Alerta roja en Madrid por la inminente tala de árboles por la ampliación de la línea 11 de Metro
Los vecinos temen que se reproduzca en Atocha la tragedia de San Fernando de Henares
Bienvenidas sean las obras de infraestructura, pero no si vienen con deterioro ambiental y paisajístico y con grave riesgo a la seguridad de las edificaciones existentes.
Me refiero a las obras de ampliación de la Línea 11 del Metro de Madrid (el tramo de Plaza Elíptica a Conde de Casal) que contempla la construcción de una nueva estación en Atocha-Renfe de unos 140 metros de largo y 35 metros de profundidad, que podría actuar como una auténtica barrera no permeable en una zona de descarga de aguas.
Si bien ya están en curso algunas obras preparatorias, en las últimas horas se prohibió el estacionamiento en determinadas zonas afectadas por las mismas y se ordenó el cierre y desocupación de terrazas y bares del Paseo de Infanta Isabel.
Los vecinos están altamente movilizados, me cuenta una de ellas, Alicia Estefanía, con quien recorrí el lugar metro a metro. Hace muy pocos días, se reunieron los vecinos afectados de Arganzuela con representantes del Banco Europeo de Inversiones (BEI), un banco público europeo que, por supuesto, no puede financiar obras que generen deterioro ambiental. Parece que comprometieron su asistencia financiera con un proyecto, pero que ahora se ejecuta otro mucho más gravoso en términos ambientales. Los vecinos se acaban de reunir también con Miguel Núñez Fernández, Director General de Infraestructuras de Transporte Colectivo, quien habría prometido el tratamiento de las alegaciones, lo que es su deber como funcionario.
Vienen ahora dos momentos importantes vinculados con la participación pública de los vecinos. El primero de ellos es una convocatoria formal a revisar las actuaciones administrativas y técnicas, que tendrá lugar el próximo 2 de noviembre.
El otro es el Pleno del Ayuntamiento de Madrid del 14 de noviembre, al que asistirán los vecinos y preguntarán, entre otras cosas, sobre el permiso de tala de los árboles del Paseo de la Infanta Isabel y el jardín de Jimena Quirós y, en su caso, pedirán el preceptivo informe técnico municipal.
Y lo más importante: preguntarán si conocen las carencias del proyecto en relación al freático de la zona y los riesgos para los edificios de Paseo Infanta Isabel y Alfonso XII (y las posibles consecuencias medioambientales para toda la zona afectada por esta modificación de nivel freático) y si piensan exigir a la Comunidad de Madrid el pertinente estudio hidrogeológico de la zona y medidas concretas que garanticen a los vecinos que no se pondrán en riesgo sus edificios.
Les preocupa especialmente que no se escuchen las voces de alerta de riesgos estructurales para los edificios del Paseo de la Infanta Isabel. Me explico. Los vecinos han remitido al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid un informe técnico en el que advierten de posibles alteraciones en el nivel freático, que pueden tener consecuencias negativas en la cimentación de sus inmuebles. Exhiben el temor de que se reproduzca en Atocha la tragedia de San Fernando de Henares y exigen a la Comunidad de Madrid un estudio hidrogeológico sobre los posibles impactos de la ampliación de la línea en las aguas subterráneas y en los edificios.
No hay que olvidar que estamos en una zona que integra el denominado Paisaje de la Luz. Paseo del Prado y Buen Retiro, que ha merecido la protección de la UNESCO. Además de ello, los vecinos denuncian la vulneración de las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid y de la Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid.
Por todo ello, llama poderosamente la atención la antes aludida prohibición del estacionamiento en determinadas zonas afectadas por las obras y la prohibición de uso de las terrazas y bares del Paseo de la Infanta Isabel.
Los vecinos, asistidos por profesionales de la arquitectura y de la ingeniería, han propuesto variaciones al proyecto con soluciones menos lesivas al medio ambiente, soluciones viables que permitirían salvar la casi totalidad del arbolado y que, por ello, lo harían aceptable por todos.
En su Carta Encíclica Laudato Si (Sobre el cuidado de la cosa común), el Papa Francisco, al tratar el asunto de la educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente, habla de plantar árboles, no de talarlos. Así, el Parlamento Europeo, gracias a la movilización de la sociedad civil, tiene en su agenda debatir sobre el “arboricidio” en Madrid por la ampliación de la Línea 11. Esperamos sus conclusiones. Mientras tanto: no talar. Tenemos derecho a la ciudad y al medio ambiente.
Beltrán Gambier es abogado y cofundador de Transparencia Internacional España