No perder la esperanza cuando la palabra cáncer irrumpe en tu vida
Dejemos atrás el miedo y lancémonos a vivir un estilo de vida saludable con el objetivo de mejorar nuestra vida e intentar reducir el riesgo de padecer cáncer, y si ya tenemos diagnosticada la enfermedad, para mejorar nuestra calidad de vida, reducir los efectos secundarios y mejorar las posibilidades de sobrevivir a la enfermedad.
Hace unos días se publicaba un dato escalofriante, los casos de cáncer están aumentando de manera alarmante, y en 2015 ya se superó el número de nuevos casos esperados para 2020 en nuestro país.
247.771 nuevos casos de cáncer en 2015, lo que implica 247.771 personas enfrentándose a un diagnóstico que en un primer momento nos puede resultar aterrador. Hasta hace poco, la palabra cáncer se asociaba a muerte, miedo, dolor y sufrimiento y el color negro era su bandera. Una palabra que sonaba maldita y nadie quería pronunciar.
Cuando hace seis años me diagnosticaron cáncer de ovario con metástasis mi mundo se derrumbó. Las expectativas de vida eran muy limitadas, tenía un hijo de tres años y yo hacía apenas dos que había pasado los treinta. Mis creencias en torno al cáncer estaban basadas en mi experiencia como médico, que había visto morir en sus brazos a más de un enfermo con cáncer. Lloré mucho, ríos, mares y océanos de lágrimas. Cuando elaboré mi duelo con la enfermedad y saqué la ira, la rabia y el desánimo generado por un diagnostico tan terrible, acepté la muerte como parte de la vida y decidí que ese no era mi momento para morir, decidí que quería vivir. Para tratar de sanar, auné la medicina oficial, en mi caso cirugía y quimioterapia, con todas aquellas terapias con base científica que me pudiesen ayudar según las diferentes investigaciones. Enfoqué la enfermedad de manera integrativa, ocupándome de sanar el cuerpo, la mente y el espíritu. Introduje en mi día a día una alimentación saludable basada principalmente en productos vegetales, aprendí a gestionar mis emociones, para que reinaran la paz y la calma, empecé a hacer ejercicio, me rodeé de gente extraordinaria y empecé a amar de verdad, primero a mí misma y después a la vida y a los demás. Aprendí a vivir el presente y nada más. El cáncer desapareció, y seis años después, me siento llena de vida.
Yo no soy una gurú ni una guía espiritual, solo una mujer corriente que hizo algo extraordinario cuando creyó en ella misma. Todo lo aprendido lo quiero compartir en mi libro Mi Revolución Anticáncer. Un libro donde encontrar los cuatro pilares para una vida anticáncer: alimentación consciente basada en alimentación mediterránea y oriental; ejercicio físico moderado; estilo de vida saludable que incluye no alcohol, no fumar, dormir 7-8h, tomar el sol y elegir cosmética libre de tóxicos; y el poder de la mente anticáncer para vivir la vida desde la calma y la serenidad, dejando a un lado el estrés y las emociones negativas.
Estos cuatro pilares están en consonancia con las palabras de Miguel Martín, presidente de la SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica), que afirma que las cuatro patas para reducir la incidencia del cáncer son practicar ejercicio regular, evitar el alcohol y el tabaco y no ganar peso.
Estas recomendaciones a todos nos parecen obvias, pero ¡cuánto nos cuesta ponerlas en práctica! Todos tendemos a acomodarnos y refugiarnos en lo que conocemos. Normalmente nos dan miedo los cambios y el hecho de tener que arriesgarnos para conseguir aquello que queremos. La pereza también nos limita y nos impide lanzarnos a nuevas aventuras y objetivos vitales. Dejemos atrás el miedo y lancémonos a vivir un estilo de vida saludable con el objetivo de mejorar nuestra vida e intentar reducir el riesgo de padecer cáncer, y si ya tenemos diagnosticada la enfermedad, el objetivo será mejorar nuestra calidad de vida, reducir los efectos secundarios y mejorar las posibilidades de sobrevivir a la enfermedad.
Cambiar nuestra alimentación y practicar un poco de ejercicio es factible para la mayoría de nosotros, pero cambiar nuestra mente, qué complicado es a veces. Nuestra mente suele divagar entre el pasado y el futuro, un torbellino de pensamientos y emociones suelen invadirnos y no nos dejan pensar con claridad. Tendemos a hacer un castillo de un grano de arena y nos agobian los problemas. Vivimos en una sociedad que va a un ritmo de locos, donde si quieres seguir el tren, estás sometido a un estrés crónico que puede tener consecuencias negativas para nuestra salud. Aprende a meditar o practicar el mindfulness, son técnicas que nos pueden ayudar a calmar nuestra mente y vivir con más paz, aprendiendo a disfrutar del momento presente y nada más. La arteterapia también puede ayudarnos. La expresión artística puede ser una forma de meditación creativa, pues nos ayuda a desarrollarnos, expresar nuestras emociones y mejorar nuestro bienestar emocional. Se considera una psicoterapia para reducir el estrés, aumentar la autoestima y ayudarnos a resolver conflictos. Todos podemos crear algo maravilloso, ya sea dibujando, coloreando, cocinando, haciendo punto o componiendo una canción. Todos tenemos la capacidad de crear, lo único que tenemos que hacer es encontrar la forma más apropiada para cada uno. Lo importante es el simple hecho de crear.
Entre creer y crear solo hay una palabra de distancia. Creamos y creemos una nueva vida plena de salud y amor.