¿Está preparada la UE para su autonomía y su seguridad?
Emprender ese camino exige un esfuerzo sistemático y sostenido en el tiempo en educación, comunicación y sensibilización, pero también exige que Europa salga decididamente de su zona de confort.
En el transcurso del Pleno del Parlamento Europeo (PE) de octubre en Estrasburgo tuvo lugar la discusión de un importante Documento de propuestas para el futuro de la UE en áreas hoy sometidas a discusión y a tensiones dilemáticas. Hablamos del Informe Niinistö (por el nombre de su autor, antiguo Presidente de Finlandia) sobre cómo "mejorar y fortalecer la preparación y capacidad de respuesta de la UE" frente a la proliferación de crisis geopolíticas, climáticas y tecnológicas -cibernéticas o híbridas-, cada vez más frecuentes, intensas y amenazadoras, si es que no destructivas.
Emprender ese camino exige, sin duda, un esfuerzo sistemático y sostenido en el tiempo en educación (alfabetización digital y transmisión de valores); exige comunicación (cadena de mando e implicación cívica); exige sensibilización (Raising Awareness, en la jerga); pero también exige que la UE salga decididamente de su zona de confort.
Durante el mismo largo Pleno, en un debate sostenido con el Alto Representante (HighRep) Josep Borrell acerca del impacto en la UE del regreso (comeback) del presidente D.J Trump a la Casa Blanca, pusimos de manifiesto que es imprescindible y urgente que Europa, tras “sonar la alarma”, se desperece y salga de la cama - de su zona de confort-, y se prepare a fondo para responder unida ante retos que lo exigen.
De eso habla, exactamente, el Informe Niniisto, apostando por un lanzamiento sin precedentes de su capacidad de Defensa y de Seguridad (la “autonomía estratégica”) -sin confiarse inercialmente a un paraguas norteamericano cuya caducidad ha sido anunciada a las bravas por el Presidente electo de los EEUU-; y por un incremento de la inversión en la industria defensiva en la UE, además de compartir servicios de inteligencia, en la actualidad estancos, de los EEMM.
¡Nada menos! ¿Se encuentra la UE en estos momentos preparada para eso? La respuesta corta es NO. Si hay un botón de muestra gráficamente ilustrativo de la urgencia de avanzar en el sentido requerido, ese es el que se ha puesto dramáticamente de manifiesto es la necesidad de fortalecer el Fondo de Solidaridad y el Mecanismo de Protección Civil de la UE para atender a catástrofes climáticas cada vez más devastadoras, como la espantosa DANA que sacudió a España los últimos días de octubre (Comunidad Valenciana, sufriendo en primera línea), con un balance mortífero de más doscientas víctimas. Un duelo descomunal, cuya reparación debe contar con solidaridad y protección europea, por lo que, desde luego, tiene que crecer también -multiplicándose incluso- la financiación presupuestaria de las partidas de emergencia y protección civil (y en esa dirección apuntan los esfuerzos del Grupo S&D en el PE en la negociación de los Presupuestos UE para 2025).
En lo que toca al capítulo de la seguridad de la UE en el despliegue de futuro de la "autonomía estratégica" es un hecho constatable que, desde su guerra de agresión contra Ucrania (se cumplen tres años en febrero), la Rusia de Putin ha sido expulsada del Consejo de Europa (CdE, organización concéntrica a la UE, más antigua que ésta, que integra a 46 EEMM). Por lo mismo, se la ha sometido -porque ha sido acreedora- a sucesivos “paquetes de medidas sancionadoras” y “restrictivas” (cuya violación ha sido tipificada como eurodelito, sobre la base del art.84 TFUE), en las que la UE (y sus Instituciones, destacadamente el PE) ha demostrado tanto su voluntad y determinación como su disposición a encajar los costes y sacrificios que su coherencia requiere (como ejemplifica Alemania, cuya competitividad ha acusado duramente el golpe de bloquear su acceso a energías baratas de facturación rusa).
Parece llegada la hora de extraer todas las consecuencias de que el Grupo de Acción Financiera Internacional -GAF, en la jerga- haya suspendido también los derechos de la Federación de Rusia como miembro de este foro de comunicaciones financieras y transacciones económicas desde estándares reconocidos de confiabilidad. Porque, como sabemos, Rusia es un caso paroxístico de concentración de poder en manos de una persona como seguramente no exista otro en el Planeta; en donde nada se mueve si no es bajo la férula de Putin y su control absoluto, desde las Fuerzas Armadas hasta la inteligencia, pasando por la Justicia y por la Fiscalía y, desde luego, también la economía (el gas y el petróleo) como herramienta de influencia o como arma de guerra.
En eso hablamos cuando hablamos de los “oligarcas de Putin”, enriquecidos en urdimbres de corrupción y coacciones, y cuyas acciones externas corrompen internacionalmente todo cuanto tocan. Ha llegado el momento de que la UE deduzca todas las consecuencias de la exclusión de Rusia del CdE y del GAFI, la incluya en la “lista negra” como una jurisdicción no solamente “de riesgo” sino “no cooperativa” y por tanto de exclusión, indigna de la confianza de la comunidad internacional y de la UE.
Por eso, entre otros factores expuestos a la discusión, los debates en el PE sobre el Informe Niniisto y sobre la guerra de agresión contra su vecina Ucrania ilustran el desafío que precede a una pregunta ciertamente dilemática de cuya respuesta pende la Legislatura europea 2024/2029 y la dirección política de la Comisión Europea VDL II: ¿Estás preparada, UE, para “salir de la cama” y de la “zona de confort” cuando suenan todas las alarmas y asumir las consecuencias de tu “autonomía estratégica” y tu Seguridad?