Francia: la República victoriosa

Francia: la República victoriosa

"Le Pen sigue representando la humillación de Francia ante Hitler; la figura odiosa del mariscal Petain que se libró de ser ejecutado por su avanzada edad".

Jóvenes franceses celebran los resultados en las legislativas de este domingoEFE

Prácticamente todas las encuestas aseguraban que la segunda vuelta de las legislativas francesas se saldaría con una victoria de la extrema derecha, que obligaría a Macron a nombrar un primer ministro de este signo y evolucionaría la política francesa. Los resultados inquietantes de la primera vuelta así lo sugerían , y buena parte de la opinión pública se lanzó en tromba a criticar a Macron por su extemporánea decisión de disolver las cámaras y convocar elecciones tras las europeas del pasado día 9 de junio.

Hubo quien llegó a pensar que aquella era una estratagema de Macron: si efectivamente ganaba la extrema derecha la mayoría parlamentaria y se imponía la cohabitación, el desempeño del ultraderechista Ressemblement National sería tan desastroso que un Macron resucitado podría imponerse en las elecciones presidenciales de 2027.

Macron llegó a la presidencia de Francia en un momento idóneo para sus intereses. El mandato de su predecesor, el socialista François Hollande (2013-2017), fue tan desastroso que ni siquiera intentó la reelección. Las grandes formaciones estaban desacreditadas y el brillante Macron apareció con una propuesta centrista, La Republique en Marche (LREM) que pretendía superar el viejo binomio derecha-izquierda y poner en pie un centro pragmático que actuara en todo momento con racionalidad y sin dogmatismo. Macron, altivo y sofisticado, pretendió erigirse en un filósofo de gran nivel y gobernar “como Júpiter”, pero en realidad fue acumulando enemistades por su arrogancia personal y por la mediocridad de los resultados que iba obteniendo.

Las legislativas que acaban de celebrarse han puesto de manifiesto que el macronismo basado en el declive de las organizaciones tradicionales ya no teñía fuerza para mantener la hegemonía. Tras la victoria de Le Pen la primera vuelta electoral, Francia estaba a un paso del naufragio de los grandes valores republicanos: libertad, igualdad, fraternidad. La extrema derecha, heredera de la ominosa Francia de Vichy, enemiga del general De Gaulle que mantuvo viva la dignidad de los franceses durante la invasión nazi de la Segunda Guerra Mundial, estaba a punto de imponerse para escarnio del país, para desconcierto de Europa, para beneficio del declive populista de una parte cada vez más amplia de la globalización.

Pero los franceses son un pueblo antiguo, orgulloso, con principios y valores, necesitados de no perder los asideros de la V República que ha hecho del país vecino una nación moderna, ejemplarmente democrática, republicana por antonomasia… y se han puesto en pie. La izquierda, que experimentó en los últimos años el declive del PS y el PCE y el ascenso de ‘La France insoumise’ de la mano de Mélanchon, ha formado en días un bien cohesionado Nuevo Frente Popular, que emulaba remotamente el Frente Popular Antifascista que se formó en 1935 y que gobernó Francia entre 1936 y 1938. Solo una parte del centroderecha tradicional, comandada por Éric Ciotti, vio tan próxima la hegemonía ultra que ofreció aliarse con ella, lo que le atrajo la anatema de toda la derecha. En definitiva, Francia ha reaccionado a tiempo, ha protagonizado una gran movilización, ha hecho sacrificios políticos de envergadura y ha conseguido relevar a al neofascismo a la tercera posición, con 143 escaños (frente a los 88 que tenía) en una asamblea de 577. Por detrás del Frente Popular que ha conseguido 182 diputados (frente a los 153 anteriores y de la formación “Ensemble” (Juntos) de Macron, con 168 escaños. El centro derecha tradicional de Los Republicanos obtenía 45 escaños. La reacción francesa ha sido comparable a la de las fuerzas políticas españolas cuando, en vísperas del 23 de julio de 2023, hicieron imposible la alianza de gobierno PP-VOX.

No será fácil ahora formar gobierno en Francia, ni encontrar a un primer ministro que resulte tolerable tanto para Macron como para Mélanchon. De momento, el ya dimitido jefe de gobierno actual, Gabriel Attal, tendrá que mantenerse en el cargo en tanto Francia celebra sus Juegos Olímpicos que requerirán toda la atención. Pero es evidente que se ha alejado mucho la expectativa ingrata de una llegada de la extrema derecha al poder en Francia. Frente a la República victoriosa, Le Pen sigue representando la humillación de Francia ante Hitler; la figura odiosa del mariscal Petain que se libró de ser ejecutado por su avanzada edad. Y en cambio, la V República representa el renacimiento de la gran nación, que fue fundadora de la Unión Europea y que hoy forma con Alemania el corazón del proyecto europeo.