Del 28-M al 23-J: concausas y alcance europeo de una cita dirimente
Las tres derechas -en rigor, la derecha española, en esto la peor de Europa- han quebrantado, una por una, más allá de lo insufrible, todas y cada una de las reglas de corrección en su comportamiento en la UE ante cuestiones nacionales y de interés de España.
En los 45 años de democracia en España -más de cuatro décadas de elecciones generales, elecciones autonómicas, elecciones municipales, y más de treinta años de elecciones europeas- nunca habíamos asistido a una ocasión como la que describe la jornada del 28M: una reducida diferencia porcentual entre la primera y la segunda fuerza -de menos de tres puntos- y una minúscula pérdida de apoyo para el PSOE -que no alcanza a un solo punto porcentual, tras cinco años en el Gobierno- ha venido a producir un resultado de impacto mayúsculo y superlativo en poder institucional y desplazamiento de alcaldías y gobiernos autonómicos; de hecho el más acusado de nuestra historia hasta la fecha.
Por supuesto, habíamos vivido antes giros y vuelcos electorales que anunciasen o presintiesen cambios de ciclo político, pero es verdad que por distancias entre la primera y segunda fuerza mucho más pronunciadas (así, el precedente de 2011, en medio de la Gran Recesión y un profundo malestar), como es asimismo cierto que nunca habíamos asistido a un seísmo tan generalizado con tantas instituciones cambiando de titular.
Abundan a estas alturas los análisis y las explicaciones políticamente intencionadas. En esta Tribuna europea me limitaré a subrayar dos rasgos que recorren buena parte de los cambios de mayorías de Gobierno que se han materializado incluso donde no se les esperaba ni en los peores pronósticos: baste pensar en Extremadura o en Canarias, CCAA en que el PSOE continúa siendo la primera fuerza en votos a distancia del PP, y en los que sin embargo sus respectivos presidentes autonómicos han sido desplazados por una mayoría de investidura alternativa; como sin duda merece su propia reflexión también el caso de la Comunidad Valenciana, donde el Presidente autonómico se ha mantenido en altas cotas de valoración y aprobación que han merecido un premio de aporte de votos y escaños (cinco más) que en las elecciones autonómicas de 2019; pese a lo cual, sin embargo, el reparto final de escaños en las Corts Valencianas le sitúa en la oposición. Y añadiré una reflexión sobre el alcance europeo de las consecuencias políticas del 28M.
Primero, concurre en la explicación el cumplimiento de un pronóstico muchas veces advertido: con un 29% de votos el PSOE fue primera fuerza en 2018 y 2019 por una fracturación del tradicional voto conservador en al menos tres marcas contendientes entre sí: PP, Cs y Vox. Siendo así que las dos últimas constituían a todas luces desprendimientos del PP, lo cierto es que un cálculo estratégico del electorado de derecha por el reagrupamiento de su voto redundaría, más pronto que tarde, en un crecimiento del PP, incluso a pesar de la manifiesta endeblez e incompetencia de su candidato a la Presidencia del Gobierno: la desaparición de Cs explica este caudal de aumento en votos y escaños.
Segundo, la trayectoria autolesiva -por no decir autodestructiva- y la fragmentación de siglas de lo que un día fue Podemos (luego Unidas Podemos, junto a sus confluencias) ha acabado resultando en una aniquilación mutuamente asegurada de las candidaturas grupusculares en las que se han enfrentado los electorados instalados en una autodenominada “izquierda transformadora”, “radical” o “verdadera alternativa”.
Alternativa no han sido: se han destruido a sí mismos y han causado daño sistémico a la posibilidad existencial de Gobiernos progresistas en los que han sido socios en coalición con el PSOE. El mensaje es terminante: la fracturación del voto de la izquierda “radical” los ha hecho desaparecer de un enorme número de instituciones en que tenían representación decisiva, y ha sido determinante de la irrupción de Vox como aliado del PP: Canarias es un ejemplo emblemático, donde la confrontación de Drago, Unidas Podemos y Sí se Puede ha excluido nada menos que 65000 votos de toda representación en el Parlamento Canario, donde con los mismos votos prorrumpe Vox -con candidatos y programa desconocidos- con cuatro escaños y Grupo propio. Tercero, el alcance europeo, inevitablemente preocupante.
Es sabido que España encara en escasas semanas la responsabilidad que le cumple como Estado miembro de la UE: por quinta vez ejercerá la Presidencia semestral del Consejo de la UE, una obligación supranacional ineludible, en cumplimiento del Derecho europeo, que le supone, además, la oportunidad de aportar su valor añadido, su liderazgo en las negociaciones legislativas con el Parlamento Europeo (PE), su impulso a la hora de construir mayorías cualificadas en el Consejo para adoptar decisiones, e incorporar a la agenda de la UE sus prioridades distintivas (Pacto de Migraciones y Asilo; Lucha contra la Trata y Tráfico de Personas; Violencia contra la Mujer; Transición Verde Justa; Cumbre UE/América Latina, completamiento del Acuerdo de la UE con Mercosur, son algunos ejemplos elocuentes).
Esta Presidencia española ha sido preparada a conciencia, con esmero, planificación y detalle, como un proyecto de país. Ha suscitado expectativas de largo aliento en la UE, que tiene su mirada puesta en la vocación europeísta de España y los españoles y en la capacidad de hacer Europa del Gobierno del Presidente Sánchez. Así debe entenderse también la gran ocasión de hacer una UE mejor ante la inesperada -por anticipada y abrupta- convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio.
Me cuento entre quienes aprecian y saludan el coraje y la determinación del presidente Sánchez para emplazar a la ciudadanía española a decidir el rumbo para los próximos años, ante la responsabilidad por lo ocurrido el 28M, y dirimir así, democráticamente, lo que con toda certeza habría abierto paso de otro modo a un recrudecimiento -incluso un encanallamiento de proporciones paroxísticas- de la pertinaz estrategia de escaramuzas de desgaste y de ofensiva contumaz contra la reputación constitucional y democrática de España ante la UE y en sus Instituciones por parte de las tres fuerzas del tridente de la derecha española representadas en el PE: PP, Cs y Vox.
Hace años las tres derechas -en rigor, la derecha española, en esto la peor de Europa- que han quebrantado, una por una, más allá de lo insufrible, todas y cada una de las reglas de corrección en su comportamiento en la UE ante cuestiones nacionales y de interés de España, haciendo saltar por los aires todas las convenciones que hacían que las diferentes Delegaciones nacionales en los distintos Grupos del PE aparcasen su confrontación cuando se trataba de mantener una imagen respetable del país que compartimos en el conjunto de la UE.
El Presidente del Gobierno y los/as ministros/as han trasladado al PE su petición de posponer sus comparecencias ante el Pleno del PE y sus Comisiones respectivas hasta pasar las elecciones. La situación es ingrata, esto lo sabemos todos, pero por encima de ello procede preservar la ambición expresada en nombre de España en la UE en la definición y ejecución de una Agenda no solo densa y enorme en sus contenidos, sino también decisiva en el balance final del mandato del PE y de la Comisión Europea que preside Von der Leyen (2019/2024) visto su emplazamiento en el último semestre íntegramente útil (segunda mitad de 2023), toda vez que el siguiente (Presidencia belga, primera mitad de 2024) coincidirá con la preparación de candidaturas, listas, manifiestos y programas para las Elecciones europeas de 9 de junio de 2024.
La Presidencia española, a partir de 1 de julio, sigue siendo depositaria de grandes expectativas. Los socialistas españoles del PE trabajaremos sin denuedo para estar a la altura y asegurar el rendimiento de esta oportunidad como una cita de país, de España y su ciudadanía española y europea ante el conjunto de la UE.