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De ómnibus y limusinas

De ómnibus y limusinas 

"¿Volverá a cometer el PP el mismo error en las próximas semanas? ¿Volverá a abandonar a los pensionistas o a las familias más vulnerables?".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes en rueda de prensa.EFE/J.P. Gandul

Un ómnibus es un transporte colectivo, normalmente urbano, que se mueve dentro del entramado de una sociedad. Un gran bus, literal y etimológicamente, ofrecido “para todos”. Ese propósito, pensando en la mayoría, es el que ha conseguido recuperar el Gobierno de España. En las próximas semanas llegará de nuevo al Congreso un gran decreto que terminará con la angustia que ha provocado el Partido Popular a miles de pensionistas, usuarios de transporte público, perceptores del salario mínimo interprofesional o del ingreso mínimo vital. Unas medidas que consigue recuperar el Gobierno socialista para todos, coherente, por tanto, con las políticas de refuerzo, prórroga y protección social.

Lo cierto es que el primer ómnibus debía llevarnos a todos por mejores sendas de bienestar, sin dejar a nadie apeado de su destino vital. El mismo objetivo que tiene el nuevo decreto que ayer mismo aprobó el Consejo de Ministros y que el propio presidente del Gobierno detalló en rueda de prensa. La responsabilidad fue y es, especialmente, del Grupo Popular: es el partido con más diputados en la Cámara (137). ¿Volverá a cometer el mismo error en las próximas semanas? ¿Volverá a abandonar a los pensionistas o a las familias más vulnerables?

Porque de la extrema derecha de VOX, nada cabe esperar en cuestiones de desarrollo del Estado de bienestar. Presume de defender al español medio, al trabajador y al autónomo, mientras caricaturiza, junto a buena parte de la derecha, a la izquierda de este país por su supuesto “wokismo”, que le habría hecho olvidar las condiciones materiales con las que desarrolla su proyecto de vida la clase media y trabajadora. Una crítica que el decreto ómnibus ha desmentido, de nuevo, de forma rotunda.

Entonces, ¿por qué nuestras derechas votan contra los intereses materiales de la mayoría social? Aunque Santiago Abascal está más centrado estas semanas en rendir pleitesía a Trump, habría que preguntarle si para él, España es lo primero. ¿Qué hace con el presidente que, además de cerrar la versión española del portal web de la Casa Blanca, amenaza con levantar aranceles contra los productos españoles? Una contradicción que ha advertido hasta Marine Le Pen, ausentándose esta vez de la toma de posesión del presidente estadounidense.

La derecha hace mucho ruido estos días ante su desatino, pero en verdad, es coherente con su ideología neoliberal, desmanteladora del Estado de bienestar. Nunca creyó en la revalorización de las pensiones conforme al IPC, como demuestra la práctica de los gobiernos de Rajoy y que contrasta con la política de Pedro Sánchez. Un presidente que ya acumula una subida de casi el 27 %. De hecho, a la derecha intelectual, la subida de las pensiones le parece “insostenible para el sistema, injusto para la sociedad y pernicioso para los jóvenes”, como leíamos en una columna reciente en relación con la idea de la “estafa piramidal”, tan en boga entre los sectores tecnoultras.

El presidente del PP ha declarado que hay “centenares de cosas” en la norma con las que no está de acuerdo, cuando el decreto contemplaba decenas de medidas. Sin embargo, estas iniciativas propuestas por la izquierda gobernante son la mejor expresión de un proyecto socialdemócrata para la salvaguardia del Estado de bienestar, de vocación universal e instrumento de justicia social, tan hostigado por el ultraliberalismo global imperante. En el debate parlamentario, el PP obvió ese centenar de cosas que ahora ha descubierto, centrando sus argumentos en la cesión de un edificio del PNV en París, incautado por la Gestapo, y prometida por el presidente Rajoy.

De esos centenares de cosas con las que no estaría de acuerdo el PP, ¿tal vez se refiere a la prórroga del SMI, al bono social, a las medidas para los damnificados por la DANA de Valencia y el volcán de La Palma, a las entregas a cuenta a las comunidades autónomas y ayuntamientos? ¿Qué medidas quiere impugnar exactamente?

Como el ataque súbito al contenido de unas medidas beneficiosas para la mayoría del país tiene poco recorrido, otras voces critican, desde la derecha, el procedimiento de este decreto ómnibus, que sería fruto del “juego sucio” y del “nihilismo democrático” del malvado Sánchez. Pero no nos engañemos: juego sucio y nihilismo es dar gato por liebre, votando sistemáticamente contra los intereses de la mayoría social. Juego sucio y nihilismo democrático es votar con intereses electoralistas a costa de la mejora de la vida diaria de millones de ciudadanos.

Juego sucio y nihilismo es dar por muertos los hechos ciertos sobre la base de hechos alternativos, mentiras o meras interpretaciones, como diría Nietzsche. Y así, votar en contra de un decreto que mejora la vida de la gente para, en el colmo del cinismo, recoger luego firmas con el objetivo de recuperar sus medidas. A su vez, difundir bulos sobre lo que nunca propuso o defendió el decreto: que si sube el IVA y la factura de la luz o que si protege al “inquiokupa”, en el apogeo de la estigmatización de las familias vulnerables por parte de un partido de Estado como es (o era) el PP.

Tal vez, el PP estaría más cómodo subido a la limusina de unos pocos con derecho a prosperar, en lugar de en el ómnibus de la mayoría social.