¿Abandonar Twitter o quedarse?

¿Abandonar Twitter o quedarse?

En mi caso, por el momento, las razones para marcharme no han alcanzado la suficiente masa crítica.

X.NurPhoto via Getty Images

La red social Twitter, creada en 2006 por Jack Dorsey en el seno de una compañía, Odeo, y que en principio se caracterizaba por sus mensajes cortos de solo140 palabras —como el trino de un pájaro, en inglés tweet—, se convirtió pronto en un medio de expresión y de comunicación que vertebró espontáneamente el sistema informativo, enriqueció los flujos noticiosos y facilitó la competencia interna en un modelo digital libre y complejo en el que triunfaban fácilmente el ingenio, la rapidez en las reacciones informativas, los diálogos inteligentes.

La red, aunque nunca destacó por su rentabilidad, tuvo inicialmente una moderación eficiente, que trataba de expulsar de la conversación tanto a los propagadores de bulos —la desinformación en general— como los mensajes de odio. Y hasta su compra por Elon Musk en octubre de 2022, funcionó razonablemente gracias a la aplicación de criterios nunca conocidos completamente pero eficaces a la hora de expulsar a bastantes de los actores más estridentes. El propio Trump fue expulsado de Twitter por su utilización abusiva de la red.

Elon Musk, que pasa por ser el empresario más rico del mundo, ha hecho de la red un instrumento personal. ”X”, el nuevo nombre de Twitter, es ahora un gran aparato de publicidad y propaganda que sirve a su dueño para el autobombo, para la promoción de sus productos y para el apoyo a sus opciones políticas ultraderechistas. La campaña electoral de Trump se ha apoyado descaradamente en X.

Una de las decisiones impertinentes de Musk tras la compra ha sido la de retirar prácticamente la moderación en la red, lo que le ha producido como es obvio un sensacional ahorro… a costa de una infiltración lamentable de elementos agresivos, extremistas, radicales, racistas, xenófobos y homófobos, que se pasean por la red a sus anchas. La desinformación, que es una herramienta del populismo trumpista y de las organizaciones neofascistas y neonazis europeas, es hoy parte sustancial del flujo mediático de X. Y todo ello explica que algunos de los más importantes miembros de esta comunidad virtual hayan decidido abandonarla.

Las defecciones empiezan a ser significativas. El primer medio importante que se ha marchado de X ha sido “The Guardian”, el gran periódico progresista británico. Poco después, “La Vanguardia”, uno de los grandes periódicos españoles, ha tomado la misma decisión. El rotativo catalán ha dado libertad a sus periodistas para mantenerse o no en X, y algunos de los más relevantes, como Enric Juliana, también han desertado. Varios comunicadores de prestigio, como Juan Cruz y Antón Losada, también se han ido. Y se ha abierto en torno a X un debate sobre la disyuntiva que a todos se nos plantea: ¿Hay que secundar la iniciativa de marcharse, optando por otras plataformas menores, o hay que persistir en la pelea diaria por defender valores democráticos y éticos en ese Twitter degradado de hoy día?

Obviamente, cada cual es dueño de sus decisiones, pero casi todos quienes tenemos una audiencia relativamente relevante en X estamos hoy sopesando el dilema. Por mi parte, la tentación de abandonar el lodazal, de dejar pudrirse a los odiadores profesionales en su propia salsa, es fuerte. Y en esta dirección presionan algunos argumentos de peso, como el hecho de que X abandonara en mayo pasado un programa de la Unión Europea contra la desinformación, lo que acredita el desinterés de Musk por adecentar su altavoz.

Titania
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Santander

Pero en mi caso, por el momento, las razones para marcharme no han alcanzado la suficiente masa crítica. Y por un motivo de cierto peso: como les pasa a todos los actores de X, van detrás de mí miles de seguidores que me secundan y me animan a mantener la tensión intelectual. Frente a ellos, otros miles de fanáticos me deleitan con cascadas de improperios, descalificaciones, amenazas e insultos; obviamente, son dardos que rebotan y que en ningún caso me afectan ni me debilitan. Y por ahora, no voy a abandonar a las personas de buena fe que han encontrado en mi secuencia argumental una referencia útil. Quizá más adelante, habrá que verlo, me termine cansando de este ten con ten tan arduo y tan escasamente reconfortante con el necio mundo de la reacción.