¿Debe ser el Banco de España un activista político?
Quién podría imaginar que el totémico Banco de España iba a despertar tal polémica entre los economistas.
En el Banco de España hay tendencia secular de enmendar la plana al poder político y ocuparse mucho menos del sector financiero, del que son el regulador. Mariano Rubio o Miguel Ángel Ordóñez son leyenda en ese sentido. Y aunque no se puede comparar el perfil bajo del actual presidente, Pablo Hernández de Cos, con el de sus mediáticos antecesores que tanto disfrutaban exhibiendo su poder, hay otras maneras más sutiles de dejar huella.
Los titulares que provocan los análisis del banco central están siempre más enfocados en la política económica que en la política monetaria, que es lo que le concierne.
Resulta chocante que el Servicio de Estudios dedique más esfuerzos a realizar una simulación sobre si las medidas del Gobierno contra la crisis energética y la inflación habrían sido más eficaces con otro planteamiento —dando pie a titulares como ‘El Banco de España concluye que Sánchez se podía haber ahorrado entre un 50 y un 75% de los gastado contra la inflación’ (ABC)—, y se olviden de analizar la actualidad más candente del sector del que es regulador.
Por ejemplo, qué está pasando con los servicios financieros de los bancos, a qué se deben las protestas de los clientes que han salido a la calle a manifestarse y son una preocupación social o si se están cumpliendo en España los preceptos de solvencia del BCE.
“En el banco central hay una tradición de estar comentando todo menos cómo está el sector financiero, que viene desde tiempo inmemorial. El Banco de España es el principal emisor de ideología económica. No hay un servicio de estudios tan importante, pero estos mensajes amortiguan lo que debería estar haciendo. ¿Hay un oligopolio bancario o un monopolio? ¿Por qué han subido los tipos de interés de tu hipoteca y en cambio tu depósito no está remunerado? ¿Se han puesto de acuerdo los bancos? ¿Por qué cobran tantas comisiones? Dirigen los mensajes hacia lo que a ellos les interesa y se silencia lo que deberían estar denunciando”, afirma un conocido economista.
En la ley de Autonomía del Banco de España, el artículo 7 punto 2 dice: "Sin perjuicio del objetivo principal de mantener la estabilidad de precios y del cumplimiento de las funciones que ejerce en tanto miembro del SEBC en los términos del artículo 105.1 del Tratado, el Banco de España apoyará la política económica general del Gobierno". Un mandato curioso, cuyo cumplimiento no es perceptible a simple vista.
Pablo Hernández de Cos, presidente del Banco de España, no dudó en avisar de las consecuencias negativas de una subida del salario mínimo) y su servicio de estudios hizo el cálculo en junio de 2021 de cuántos empleos había restado la subida del salario mínimo en 2019, dos años antes, haciéndolo coincidir con la intención de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de volver a subirlo.
Silencio, en cambio, sobre los sueldos estratosféricos de las cúpulas de los bancos, los mejor pagados de la UE respecto al PIB. Ni tan siquiera un paper del Servicio de Estudios analizando su impacto, sobre todo cuando tiene competencias ejecutivas en la inspección de entidades y en su supervisión.
“A veces el Banco de España parece un tertuliano. Los bancos centrales han quedado reducidos a autoridades de supervisión bancaria y hasta eso está europeizado. Ahora son una suerte de opinadores macro a través de sus servicios de estudios, cuando realmente tienen un carácter técnico. Emiten juicios de valor sobre la política económica que corresponde al Gobierno, y se convierten en actores políticos. Nada le impide hacerlo, pero resulta llamativo. Sobre todo porque los organismos reguladores son muy celosos de sus competencias, en este caso la política monetaria, y no dejan que se entre a opinar sobre ellos. Están imbuidos de ese halo místico como si fuesen el Oráculo de Delfos”, explica un economista que ha desempeñado puestos relevantes en distintos gobiernos.
Su voz es de las pocas discordantes, que ponen en tela de juicio el papel del Banco de España. La opinión generalizada entre los distintos economistas consultados es que el Servicio de Estudios del banco es uno de los mejores, lo cual no cuestionan ni tan siquiera los críticos. Un exministro socialista considera que el Servicio de Estudios puede opinar sin comprometer al banco y que los titulares que interpretan sus análisis son responsabilidad de los medios.
Claro que el Servicio de Estudios no está al margen de la entidad y sus papeles los realizan investigadores del propio banco, que no actúan por su cuenta. “Los bancos centrales son los guardianes de la ortodoxia”, responde otro economista y profesor universitario, que ha pasado por el actual gobierno, y defiende que “son documentos de análisis, no es la posición del Banco de España. AIREF y el CES hacen lo mismo. Es como decir que la universidad en la que soy docente ‘opina’ X porque yo he presentado un paper en un seminario”.
Quién podría imaginar que el totémico Banco de España iba a despertar tal polémica entre los economistas. Unos convencidos de que le compete analizar la política económica aprobada en el Parlamento y otros más a favor de que relegue a un segundo plano el activismo político y se centre en poner luz y ofrecer recomendaciones al mercado bancario patrio que tiene más aristas de las que se muestran.