Feminismo para ser libres, feminismo para vivir en paz
El feminismo que reivindica Sumar es, por encima de todo, un proyecto cargado de futuro, libertad y democracia.
Mientras, como acaba de hacer el Gobierno francés, Sumar propone blindar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en la Constitución, la extrema derecha anticipa su auge en las próximas elecciones europeas y nos impone su marco: seguridad, racismo y militarización. Mientras el movimiento feminista autónomo se organiza en todo el Estado, saltan encuestas sesgadas que instauran terror afirmando que hemos llegado demasiado lejos, que hay un demasiado lejos cuando hablamos de igualdad. Y mientras alzamos la voz contra la ocupación, el apartheid, el genocidio que sufre el pueblo palestino y sus mujeres, son aún demasiados quienes miran a otro lado o, peor aún, reducen la política a un circo chabacano, un teatro lamentable de mordidas, corruptelas y entramados en el que se lucran de la miseria.
No son tiempos en los que sea fácil sostener la esperanza. Así nos quieren los que ansían que todo siga como siempre: cansadas, a la defensiva, recelosas, más atentas a nosotras mismas que al mundo que hay afuera, embalsamadas en el desaliento o la melancolía. Pero no es así como nos van a encontrar, tampoco este 8 de marzo. Y el feminismo que reivindica Sumar es, por encima de todo, un proyecto cargado de futuro, libertad y democracia.
La lucha feminista es la lucha por una libertad compartida, más profunda, sostenida entre todas, cada una de la mano de las otras. En esa lucha importa poco de dónde vengamos y mucho el granito de arena que queremos aportar al porvenir. No vivimos tiempos en los que podamos permitirnos el repliegue o la idolatría, como si hiciéramos del feminismo una fortaleza protegida por muros en la que solo caben unas pocas. Es la hora de un feminismo amplio, plural, en el que quepa siempre el disenso, pero no el odio; la defensa de la emancipación de las mujeres ha de hilvanar con el derecho a ser y a tener una vida digna con independencia de quien uno sea, con el derecho a amar. No se comprende el feminismo sin las conquistas de derechos de las personas LGTBI, más aún en un momento en el que los discursos de odio nos ponen en su diana; en definitiva, si no es inclusivo con las personas trans. Y prácticamente nada puede entenderse si no es con el feminismo como motor pilar y dirección. En la teoría y en las políticas concretas, en la calle y en las instituciones.
A las feministas nos indigna la injusticia y nos mueve el amor. Las últimas semanas oímos a quienes alzaban su voz contra la violencia machista y el abuso de poder en la industria cinematográfica, como en el último año hemos oído la de las mujeres en el mundo del deporte: #SeAcabó. Pero el feminismo no son sólo las voces que en un tiempo pasado no eran escuchadas: no son las palabras, sino los hechos y su vocación de futuro. Es la revolución de los cuidados, la transformación de un sistema aún sustentado en el trabajo precario feminizado y no remunerado de las mujeres; la conquista de derechos para todas, sean trans, migrantes, excluidas. Como feministas, nuestra movilización no cesará hasta cambiarlo todo, hasta desmontar la complicidad del poder patriarcal en todos los estamentos de la sociedad; hasta que la comunidad internacional no ponga todo su empeño en una solución pacífica que traiga libertad para Palestina, hasta que las mujeres palestinas dejen de ser violentadas por el genocidio que comete en Gaza el Estado de Israel; hasta que la libertad no sea el lujo de unos pocos, sino la realidad de todas. Es por el feminismo por lo que pudimos decir que #SeAcabó. Ahora toca hacerlo realidad.
Elizabeth Duval es escritora, activista y portavoz de Feminismos, Igualdad y Derechos y Libertades LGTBI+