En apariencia, nada se mueve. En realidad, todo está en ebullición. Porque la tensión sigue y la desconfianza cada día es mayor. Pero, como Holanda, el PSOE va ganando terreno al mar. No hay entusiasmo, no hay ilusión, pero se trata de lograr durabilidad. Han pasado 100 días ya desde la gran tormenta que desbordó aquél 1 de octubre las procelosas aguas del socialismo, y los efectos del fuerte oleaje siguen ahí pese a los diques de contención.