Las ventas de coches se van recuperando poco a poco, con crecimientos interanuales cercanos al 15 por ciento. Estamos aún lejos de los 30 coches por 1.000 habitantes, que es nuestro nivel europeo (actualmente 21/1.000) pero la luz aparece al final del túnel.
Mucho se ha dicho acerca de la dimensión moral del engaño de los diésel de Volkswagen. La compañía traicionó a sus clientes, al público y al planeta, mediante la construcción de " dispositivos de desactivación de los controles de emisiones en 11 millones de coches. Pero hay una pregunta que todavía no se ha respondido: ¿por qué?
No se tienen noticias de lo que habrán dicho sobre el escándalo de Volkswagen los alemanes que se quejan de la picaresca de los vagos del sur europeo que pretenden vivir a costa de los laboriosos y honrados trabajadores del norte. No sé qué hubieran dicho si la empresa, en lugar de ser alemana, hubiera sido española, italiana, griega o portuguesa.
Podrán ajustar las pruebas y acercarlas más al hecho real, pero lo cierto es que cada unidad, cada conductor y cada circunstancia ofrecen resultados dispares. Existe una norma de homologación que hay que cumplir; y Volkswagen la cumplió y la cumple. Otra cosa es que se saltase a la torera el espíritu de la ley.
Que no estemos dispuestos a pagar por el software, incluso cuando lo consideramos importante para nuestro trabajo o para nuestro ocio y disponemos de recursos de sobra para hacerlo, es intolerable. Pero también es, a largo plazo, un mal negocio, porque se pierden puestos de trabajo y se fomenta la economía sumergida, esa que no paga ni escuelas ni hospitales.
Este mes, dos noticias han reflejado las contradicciones de la sociedad americana. Un laboratorio ha detectado que las emisiones de los vehículos Volkswagen son superiores a las que establece la ley. Se inician investigaciones penales. Mientras tanto, hay una matanza en Oregón. Apenas se habla de ello. Es un suceso normal.
Si VW fuese un partido político, ustedes ahora mismo estarían tomando el sol en las Bahamas luciendo tipo en bañador amarillo. ¿No me creen, amigos alemanes? Les pondré un ejemplo. González Pons prometió en 2011 que el PP crearía 3,5 millones de puestos de trabajo, y cuatro años y miles de parados después, no veo que sus votantes le hayan exigido daños y perjuicios.