La humanidad y la Humanidad
Lo oímos sin parar estos días, y no seré yo el que lo niegue: “el conflicto de Oriente Próximo es ante todo una cuestión de… de…”. ¿De humanidad o de Humanidad?
A pesar de que la RAE recomienda escribir esta palabra siempre con minúscula, permítanme jugar con la minúscula y la mayúscula para distinguir entre la humanidad y la Humanidad. Es una distinción que solemos encontrar en el lenguaje escrito, pero cuando oímos declaraciones verbales no queda claro qué letra inicial ha usado la persona. La Humanidad es simplemente el conjunto de todos los seres humanos que existen. Ocho mil millones. La humanidad, por el contrario, es un concepto más personal: la empatía básica hacia el ser humano que sufre, la consideración moral de que todas las vidas humanas valen por igual, la valoración de cada vida individual como un valor supremo que ha de pasar por encima de geoestrategias y guerras milenarias. Cada uno tendremos más o menos humanidad.
Lo oímos sin parar estos días, y no seré yo el que lo niegue: “el conflicto de Oriente Próximo es ante todo una cuestión de… de…”. ¿De humanidad o de Humanidad? Porque si estamos ante una cuestión de humanidad —con minúscula—, no cabe duda de que atender al drama humanitario que se está viviendo en Gaza debe ser priorizado por encima de cualquier otra consideración. Ni una muerte más. Israel debe detener inmediatamente la invasión de la franja. Que un niño gazatí siga vivo mañana no puede depender de quién tenga razón en un conflicto que ronda los cien años de antigüedad, y en donde ambas partes cuentan con un currículo de horror tan grande que no hay medida que permita compararlos. La humanidad se activa ante fotos, testimonios, cortes de agua. De la humanidad se ocupa la psicopolítica.
Pero si el conflicto de Oriente Próximo es ante todo una cuestión de Humanidad —con mayúscula—, entonces la cosa cambia completamente. Porque ahora ya lo que importa no es la foto de la niña ensangrentada, sino la reunión del otro día entre Putin y Xi Jinping. Los acuerdos de Abraham. Irán. Marruecos. Biden volando diez mil kilómetros para fotografiarse con Netanyahu. ¿Por qué Hamás llevó a cabo un ataque cuya única finalidad posible tuvo que ser llevar a toda la región a la situación exacta en la que está ahora? La Humanidad se mueve en la escala de los imperios, las civilizaciones que chocan como las placas tectónicas. La libertad, la dignidad y la calidad de vida de cientos de millones de personas se deciden en cada roce de estos gigantes ciegos y amorales. De la Humanidad se ocupa la geopolítica.
Ya sé que ambos conceptos son pura metafísica. La humanidad, porque es imposible que exista un solo ser humano que no sea total y absolutamente humano. Y la Humanidad, porque la única unidad que forman esos ocho mil millones de individuos es de tipo zoológico. Pero dado que no paramos de oír ese sonido en boca de todo el mundo —junto con “pueblo” y “genocidio”, ambos términos merecedores de su propia columna— ¿podríamos de alguna manera compatibilizar la humanidad y la Humanidad? ¿Hay alguna forma de detener la matanza de inocentes que no ayude a un bloque planetario en cuya sociedad utópica yo estaría colgado de una grúa? Deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos a intentarlo. Y de no ser así, ¿debemos poner por delante la humanidad o la Humanidad?