Periodismo y género: ponerse en lugar del otro

Periodismo y género: ponerse en lugar del otro

2016, al igual que anteriores años, dejó un cúmulo de casos de violencia machista y, en paralelo, los relatos periodísticos dejaron otro cúmulo de relatos sensacionalistas. Por eso, creo que falta aún un largo derrotero para la construcción de un trato digno y respetuoso en la narración de las violencias a las que estamos expuestas las mujeres históricamente. Esas violencias que se inician en las construcciones desiguales que se enseñan y se aprenden.

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Ilustración: Alfonso Blanco

A veces la insistencia de una gota puede taladrar una piedra. En este sentido, no sería ingenuo pensar que quienes ejercemos el periodismo estamos dentro de una maquinaria donde se crean y reproducen las tramas dominantes, y que ocasionalmente tenemos la oportunidad de incorporar buenas prácticas para dar un giro rupturista.

Años han pasado desde que varias organizaciones iniciaron un camino para ayudar a los medios de comunicación para que en sus relatos incluyan el trato respetuoso a las mujeres y la interpelación de las desigualdades.

Sin embargo, el 2016, al igual que anteriores años, dejó un cúmulo de casos de violencia machista y, en paralelo, los relatos periodísticos dejaron otro cúmulo de relatos sensacionalistas. Por eso, creo que falta aún un largo derrotero para la construcción de un trato digno y respetuoso en la narración de las violencias a las que estamos expuestas las mujeres históricamente. Esas violencias que se inician en las construcciones desiguales que se enseñan y se aprenden.

Hace muchos años, la madre de una víctima de femicidio me dijo: "A mi hija, el marido la mató porque ella le era infiel". En ese momento pensé y quise gritar: 'No hay nada que justifique una femicidio o cualquier tipo de maltrato', pero no dije nada. ¿Cuánto daño le haría ese comentario a la víctima, a esa madre y a su hijo? Y tampoco lo utilicé para mi relato. Realmente, no era necesario: esa apreciación no hubiese aportado nada al enfoque de género a mi nota. Y además, no era justo sacar provecho de la desesperación de esa mujer. Aunque estemos a un segundo del cierre de edición, siempre hay que pensar que en cada caso de violencia machista hay víctimas directas y víctimas colaterales (el círculo íntimo) y que un enfoque sensacionalista de la noticia les hace más daño.

Estimo que el periodismo debe buscar su esencia y ser un servicio para la sociedad. Sabemos que los periodistas están insertos en la mecánica mercantil de los medios, pero aun así pienso que nuestra profesión puede interpelar, aunque sea en pequeñas gotas que caigan, molesten y perforen la piedra. Por eso, a los manuales y decálogos que han sido suministrados en diferentes latitudes, sumo algunas aportaciones para que el tratamiento de la violencia contra las mujeres tenga un enfoque desde lo que es: una violación a los derechos humanos.

No existe la violencia de Género al revés: muchas veces hemos tenido el infortunio de leer o escuchar: "Un caso de violencia de género al revés" para referirse a un acto de violencia de una mujer contra un varón. La violencia de género se basa en la construcción cultural que define la relación una relación entre los sexos donde las mujeres son las más afectadas por las estructuras de disciplinamiento.

El/la periodista que cubra un hecho de violencia machista estará informando sobre una violación a los derechos humanos. Así lo reconoce la Convención Interamericana para Prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer, de Belem Do Pará: la violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Proteger siempre a la niñez: este año, en Argentina, según el Observatorio Adriana Marisel Zambrano, desde enero hasta octubre de 2016, 294 hijas e hijos se quedaron sin madre. 173 son menores de edad. Cuando armamos el relato, debemos pensar en los hijos e hijas que quedan detrás de cada historia, porque ellos tendrán un futuro. Como periodistas, debemos considerar que muchas veces, el framing de la noticia, además de exponer erróneamente la intimidad de la víctima, comete la injusticia de manchar su honor. Eso no es de buen periodismo. El periodismo que cuenta historias humanas pensará con todos los sentidos, y por eso nunca deberá olvidar que en nuestro público adyacente están los niños y que violencia machista es una forma de maltrato infantil.

Tener conciencia de las condiciones asimétricas entre los medios y las víctimas: muchas veces nos llegan testimonios reveladores y desgarradores a nuestra mesa de trabajo. Pero, ¿es conveniente (por más valor periodístico-comercial) publicar la totalidad de ese dato? No siempre es óptimo divulgar todo el descargo de la víctima o de su círculo cercano. Debemos pensar que los periodistas y los medios estamos en una situación asimétrica frente a la sociedad, y que la víctima ya está vulnerada en toda su integridad. Incluso muchas veces brindan su testimonio a los medios con el fin de resguardar su vida, o tal vez buscan que su vivencia anime a otras mujeres a denunciar. Sin embargo, no siempre los medios son una solución. Solo basta con recordar el caso de Ana Orantes, que tras sufrir y denunciar 40 años de malos tratos, fue a la televisión española para brindar su testimonio. Ella quizá creía que la televisión la ayudaría. Pero no fue así:

Ana salió al aire con su testimonio, y al llegar a su casa, su victimario le prendió fuego.

Cuidar de la selección de voces para armar la noticia: muchas veces, por hacer honor a la pluralidad de voces, el periodismo da lugar a la vereda del frente, dando voz por ejemplo a hombres que sufren o han sufrido violencia por parte de una mujer. Se debe recordar que, en los temas de violencia machista, no se debe armar el relato como si fuese un enfrentamiento de dos megaequipos futbolísticos. La violencia contra las mujeres es un problema que fue naturalizado culturalmente y perpetuado a lo largo de la historia.

A lo largo de las décadas hemos sido testigos de los cambios en nuestra profesión periodística. Así, por ejemplo, pasó de ser panfletario a tener una pretendida objetividad. Ahora, podemos ser parte de otro cambio: hacer un periodismo con enfoque en derechos humanos.

Pensemos en sentido histórico: los medios y el periodismo han sido colaboradores en procesos que interrumpieron la democracia. También han legitimado golpes de estado, crearon y exterminaron idolatrías y han co-construido las asimetrías de género; estoy segura de que pueden empezar a relatar el mundo de otra manera para que las mujeres tengan una vida digna y sin más burocracias para su emancipación.

Este post fue publicado originalmente en SemMéxico

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