A los mexicanos, imaginar el éxito nos exime de la necesidad de tener que buscarlo. Si no llega a nosotros, no fue nuestra culpa, el destino es canijo, no nos ha dado lo que merecemos. Merecemos mejores gobernantes, mejores jugadores de fútbol, mejores escritores, pero no estamos dispuestos nosotros mismos a serlo.