, bastaba un 1% que lo negara para plantear la duda. Todos los veranos nos solía llegar a La Provincia, periódico líder de Las Palmas de Gran Canaria una colaboración de un científico cuyo esquema era ese: “Un importante científico de una prestigiosa universidad ha publicado un documentado estudio en el que desmiente algunas de las afirmaciones sobre el cambio climático”.
Al Gore desmontaba la superficialidad de algunos argumentos negacionistas: el ‘calentamiento planetario artificial’ era más complejo e importante que unos cuantos grados de más o de menos. Lo grave eran sus consecuencias en cadena que amenazaban con destruir el equilibrio climático de toda la historia de la civilización: “a medida que empieza a variar el patrón climático, cambian también los movimientos de los vientos, y las lluvias, las inundaciones y las sequías, las praderas y los desiertos, las épocas de vacas gordas y de vacas flacas, la época de paz y de guerra…”. Mismamente. ¿No lo ven, no lo sienten, no lo oyen, no quieren enterarse de lo que pasa a nuestro alrededor?
Hay coincidencias extraordinarias que demuestran la capacidad de la derecha española de estar en primera línea de la inteligencia… artificial, con algún cable cambiado. También en 2007, y coincidiendo con la denuncia de Gore sobre la campaña gigantesca y bien orquestada de desinformación Bush-Exxon, ‘Mariano Rajoy resta importancia al cambio climático aludiendo a su primo científico’, titulaban los periódicos. El famoso primo tuvo su minuto de gloria, que mutó en ridículo, al cabo de poco tiempo. Dijo el primo del primo: “Si nadie garantiza ni qué tiempo hará mañana en Sevilla ¿cómo va a decir lo que va a pasar dentro de 300 años”. Y añadió este catedrático de Física en la Universidad de Sevilla: “No se puede convertir este asunto en el problema mundial”. Ya lo vemos…
Y como las cosas son como son, pues el Partido Popular siguió criticando el catastrofismo irreal de la izquierda ‘progresista’, como si ser progresista, o sea, fomentar el progreso, la civilización y la democracia, fuera malo y ser reaccionario en cambio fuera el colmo de la virtud y el no va más del patriotismo de pulserita. En esa senda, menos científica que horoscópica, el Gobierno Rajoy, con Arias Cañete de ministro de la cosa, decide cambiar la Ley de Costas 22/1988 de Felipe González y Javier Sáenz de Cosculluela, que era una respuesta seria para evitar males mayores previsibles a los desafíos del clima, que ya de notaban y sobre el que había práctica unanimidad en el ‘estado de la ciencia’.
Queriendo hacer honor a su fama de buenos gestores, aunque haya sido, bien contextualizados los hechos y situados en su sitio la causa y los efectos, una secuencia de fracasos, Rajoy-Cañete hacen una enmienda a totalidad de la ley de 1988 con la de mayo de 2013. La visión es totalmente distinta. El cambio se justifica en que la socialista protegía demasiado las costas (o sea, cortaba por lo sano, para evitar la gangrena, negociar peligrosamente con la herencia de las próximas generaciones): así que, se puede consultar con documentos y planos oficiales en PDF en Google, que la servidumbre de protección que era de 100 metros pasa en algunos casos a solo 20. Se regularizaron 12.800 viviendas construidas en dominio publico además de que otras 140.000 podían acogerse a una ‘amnistía’ de obras… supuestamente para evitar cuantiosas indemnizaciones al Estado.
A la vista están quedando los resultados de tanta bondad en unos grandes gestores que han dejado al país lleno de muestras elocuentes. En cada temporal, fuertes lluvias, mares enfurecidas, nevadas de Guinness… en el sur y en Levante imitar a Teresa de Calcuta tiene sus efectos secundarios si no hay una protección específica y en vigilia permanente del Espíritu Santo.
Las indecentes maniobras de desinformación de los oligopolios petroleros y de EXXON de forma especial, eran verdad; el calentamiento es verdad; el clima ha enloquecido… Aunque las chimeneas en vez de lanzar humos tóxicos de petróleo y gas, o carbón, lancen ‘Chanel número 5’ o ‘Varón Dandy’, contaminan y producen secuelas. El veneno es la dosis, decía Paracelso, aunque mi padre, viejo republicano socialdemócrata represaliado y siete años encarcelado decía que también el veneno era la diócesis.
Este no es un asunto de ‘progres’. Es la verdad científica. La extrema derecha y la derecha radical mundial y nacional, empecinadas en el error y el engaño, ahora buscarán una disculpa para transferir la culpa de sus responsabilidades criminales de ‘lesa humanidad’ a las democracias. Porque también predican que el vino y los alcoholes, la bollería, las bebidas azucaradas, la carne roja, las grasas… son buenas para la salud. Y en el fondo hay una parte de verdad: para la de las empresas y para sacar votos del engaño de una libertad que es la misma que tiene el suicida al saltar desde lo alto de un precipicio. Aunque el cura ofrezca un sentido responso fúnebre con emotivos elogios al difunto, ‘a conejo ido, palos a la madriguera’.